Un baño de realidad
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Los cantos a la libertad del nacionalismo eran formas de autoengaño para vestir el santo con epopeyas de andar por casa, pero obscenas cantidades de dinero (para la mayoría de la población derrochadas pero para el poder muy bien invertidas) lograron su objetivo: normalizar es cambiar, es forzar, es hacer creer que lo que hay, es lo que hay. Cuando lo cierto es que ni cuando Franco llenaba las calles de Barcelona, Cataluña era franquista ni por arte de birlibirloque cuando se llenan de esteladas, nuestra querida comunidad se convierte en independentista.
Cataluña, como el resto del mundo, solo quiere que el mañana sea mejor que el hoy, así de simple. Los catalanes únicamente queremos vivir mejor. Solo buscamos la prosperidad, y si es siendo solidarios con otros territorios, pues miel sobre hojuelas. Otra cosa es que algunos políticos de baja estofa y sin escrúpulos, se aprovechen de la crisis económica para atacar a los bajos instintos a base de demagogia tan lastimera como deplorable. Los políticos no son solo eso, también son los administradores de nuestro dinero. Obviemos a los creadores de fábulas y votemos a los que priorizan en el interés real de los ciudadanos.