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Декабрь
2019

Viaje navideño por Toledo en el taxi 41 con Félix y Marcelino

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Abc.es 
Con la noche ya caída a las 18:30 de la tarde en Toledo, las calles no se apagaban. Todo lo contrario. Se encendían más que nunca. Con menos de 10 grados salían los mayores de las residencias de
Azucaica
y
Los Gavilanes a afrontar una tarde-noche distinta. Sus rostros reflejaban la ilusión de ver, por primera vez en este año, las luces de Navidad.


Todos tenemos derecho a disfrutar de esta época del año. Los taxis llegaron en fila a cada uno de sus destinos con sus conductores reflejando la misma cara de ilusión y conciencia por la labor solidaria que estaban desarrollando. Era el momento de enseñarles «a los que siempre nos han cuidado» el alumbrado navideño de Toledo.



Este ha sido el segundo año que se llevaba a cabo esta iniciativa. Sergio Arroyo es uno de los taxistas que forman parte de este solidario proyecto. Este conductor, con 11 años de experiencia, conduce el taxi 41 y es la primera vez que lleva en su coche a personas mayores. El brillo en sus ojos y su tono alto y contundente denotaba cierto nerviosismo. «Me siento muy orgulloso de poder hacer esto», admitía a este diario.


Sus pasajeros fueron Félix Navas y Marcelino Sánchez, dos inquilinos de la residencia de Azucaica. El primero de 87 años es natural de la localidad toledana de Polán, sus más allegados lo conocen por «Valeria» (por su abuelo Valeriano) y lleva a sus espaldas un ictus y un infarto, además de algunas operaciones, aunque su estado, pese a su edad, es envidiable. Su compañero de viaje con 83 primaveras y natural de Illescas, también sufrió un ictus hace años pero está «hecho un chaval».


Comienzo del viaje
El «cambio de monotonía» y el empleo de «dos o tres horas de tu tiempo por hacer feliz a estas personas» es lo que movía a Sergio a apoyar esta iniciativa que comenzó su recorrido en la estación de tren en el barrio de Santa Bárbara. Sin música, ni nada que enturbiara la ambientación del coche ni las reacciones y las impresiones de Félix y Marcelino, comenzaba el corto, pero emocionante viaje, en el taxi 41.


Los dos residentes contaban casi con la misma ilusión que transmitían; las ganas que tenían de ver iluminada su capital, recordando lo bonita que estaba el año anterior, cuando emprendieron el mismo trayecto con este colectivo. Al mismo tiempo, hablaban y hacían alusión a lo preocupados que estarían sus hijos por ellos. «¡Vamos a salir en la prensa y en la tele!», decían sonrientes.


El paso por el puente de Alcántara, tan iluminado y brillante como sus miradas, abría la boca poco a poco de los dos pasajeros a modo de asombro, algo que también se pudo ver en el momento en el que pasaron por la zona del valle al ver la catedral y el Alcázar destacando entre el manto de oscuridad.


A la altura de Recaredo, Félix hablaba del recibimiento de la alcaldesa con una gran sonrisa porque el año pasado «fue muy simpática» con ellos. Justo después, contaba que «la hermana de Milagros Tolón trabaja en la residencia de Azucaica».


Trayecto por el casco antiguo
Nada más pisar el casco viejo, ambos comenzaron a rememorar viejos tiempos comentando los negocios o los edificios públicos que había antaño donde ahora hay otros establecimientos. Entre recuerdos, el taxi llegó a la plaza del Ayuntamiento donde, tanto la alcaldesa como la concejala de Festejos, Mayte Puig, les esperaban para recibirlos.


Allí se fotografiaron todos a la vez que salía de sus bocas un tímido «A belén pastores», al que cada vez se unía más gente y, finalmente, las ganas aplastaron a la timidez. Todos cantaron villancicos abrazados los unos a los otros y, tras despedirse con besos y abrazos, volvieron a emprender su viaje los «jóvenes» de las residencias.


Marcelino y Félix retomaron su marcha en el 41 con caras más que «satisfactorias» después del recibimiento de la alcaldesa. El segundo no podía parar de hablar de lo «simpática» que había sido y mostrarse agradecido por su recibimiento. Ambos hicieron alusión a que la regidora les dijo que les esperaba «ver el año que viene». «Me ha dado dos besos y todo. Como el año pasado» decía un sonriente Félix.


Al continuar con el trayecto, mientras el taxi atravesaba la calle Comercio y las luces arropaban a la multitud en medio de una gélida noche, los dos octogenarios miraban asombrados su iluminación, aunque se lamentaban de no poder pasar por la plaza de Zocodover para ver el «gran árbol», ya que los taxis se tuvieron que desviar por la calle Toledo Ohio.


Dirección kiosco Catalino
Llegando a la Puerta de Bisagra, en dirección al kiosco Catalino, Marcelino tenía «ganas de beberse un chocolate calentito». El 41 llegó de los primeros a su destino y Sergio, muy amable y atento en todo momento, ayudó a ambos a salir de su coche para que acabaran su «excursión» con el estómago lleno.


Sergio se despidió de Félix y Marcelino «
muy orgulloso
» por la labor solidaria realizada y ambos, asombrados por la iluminación navideña de la ciudad, no supieron decir qué era lo que más les había gustado de todo el recorrido porque todo «estaba muy bonito»



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