2020: a romper la ventana
El entretenimiento va a toda velocidad y ya que estamos apenas a unos días del año que tantos novelistas y científicos designaron como el futuro, aquí algunas de las cosas que ya se tendrán que establecer como parte de la vida natural de la industria del entretenimiento.
Una de las más importantes es el futuro de la exhibición cinematográfica. No creo que se dejen de vender palomitas, así como no se han dejado de leer libros o escuchar música, pero este 2020 sin la menor duda tendrá que ser el año en el que se llegue a algún tipo de acuerdo entre las grandes compañías que tienen cines y los estudios (si es que podemos seguir llamándolos así) que las producen.
No se equivoquen, aún habrá batalla por esos tres meses que eran el estándar en la industria entre que se estrena una cinta en la pantalla grande hasta que llegue a otro formato. Pero eso solo puede ocurrir si las exhibidoras son más poderosas que las productoras. Y la tecnología ya está haciendo que eso sea una apuesta muy difícil de ganar. Amazon, Disney y Netflix están activamente o comprando o considerando comprar sus propias salas para colocar sus cintas, y aunque queda muy claro que Disney no va a arriesgar los millones y millones que les llegan por colocar en todas las pantallas posibles del mundo a sus Vengadores, Jedis y Avatars, seguramente se empezarán a mover junto con los otros grandes para que cada vez más ellos tengan el control de los tiempos de exhibición, sin perder el impacto del streaming.
Este año que viene veremos qué tan en serio va Netflix en esta materia en particular, porque aunque muchos cineastas ya se dieron cuenta que tener su cinta sobre esa plataforma los beneficiara mucho más (económicamente) a largo plazo que las ventas de dvd o similares, aun quedamos millones que amamos la experiencia del cine (y uno que otro director que no va a ceder con nada).
Por otro lado, hay que decirlo con mucho orgullo. En temas de exhibición pocos países han tenido historias tan brutales de éxito como lo ha sido Cinépolis, que cada semana parece haber abierto otro gran complejo en cualquier parte del mundo. Es impactante este hecho y debemos decir que la experiencia sí importa. La calidad de las salas, del sonido, de las palomitas, del trato… todo eso aun hará la diferencia. Pero no si aun deciden que no es negocio romper esa ventana de los tres meses en ninguna circunstancia. Sin duda, aún pueden sobrevivir de maravilla sin tener a Roma, El Irlandés o Historia de un matrimonio en sus pantallas, pero cada día más serán las producciones más populares, las que todo mundo quiere ver desesperadamente, las que empiecen a distribuirse con nuevas condiciones.
susana.moscatel@milenio.com