La tv internacional de la década
Hablar de la televisión internacional de los últimos diez años es hablar de muchos títulos fabulosos, pero también de grandes problemas.
Déjeme le explico para que entienda lo que está pasando aquí: en los años 2000 por muchas razones económicas, políticas y sociales, la televisión se volvió fundamental en Estados Unidos y hubo un cambio radical en la manera de producir contenidos.
Mucha gente del cine comenzó a hacer series, los reality shows de talento evolucionaron de manera prodigiosa y al final llegaron los sistemas de distribución de contenidos en línea como Netflix.
Los dieces arrancaron con toda la potencia de los 2000 y apantallaron a las audiencias con derroches editoriales y de producción jamás vistos como en Breaking Bad, House of Cards y Game of Thrones.
Cada vez se hicieron más y mejores series, pero cada vez se tiró más y peor dinero en títulos memorables pero impagables como Sense8 y Vinyl.
Las casas productoras perdieron el piso y comenzaron a escupir series a destajo, sin importar ni fondo ni forma, o a alargar títulos hasta reventarlos.
¿Qué fue lo que provocó esto? Un caos infinito donde llegó un punto en que de tanto qué ver, ya no había nada qué ver, y donde las series que pintaban para ser memorables, como The Walking Dead, terminaron convirtiéndose en una experiencia patética, sin sentido.
Por si esto no fuera suficiente, en este afán por llenar plataformas con lo que fuera, los géneros dramáticos se perdieron hasta desquiciar al público que ya no sabía si las comedias eran para reír, las piezas para pensar o la fantasía para soñar.
Ha sido una década muy intensa donde se ha jugado con los hábitos y costumbres de las audiencias de una forma tan violenta que en la actualidad ya hay ventanas que están regresando a los esquemas de la televisión tradicional, de poner un capítulo por semana, en lugar de matar las series poniendo a disposición de la gente las temporadas completas en un mismo fin de semana.
Además, claro, de que, en los últimos diez años, las temporadas dejaron de ser temporadas para ser paquetes de solo seis, ocho o diez capítulos, más como películas largas que como series cortas.
Si quisiéramos hacer un resumen de la década de los dieces, hay algunas cosas que no podemos dejar de mencionar.
De entrada, la presencia de un público más participativo a través de las redes sociales. En este periodo de tiempo, como nunca, los televidentes han “salvado” conceptos.
Y de salida, las guerras ideológicas. Es de no creerse cómo, para bien, la televisión, y en general toda la industria del entretenimiento, se ha preocupado desde 2010 por impedir el acoso sexual, el maltrato animal y cosas peores.
Podemos hablar de muchas tendencias que marcaron las pantallas durante los dieces. Desde producciones históricas hasta superhéroes pasando por la reinvención de la ciencia ficción, de los sitcom y de muchas cosas más.
¿Y qué me dice de la multiplicación de apps y plataformas?
Pero a mí lo que me preocupa es lo que viene, porque ya no hay manera de sostener, mucho menos de ver, tantas ventanas ni tantas emisiones, y porque lentamente esto está dejando de ser atractivo, creativo y poderoso. ¿O usted qué opina?
alvaro.cueva@milenio.com