Firmas virtuales, directos de Instagram y autores recluidos: así será el primer Sant Jordi confinado
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Los ingredientes estarán ahí, sí, pero difícilmente llegarán a mezclarse. Como el agua y el aceite o los gremlins y el nado a crol, escritores y lectores transitarán por este Sant Jordi sin llegar a tocarse y, en muchos casos, ni siquiera a verse. El libro, razón última que justifica año tras año tamaño despliegue, tampoco podrá ejercer de bisagra entre unos y otros. Y es que, con las librerías cerradas y las calles vacías, a la industria editorial no le ha quedado más remedio que encomendarse a las bondades de la virtualidad y las redes sociales para pasar este trago y confiar en que para el 23 de julio, fecha a la que se ha trasladado la celebración oficial del día y la rosa en Cataluña, la cosa haya escampado.
«Unos años toca vencer al dragón y otros toca quedarse en casa», proclaman desde Planeta, transatlántico editorial que también ha encontrado en Internet y las redes sociales un refugio a medida de este Sant Jordi confinado. Es ahí donde uno puede descargarse dedicatorias creadas especialmente para la ocasión por Javier Cercas, Dolores Redondo, Santiago Posteguillo, María Dueñas, Elvira Lindo y, en fin, casi todos los autores del grupo que, en circunstancias normales, andarían haciéndose trizas las muñecas en las calles de Barcelona.«Una dedicatoria de Sant Jordi sin contacto personal y directo (y sin la foto de rigor) queda un poco rara, pero eso la hace singular y esperemos que única», escribe Eduardo Mendoza
desde ese retiro virtual al que el coronavirus ha abocado también a esos autores que romperán la cuarta pared para encontrarse con sus lectores Instagram mediante.
Eduardo Mendoza,
Será el caso de Megan Maxwell, Blue Jeans, Elvira Lindo o Manuel Vilas, protagonistas destacados de la parrilla de encuentros virtuales de Planeta, o del cerca de centenar de autores que ha movilizado Penguin Random House en su «Casa Tomada», un jolgorio 2.0 por el que pasarán Paolo Giordano, Vanessa Montfort, Karina Sainz Borgo, Eloy Moreno, Eva Baltasar, Víctor Manuel o Rozalén, entre otros.
En el menú, charlas, tertulias, lecturas y recitales poéticos para avivar el interés por la lectura mientras la gente mantiene la nariz pegada a las pantallas. Y como colofón, una charla entre Isabel Allende y sus lectores a través de Facebook, uno de los muchos broches a una jornada en la que habrá espacio para prácticamente de todo. ¿Que no? Veamos: Almudena Grandes, Luis Landero, Fernando Aramburu y Antonio Orejudo leerán a Benito Pérez Galdós en el centenario de su muerte; Gonzalo Torné, Adrià Pujol y Martí Sales, entre otros, tomarán las riendas de la cuenta de Twitter de la librería La Calders; Galder Reguera y Rosa Montero recordarán sus anécdotas favoritas del Día del Libro; Santiago Roncagliolo, Álvaro Colomer, Marius Serra, Llucia Ramis y Najat El Hachmi lanzarán recomendaciones literarias; la editora Blanca Rosa Roca charlará en directo con autores de su catálogo como Elia Barceló, Roberto Sánchez o Miguel Fernández; Sebastià Alzamora, David Castillo, Joan Margarit y Ferran Torrent, entre otros, presentarán novedades en los perfiles del Grup 62; la científica Deborah García Bello presentará en directo «No tocar», sobre el Covid-19; Siruela recuperará clásicos de Henry James, Emily Bronte o Flaubert… Y todo, faltaría más, sin salir de casa ni despejar los ojos de la tablet o el ordenador.
El dilema de las librerías
También algunas librerías han montado sus propios saraos, como esa maratón de recomendaciones impulsado por la barcelonesa Nollegiu o la parilla de directos del FNAC, pero, en esta ocasión, el dilema parece ser otro. Esto es: ¿vender o no vender? O, dicho de otro modo, ¿cómo conciliar el estado de alarma y la crisis sanitaria con la necesidad imperiosa de hacer caja? Tampoco aquí existe una postura común y mientras algunas cadenas como Laie, La Central o FNAC mantienen la venta a través de su web y, sobre todo, ofrecen envíos a domicilio en uno o dos días, medio centenar de librerías como Documenta, Pati Blau, Casa Usher, La Memòria, La Tribu o La Impossible apuestan por la compra avanzada «por responsabilidad con la comunidad y para parar la línea de contagios».
Lo que proponen estos establecimientos, agrupados en torno a la iniciativa #SantJordietstu, es que la gente compre ahora en las webs de las librerías pero pase a recoger sus libros cuando termine el confinamiento. También se han puesto en marcha plataformas de venta para ayudar a librerías como Llibreries Obertes (más de 20.000 libros vendidos desde que empezó el confinamiento) y editoriales como Nórdica y Comanegra han ideado sistemas para ayudar a los establecimientos, aunque siempre habrá quien prefiera encomendarse a los gigantes del comercio electrónico. Como prueba, una encuesta realizada esta misma semana por TV3 que desvelaba que 7 de cada 10 catalanes no comprará ni rosa ni libro este Sant Jordi pero que de los que sí que tenían previsto comprar, un 60% lo hará a través de Amazon.