Una tormenta de reproches se desató ayer en el pleno del Congreso y Pedro Sánchez tiró de un dicho italiano para despejar toda autocrítica. «Piove, porco Governo» («Llueve, cochino Gobierno»). Reconoció después errores por primera vez en la sesión de control, celebrada justo después del debate sobre la prórroga del estado de alarma, aunque sin decir cuáles ni pedir perdón. Desconcertó a la oposición, como inquietó también al diputado popular Antonio González Terol su impecable corte de pelo con las peluquerías cerradas. Una broma, para la portavoz del Ejecutivo, «de mal gusto».
El hemiciclo, como acostumbra desde la expansión del coronavirus, apenas reunió a cincuenta parlamentarios. Edmundo Bal (Cs) lo definió como un «pleno fantasma». Y en su intervención, de su parte y de la de Inés Arrimadas –en su casa desde el inicio de la crisis por su embarazo–, brindó un sentido pésame al presidente del PP, Pablo Casado, que ha perdido a su tío.
Le siguieron en ese sentimiento la socialista Adriana Lastra y el independentista Gabriel Rufián. Fue precisamente Casado quien esta vez promovió un minuto de silencio en honor a todas las víctimas del Covid-19. La presidenta del Congreso, Meritxell Batet, no vio inconveniente. La semana pasada fue ella quien lo pidió.
Los diputados actúan casi con normalidad. Y tanto es así que lejos de concienciarse y de utilizar más mascarillas y guantes, cada vez se ven menos. Apenas Ana Pastor (PP), Laura Borràs (Junts per Catalunya) y Macarena Olona (Vox) los portaron.
La diputada independentista, de hecho, era la primera vez que acudía al Congreso desde el decreto del estado de alarma. Reclama, como Cs, que los plenos sean telemáticos. Pero decidió ir para mantener su particular pulso por la hegemonía soberanista. Si Rufián exigía la convocatoria de la mesa de gobiernos antes de junio, ella suscribía las palabras de la portavoz del Govern, Meritxell Budó –«En una Cataluña independiente habría menos fallecidos»–. En un intento de no ser menos, Mireia Vehí (CUP) felicitó el cumpleaños al preso Jordi Cuixart.
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Una tormenta de reproches se desató ayer en el pleno del Congreso y Pedro Sánchez tiró de un dicho italiano para despejar toda autocrítica. «Piove, porco Governo» («Llueve, cochino Gobierno»). Reconoció después errores por primera vez en la sesión de control, celebrada justo después del debate sobre la prórroga del estado de alarma, aunque sin decir cuáles ni pedir perdón. Desconcertó a la oposición, como inquietó también al diputado popular Antonio González Terol su impecable corte de pelo con las peluquerías cerradas. Una broma, para la portavoz del Ejecutivo, «de mal gusto».
El hemiciclo, como acostumbra desde la expansión del coronavirus, apenas reunió a cincuenta parlamentarios. Edmundo Bal (Cs) lo definió como un «pleno fantasma». Y en su intervención, de su parte y de la de Inés Arrimadas –en su casa desde el inicio de la crisis por su embarazo–, brindó un sentido pésame al presidente del PP, Pablo Casado, que ha perdido a su tío.
Le siguieron en ese sentimiento la socialista Adriana Lastra y el independentista Gabriel Rufián. Fue precisamente Casado quien esta vez promovió un minuto de silencio en honor a todas las víctimas del Covid-19. La presidenta del Congreso, Meritxell Batet, no vio inconveniente. La semana pasada fue ella quien lo pidió.
Los diputados actúan casi con normalidad. Y tanto es así que lejos de concienciarse y de utilizar más mascarillas y guantes, cada vez se ven menos. Apenas Ana Pastor (PP), Laura Borràs (Junts per Catalunya) y Macarena Olona (Vox) los portaron.
La diputada independentista, de hecho, era la primera vez que acudía al Congreso desde el decreto del estado de alarma. Reclama, como Cs, que los plenos sean telemáticos. Pero decidió ir para mantener su particular pulso por la hegemonía soberanista. Si Rufián exigía la convocatoria de la mesa de gobiernos antes de junio, ella suscribía las palabras de la portavoz del Govern, Meritxell Budó –«En una Cataluña independiente habría menos fallecidos»–. En un intento de no ser menos, Mireia Vehí (CUP) felicitó el cumpleaños al preso Jordi Cuixart.