Marcos Mundstock, el alter ego de Mastropiero
0
Marcos Mundstock falleció ayer en Buenos Aires. Llevaba un año peleando con una enfermedad que había afectado a su motricidad y que le había alejado del grupo -no pudo viajar ya a la última gira española, el pasado año-. Hace cinco años decía en ABC, sin una gota de amargura en su acento: «No quiero ser agorero, pero tenemos entre los 67 y los 73 años, y estamos más cerca de la salida que de la entrada. Pero no hay nada que nos divierta más y nos haga más felices que ponernos el esmoquin y subirnos al escenario».
Lo llevaba haciendo con sus compañeros desde hace más de cincuenta años. Marcos Mundstock fue uno de los creadores de Les Luthiers (junto con Gerardo Massana, Daniel Rabinovich y Jorge Maronna), que tuvo su primera actuación a finales de 1967; pero ya formaba parte de «I musicisti», el embrión del grupo. «Pero algunos de nosotros nos conocíamos incluso de antes -recordaba en la mencionada entrevista-. Y la primera biografía de Johann Sebastian Mastropiero es de 1961».
Fue el propio Marcos Mundstock el creador de este personaje, cuyas aventuras están indeleblemente unidas a la voz de su rapsoda. Lo creó para entretener a amigos y conocidos del coro de la facultad de Ingeniería -carrera que cursó durante solo tres años-. Primero fue Freddy Mastropiero -«sonaba medio mafioso», argumentaba-, después Johann Sebastian Masana y, finalmente, Johann Sebastian Mastropiero cuando se incorporó el personaje al repertorio de Les Luthiers, en 1970.
Nacido en la ciudad argentina de Santa Fe el 25 de mayo de 1942, Mundstock llegó a Buenos Aires con siete años. Comenzó su idilio con la música en su casa escuchando en la radio a cantantes como Beniamino Gigli o Tito Schipa. Después de abandonar los estudios de Ingeniería estudió locución en el Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica (ISER), pero seguía vinculado a su antigua Facultad en el Coro de Ingeniería, donde conoció a sus futuros compañeros en Les Luthiers; suyos son los libretos de los primeros espectáculos del grupo y, claro, casi todas las letras y las historias de Mastropiero.
Compartió su actividad en Les Luthiers con trabajos en radio, televisión y cine: intervino en «Torrente 3» y en un puñado de películas, aunque siempre en pequeños papeles o poniendo su voz; hasta el pasado año no interpretó un papel protagonista; fue en «El cuento de las comadrejas», de Juan José Campanella.
Durante muchos años, Marcos Mundstock no compartió camerino con sus compañeros. Estaba «exiliado» por vicioso. Eran los años en que todavía estaba permitido fumar en los espacios cerrados, y él, reconocía entonces, no quería renunciar al tabaco.
Es imposible referirse a Les Luthiers sin hablar de sus instrumentos informales. Mundstock tocaba el gom-horn, una especie de trompeta hecha con una manguera y un embudo, y decía de dichos instrumentos que eran una regresión. «El arte de los luthiers ha tardado siglos en perfeccionar los instrumentos, y nosotros hemos tardado muy poco en estropearlos. Estamos en un camino hacia la imperfección». Ironía y finura de un caballero argentino: Marcos Mundstock.