El país de la Presidencia y el de la emergencia
Impresiona la fijeza del proyecto de país que impulsa el gobierno frente al cambio de las condiciones de la economía de la nación.
Parecen mundos aparte el de la persistencia del gobierno en su proyecto y el de la emergencia nacional.
Ayer tuvimos dos noticias refrendando esa dicotomía del país del gobierno frente al país del resto de los mexicanos.
El gobierno anunció que seguirá financiando sus proyectos con los mismos criterios sostenidos hasta ahora, destacadamente el de refrendar la austeridad presupuestal, en proporciones que se antojan a la vez insuficientes e inentendibles.
Por ejemplo, desparecer 11 subsecretarías sin que pierdan su trabajo ni su ingreso los desaparecidos. O, confirmar la inversión de 65 mil millones de pesos para la producción de hidrocarburos, cuyo valor ha hecho polvo el mercado mundial.
El mismo día el Banco de México se asumió como prestador de última instancia por hasta 750 mil millones de pesos.
Si entiendo bien, la banca privada y la de desarrollo podrán prestar hasta esa cantidad, a 6 por ciento anual, como es la tasa de referencia del Banxico, asumiendo que en caso de que sus préstamos no se paguen, el Banxico asumirá la diferencia.
Es un respaldo extraordinario de las reservas del Banxico a la liquidez general del sistema bancario del país, para que éste pueda hacer frente a las necesidades que hay en bancos, empresas, instituciones y personas, en el horizonte recesivo del año que corre.
El Banxico pone dinero para que la banca tenga qué prestar y haya liquidez en la emergencia económica.
El gobierno, al revés, reitera su asignación de recursos a prioridades que poco tienen que ver con la emergencia: más dinero para la quiebra de Pemex, más dinero para gente que no ha perdido el empleo ni el ingreso, dinero para el Tren Maya, y una nueva dosis de recortes en el gobierno federal.
Es como si el gobierno le dijera a la economía de la nación que se rasque ella sola con sus uñas, mientras el presupuesto atiende solo a las prioridades del proyecto gubernamental.
El gobierno vive en una economía de su propia invención: la economía de presupuestolandia.
hector.aguilarcamin@milenio.com