Ha sido precisamente ahora, cuando todo parecía encaminado a un acuerdo total en el fútbol europeo a favor de apurar hasta el último momento las opciones para dar carpetazo a la temporada actual, cuando el primer caso donde la cruda realidad ha puesto en su sitio a la pelota ha dejado helados a los más optimistas del lugar. Los Países Bajos no cantarán gol hasta el próximo 1 de septiembre, y eso como pronto. La medida obedece a la decisión tomada por el gobierno neerlandés, cuyo primer ministro, Mark Rutte, anunció a última hora del martes la prohibición de celebrar cualquier evento que requiera permisos especiales —esto es, un despliegue especial de la policía, condición indispensable por más que los partidos se jugasen a puerta cerrada— hasta el ocaso del verano.
Por más que el propio Rutte lo calificase como « una decisión amarga», el regusto que genera lo que podría terminar siendo un precedente amenaza con ser mucho más desagradable en el paladar de algunas de las grandes ligas cuya estabilidad económica sigue en juego, condicionadas a embolsarse el dinero que corresponde a cada club de las televisiones. Se entiende así que la Eredivisie, que a falta de ocho jornadas ya había cobrado lo que se le debía por las retransmisiones, haya recibido con cierta resignación la noticia, a pesar de que sus planes pasasen por reanudar los entrenamientos individuales el 15 de mayo y volver a jugar el 19 de junio. Y alarma, al mismo tiempo, pensar que el primer país en tomar la cautela vaya a abrir los colegios el 11 de mayo, cuando está por ver que en España pueda salirse a dar un paseo.
El gran problema de la KNVB, la federación neerlandesa, consiste ahora en decidir cómo se reparten los premios y castigos. La situación no es cualquier cosa. Por arriba, el Ajax lidera la clasificación, si bien está empatado a puntos con el AZ, segundo por la diferencia de goles, aunque ganó sus dos enfrentamientos al semifinalista de la última Champions: 1-0 en Alkmaar y 0-2 en el Amsterdam Arena. El Feyenoord, tercero, jugaría la previa de la Europa League, mientras que decidir la otra plaza para esa ronda, que habitualmente se dirime en un playoff entre los clasificados del cuarto al séptimo, sería un cacao tremendo. Parecido, y más dramático aún, es lo del descenso, con RKC y ADO en la punta de la cola, pero con posibilidades matemáticas de dar la machada.
Nacho Monsalve, canterano del Atlético de Madrid que ahora capitanea al NAC Breda en la segunda división neerlandesa, sostiene que los jugadores creen que lo más probable es que no haya ascensos ni descensos, aunque es consciente de que cualquier decisión va a tener perjudicados. Entre ellos, de resolverse todo así, él mismo, inmerso en la pelea por subir a la Eredivisie. «También van a mandar un protocolo de entrenamiento donde dirán qué se puede hacer en las ciudades deportivas, qué pasa con las comidas en el club, cuánta gente puede haber en los gimnasios...», explica Monsalve, confinado en Breda, pero con su familia en Madrid, y pendiente de la reunión que marcará el futuro inmediato de su carrera. Se celebrará mañana. «Cada país tiene su forma de hacer las cosas, y aunque aquí la situación no sea tan grave como en España o Italia, también es verdad que fueron los primeros en decir que hasta el 1 de junio no se iba a jugar», completa.
Los planes de la KNVB pasan por alcanzar un acuerdo razonable con la UEFA que les permita maniobrar sabiendo qué va a pasar con las plazas que se le otorgan en competiciones europeas y, a partir de ahí, sentarse con los clubes y alcanzar un acuerdo lo más salomónico posible. Terminar el curso a partir de septiembre parece descartado, toda vez que la propuesta de emplear el final del año para acabar esta campaña y acomodar la próxima a 2021 que en su momento hizo el presidente del Olympique de Lyon, Jean-Michel Aulas, parece descartada.
Bélgica y Escocia, a la cola
En cualquier caso, lo que empieza a darse por sentado es que la UEFA no podrá sancionar a aquellas ligas que se salgan de la pauta con la que el organismo presidido por Aleksander Ceferin inició este camino de incertidumbre: terminar los campeonatos sea como sea. Bélgica y Escocia son otros ejemplos de países donde el fútbol espera a la confirmación de que la UEFA abre la mano para decir basta, siempre y cuando se garanticen las plazas que correspondan a cada cual para las siguientes ediciones de la Champions y la Europa League. Todo comenzó a aclararse ayer, cuando el máximo ente del fútbol del Viejo Continente asumió, en la reunión que mantuvo con la Asociación de Clubes Europeos y las ligas, que será imposible poner el broche a todas las competiciones. De pronto, la realidad se personó con toda su crudeza: si los gobiernos comienzan a imponer prohibiciones a que se juegue, poco importará la intención que sostengan organizaciones condenadas al mutismo cuando alzan la voz quienes de verdad mandan en todo esto.
