El regreso de Catherine Deneuve, seis meses después de su ictus

Tras seis meses de lenta recuperación del accidente cerebrovascular isquémico (infarto cerebral) sufrido a principios de noviembre del año pasado, Chaterine Deneuve (76 años) parece haberse recuperado definitivamente, más apasionada que nunca con su último «gran amor», Jack, su famoso perro, un shiba inu, la conocida estirpe de samuráis caninos japoneses. Cuando su ama fue hospitalizada, Jack se quedó «viudo» una larga temporada. Familia y amistades íntimas de la actriz francesa se alternaron en el cuidado del perro, de una raza conocida por su extrema fidelidad a su entorno. Ese ir y venir de casa en casa, con paseos menos rituales de lo tradicional, llegó a influir en la vida de Jack. Hasta que, al fin, Chaterine Deneuve pudo regresar a su hogar. El reencuentro entre el ama y el perro tuvo momentos de emoción. Y un ligero distanciamiento. Durante largas semanas, la actriz no podía salir a pasear con su compañero del alma, siguiendo un ritual muy estricto, provisionalmente roto. Las relaciones familiares y «amorosas» entre Deneuve y Jack han quedado finalmente restauradas. Desde hace días, a primeras horas de la noche la actriz saca a su perro a pasear entre los Jardines del Luxemburgo (inmortalizados por Ramón Gómez de la Serna) y la plaza de la iglesia barroca de Saint-Sulpice (inmortalizada por Pío Baroja, Azorín y Josep Pla). Deneuve protagonizala portada de «Paris Match»A Jack le gusta recalar, ocasionalmente, por un espacio especial para perros residentes en un barrio muy «radical chic», entre la antigua residencia parisina de Zelda y Scott-Fitzgerald y el actual domicilio de Patrick Modiano. Deneuve no siempre acepta ese capricho perruno: Jack se cruza y corretea con otros canes, pero su ama debe soportar el «asedio» de un vecindario siempre ávido de proximidades físicas y temibles fotografías callejeras. La noche del martes Por una vez, Deneuve se dejó caer la noche del martes por el espacio perruno próximo a los Jardines del Luxemburgo, para «fraternizar» con un minúsculo grupito de propietarios y perros, entre los que solo había otro shiba inu, mucho más joven, Buck, en recuerdo del perro de «La llamada de la selva» de Jack London. Deneuve ha adelgazado bastante. Sonríe. Habla con pasión de su perro, dejando que la bese y acaricie su rostro con la lengua. Visiblemente feliz, bien acompañada, no solo con Jack, Deneuve ha vuelto al rodaje de «En su vida», la nueva película de Emmanuelle Bercot, interrumpido tras el ictus de su protagonista. El día del reencuentro con el equipo que rueda la película, Deneuve fue recibida con una salva de aplausos, a los que respondió con sonrisas y besos al aire. Distancia física y mascarillas obligan. «El alcohol y los excesos le han dado un susto grande», comentaban los vecinos de la actriz los primeros días de su hospitalización. Seis meses después, visiblemente recuperada, Catherine Deneuve vuelve a trabajar y se deja tentar por discretos paseos solitarios, en su barrio, hambrienta de una cierta normalidad que también tiene algo de «liberación». Poder salir a la calle, entre las 10 y las 11 de las primeras noches de verano, paseando con Jack, sola, libre, como nunca, quizá tenga la fragancia de la libertad recuperada, junto al más fiel y último de sus compañeros.