Y todo sigue igual…
En la historia de las relaciones entre México y Estados Unidos, no nos había tocado “sufrir” tanto con un presidente norteamericano como Donald Trump.
Abundan los ejemplos de los desplantes y actitudes hostiles hacia nuestro país por parte de un mandatario que se caracteriza por su antimexicanismo, su desprecio por los migrantes y su carácter arrogante.
En plena Casa Blanca, el presidente Andrés Manuel López Obrador se encargó de recordarle a su contraparte estadounidense que en la historia de nuestras relaciones hemos tenido encuentros y desencuentros y que “hay agravios que todavía no se olvidan”. Un discurso propio de la diplomacia, cuidando las formas sin descuidar los fondos.
Muy preocupante el hecho de que el jefe del Ejecutivo mexicano se congratulara de la relación binacional y agradeciera el no haber recibido agravios ni contra su persona ni contra el pueblo de México, cuando apenas 48 horas antes, Trump compartía en redes sociales las fotografías en las que presume el muro fronterizo, y cuando esta misma semana busca por segunda ocasión, retirar el DACA, el apoyo de los dreamers mexicanos, 650 mil compatriotas que quiere deportar, cuando hay miles de familias que son separadas en la frontera, y cuando desconoce el derecho de asilo.
Tal vez no de una manera directa, pero sí hay agravios en los hechos. ¿Nunca ha buscado imponernos nada que vulnere nuestra soberanía? Como cuando la simple amenaza de imponer un arancel a todo producto mexicano que se vende a nuestro vecino del norte, bastó para movilizar a la flamante Guardia Nacional y ponerla a perseguir migrantes cerrándoles la puerta que meses atrás les había abierto.
La visita del Presidente López Obrador cumplió con el propósito de procurar un acercamiento con Estados Unidos, nuestro primer socio comercial, la primera potencia mundial y nuestro vecino. Algo bueno saldrá del nuevo T-MEC, cuando la pandemia nos tiene en la lona. Además, es preferible llevarla bien con quien puede ser un enemigo implacable.
“En efecto fallaron los pronósticos, no nos peleamos, somos amigos y vamos a seguir siendo amigos”, aseguró AMLO, y Trump remató: “han aprendido a no apostar contra nosotros”.
Pero, ¿dónde quedó la defensa de la dignidad herida? ¿Dónde el respaldo a la comunidad mexicana lastimada, ofendida y amenazada por la política antiinmigrante de Washington? ¿Por qué no hubo una postura firme ante el oprobio que para los mexicanos representa la construcción del muro divisorio?
Finalmente, no pinta bien lo que pueda representar para México y su gobierno el haber apostado por Donald Trump en su intento reeleccionista, porque si pierde, le quedaran meses para destruirnos y pisotearnos, y Joe Biden y los demócratas nos la tendrá guardada, pero si gana, empoderado, seguirá adelante con su muro, adelante con su discurso de odio, adelante con sus amagos comerciales y su desprecio por México.
@ramirezpaco