Ni tú ni yo somos madres perfectas, pero podemos ser las mejores
Nadie dijo que ser madre fuera sencillo, sin embargo tiene una gran recompensa. Desde el momento en que tienes a tu hijo en tus brazos, sabes que todo ha valido la pena. Aunque tampoco hay que negar que tiene sus momentos complicados. Ya sabes, la falta de sueño, el malestar luego del parto. Simplemente, la alta demanda que exige tu bebé. Lo peor es que nadie nos enseña a ser padres y nadie nace sabiendo cómo hacer su trabajo. El problema es que muchas veces nos exigimos más de la cuenta con tal de ser madres perfectas. ¿Eso es bueno?
Toda tu vida cambia
A partir de la llegada de tu bebé, dejas de ser tú. Tus planes, tu vida, tu cuerpo, tu trabajo, tus proyectos y sueños, terminan pasando a segundo plano porque ahora te enfocas en tu bebé. Puede llegar un punto en el que dejas de reconocerte, pues te has transformado por completo.
Eso no es malo, sólo debes ser consciente de que sigues siendo tú pero en una nueva versión. El problema es que puede pasar mucho tiempo hasta que te des cuenta de eso y mientras en todo ese lapso, sentirás que te has perdido o te exigirás más de lo necesario.
Tu tiempo ya no es tuyo
Tu bebé se ha apoderado de ti, no sólo de tu cuerpo o de tu tiempo. Ahora tus caricias son para él, tu calor, tus palabras de amor. Todo se enfocará en él, que a veces ni siquiera notarás lo rápido que pasa el tiempo. Pero poco a poco tendrás recompensas con sonrisas, palabras y miradas que nadie más te dará de la forma que lo hace tu bebé.
Eres mamá, pero puedes cometer errores
Ninguna madre es perfecta, así que quítate esa idea de la mente. No porque veas que una madre logra algo con su bebé, significa que tú debas hacerlo de la misma manera. Toda madre es una mujer imperfecta que tiene una gran responsabilidad con un pedacito de su corazón que anda fuera de ella.
Es normal que cometas errores, pero de eso se aprende. Además, no debes olvidar que cada hijo es único, así que no puedes comparar entre tus hijos y mucho menos con otros niños. Enfócate en disfrutar de tus hijos y verlos crecer aprovechando con ellos cada momento.
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