El paso del temporal Filomena, a mediados de enero, no encerró a Fausto en casa. El principal sospechoso de matar a su mujer, Mary Cruz, y su hija Isabel, de apenas 11 años, no dudó en echarse al campo y ayudar, como tantos otros madrileños, a despejar calzadas para recuperar el pulso diario. Y lo hizo con la dificultad añadida de residir en una retirada urbanización del término municipal de El Molar, unida a la A-1 por un sinuoso camino de tierra. Fausto, español de 48 años, mecánico en un taller de chapa de la localidad vecina de San Agustín del Guadalix, cogió la pala y arrimó el hombro junto a los pocos vecinos que pueblan Fuente Cárdena. «Estuvo aquí...
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