Afianzado como un jugador con una enorme progresión en la cantera del Shakhtar Donetsk, la carrera del ucraniano Oleksandr Zinchenko sufrió un duro revés por culpa de la guerra. En el año 2014, con el estallido del conflicto bélico del Donbás, el jugador, que acababa de cumplir la mayoría de edad, se vio obligado a huir a Rusia con sus padres. En Moscú, a más de 500 kilómetros de su hogar, tuvo que rehacer su vida. Durante seis meses, no tuvo más remedio que juntarse con amigos para entrenarse en las calles con la esperanza de no haberse despedido para siempre de su sueño de ser futbolista. «Fue una época muy difícil para mí. Estuve seis meses sin jugar, no tenía equipo...», contó en una ocasión.
Sin embargo, sus buenas actuaciones en la UEFA Youth League con el Shakhtar no se habían olvidado en algunos despachos y no tardó en recibir una llamada del Ufa ruso para enrolarse en sus filas. Lejos de solucionarse entonces sus problemas, el Shakhtar le denunció por incumplimiento de contrato y la FIFA le impuso una multa de 8.000 euros. En el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) la decisión fue revertida y Zinchenko pudo firmar al fin un contrato como futbolista profesional. En aquellos meses de tensa espera se pudo ver al jugador compitiendo en torneos de aficionados. Ni siquiera un fichaje frustrado por el Rubin Kazan le hizo tirar la toalla.
En 2016, su sacrificio tuvo un premio mayor cuando recibió la oferta del City. «No me lo creía», confesaría después. Llegó a un equipo plagado de estrellas, sin saber inglés y todavía marcado por su pasado reciente. El capitán Kompany fue esencial en su adaptación.
Sobre el campo, con la ayuda de Guardiola, ha ido alternando el lateral izquierdo con posiciones con mayor influencia en la creación, misión que cumple de maravilla en Ucrania. Esta noche, contra Suecia, aquel chico que no sabía si podría volver a jugar al fútbol liderará a su selección en busca de los cuartos de final.
