El éxito de la Cumbre de la OTAN reafirma la vocación euroatlántica de España
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Es pronto para cuantificar el impacto económico que la cumbre de la OTAN ha aportado a España. Del mismo modo que de momento es imposible medir la proyección internacional que ha tenido el país a nivel de imagen, aunque sí se puede intuir.
Dejando a un lado todo lo que ha supuesto para los países de la OTAN esta reunión -como el nuevo Concepto Estratégico, el apoyo sin fisuras a Ucrania, la adhesión de Finlandia y Suecia o el refuerzo en los países bálticos ante la amenaza de Rusia-, España ha hecho un ejercicio de diplomacia que no se veía desde hace años.
Fuera de Ifema, de las audiencias y encuentros bilaterales del Rey Felipe VI en el Palacio de La Zarzuela y de las reuniones que se han mantenido a todos los niveles entre delegaciones, estos días en Madrid los jefes de Estado y de Gobierno han disfrutado también de momentos más distendidos, en los que se ha apreciado una cercanía entre ellos que se ha traducido en unidad y entendimiento. Esta sintonía entre mandatarios es sin lugar a dudas el arma más potente de disuasión frente a las amenazas comunes de los países de la Alianza Atlántica.
España ha lucido palmito como nadie y ha demostrado que su buen hacer en materia de organización, protocolo y seguridad: el dispositivo de la base aérea de Torrejón de Ardoz recibió sin problemas a un total de 28 delegaciones, las caravanas cumplieron con los tiempos de las agendas y llegaron puntuales, el metro funcionó sin complicaciones...
Subida de autoestima
Ya lo dijo ayer el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, quien celebró que
la acogida por parte de España de la cumbre «ha sido perfecta, impecable, excelente»
. Agradeció al país el haber recibido a todos los aliados en Madrid, «una ciudad hermosa». También mencionó la cena de bienvenida de los Reyes en el Palacio Real -donde los asistentes fotografiaron con sus teléfonos todos los rincones, incluidas las paredes de mármol- y la ofrecida por Pedro Sánchez en el Museo del Prado. Una velada que desde el propio museo califican como «la mayor operación de comunicación de El Prado a nivel internacional» en la época moderna.
«Esta cumbre además de histórica ha sido emblemática para España porque refleja una serie de temas trascendentales para nuestro país. Es el 40 aniversario de la membresía de la OTAN pero, además, que España la acoja en este momento reafirma su posicionamiento euroatlántico», explica a ABC Manuel Muñiz, decano de Relaciones Internacionales del IE University, quien fue secretario de Estado en el Ministerio de Asuntos Exteriores hasta julio de 2021. Muñiz añade que la cumbre ha sido «un hito para nuestra política exterior y nuestra proyección internacional, que cristaliza un desarrollo de nuestra política internacional de más de cuarenta años», en los que los avances centrales fueron la membresía en la UE y en la OTAN y la integración de España en el club de democracias avanzadas.
El presidente del Gobierno Pedro Sanchez, y su esposa Begoña Gómez, charlan con el presidente de Estados Unidos Joe Biden antes de la cena ofrecida en el Museo del Prado
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EFE
«En el arco de nuestra política exterior, de seguridad y de defensa de los últimos años, este hito es coherente: España abandona una dictadura y comienza una transición a la democracia, se integra en la UE, en la OTAN y termina en el 40 aniversario de su membresía, con una cumbre muy trascendental», dice Muñiz, quien apostilla a que con esta cumbre «se cierra un ciclo en materia de política exterior muy exitoso, que cristaliza todos los esfuerzos de múltiples gobiernos».
Esta cumbre además se puede medir por la dimensión estructural del momento. «Parece que nos desplazamos a una velocidad bastante acelerada a un mundo más fracturado y de bloques, uno de democracias liberales y otro de potencias autoritarias. Esta ha sido la ocasión mas evidente para manifestar la unidad de esas democracias liberales o de buena parte de ellas», apunta Muñiz.
De ahí que esta cumbre haya servido como escenario para reafirmar la unidad política, de seguridad y afectiva: «Tiene un fondo muy profundo porque de ese mensaje hay destinatarios claros: Putin y otros gobiernos y países autoritarios que están observando el nivel de unidad y capacidad de respuesta compartida ante las distintas amenazas y retos que se planteen».
De estos días hay que resaltar la organización y protocolo, que según Francisco Torreblanca, profesor de ESIC Business & Marketing School, «han sido excelentes»: «Hasta la oposición ha felicitado al Gobierno por ello. Esto es una grandísima noticia porque es un factor crítico, ya que es un momento en el que todos los ojos del mundo están puestos en España y no se puede fallar en el más mínimo detalle y aquí no se ha fallado».
El papel de la Reina Letizia
La cumbre coincide además en un momento en el que desde la Casa Real se ha reforzado la agenda de la Reina, quien desde 2019 tiene más competencias. En este sentido, Doña Letizia ha sido el máximo exponente en materia de organización y protocolo, ya que ha sido la mejor anfitriona de la agenda paralela a la cumbre, la de las parejas de los líderes de jefes de Estado y de Gobierno de los países invitados.
«Ellos también han sido protagonistas, no han sido meros actores secundarios. El hecho de personalizar en la Reina es porque el aspecto de organización y protocolo suele pasar siempre por encima, pero al destacarlo y personalizarlo en ella -con ese nivel de empatía y amabilidad, incluso de mando- da valor a la Marca España, en un momento en el que las monarquías están muy cuestionadas en todos los países, no solo aquí», argumenta Torreblanca.
Recibimiento de la Reina Letizia a los acompañantes de los mandatarios en La Granja de San Ildefonso
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EFE
No hay que olvidar la seguridad, ya que «venimos de unos momentos muy difíciles», como atentados yihadistas, la pandemia, la guerra en Ucrania... «Dar la sensación de seguridad con el control que ha habido en toda Madrid y que no haya habido ninguna noticia que sembrase la duda en este aspecto, es fantástico. Demuestra que Madrid -y España- tiene capacidad internacional para ser un lugar donde se puedan ejecutar grandes eventos», argumenta Torreblanca.
Existen otros tres factores que refuerzan y dan sentido al conjunto que aporta Torreblanca de organización, protocolo y seguridad. Por un lado está la proyección cultural:
la elección de lugares como el Museo de El Prado
«nos posicionan culturalmente en el mundo como referentes». Al igual que el Palacio Real o los Reales Sitios de Segovia o el Reina Sofía, «que muestran una identidad e imagen muy interesante» como marca país.
Se suman también las variables de la gastronomía y el turismo, que «le dan una consistencia enorme» a la Marca España: «Provocan además algo fantástico en los ciudadanos: nos sube la autoestima en un momento bastante duro de subida de precios, entorno Covid todavía, de la incertidumbre de la guerra... da un poco de aire fresco cuando estamos en medio de una situación bastante complicada».