Privilegios y cobardía. Los “valientes” de ETA (1968-1985)
Conocí a lo que era “ETA” en 1969-70. De una petición fiscal de 2 años, por propaganda ilegal, el TOP, en 1968, me condenó a 9 meses de cárcel y 10.000 pesetas de multa. Súbitamente -como el fuego o la tormenta- vinieron un día a finales de 1969 y entré en la cárcel de Granada. De esta cárcel fui transferido a Teruel (la cárcel más dura para menores de 21 años, la otra era Ocaña después de 21 años de edad, y sobre todo el Puerto). En una larga conducción: Granada-Jaen-Madrid (Carabanchel)-Zaragoza y Teruel. Ahí conocí entre 1969 y 1970 a ETA. He escrito varios libros sobre ello y no es el objeto de este trabajo.
Resultaba increíble -desde la propia estructura del régimen- juntar en las cárceles a quienes nos quedaban 6 meses de prisión a los que estaban condenados por terrorismo, a 25 o 30 años. Todos ellos quedaron libres en 1979 por la amnistía y recibidos como héroes.
El primer e inesperado encuentro con los “héroes” vascos fue en la Cárcel de Jaén, Llegado en conducción desde Granada, apareció una irrealidad: la instauración de una Comuna de ETA en esta prisión. Poseían cocina propia, y casi un reglamento privado. Cuando solicité comprar pastillas para el mareo, fui requerido por un viejo militante de Eta, con quien visité la cárcel y comí con ellos. Ya me hablaron sobre deseo de llegar a Soria, Zamora o Segovia (de los curas vascos ya hablaremos) donde las Comunas eran extraordinarias y se convertían en cárceles modelo. Fueron generosos para un asustado y juvenil preso. Carecía de experiencia (y no la deseaba tampoco) pero las pastillas para el mareo (es muy famosa la marca) tenían un precio. Tenía que llevar un mensaje a ETA de Teruel. Desde la ingenuidad, le insinué que me dijese lo que quería y podía transmitirlo. Me enseñó el mensaje por escrito y en vascuence. A pesar de no entender demasiado me negué. Se acabaron las amistades.
Se sucedieron viajes y cárceles y quedaron marcadas las esposas unas semanas. Y Teruel -llamada Granja Agrícola Penitenciaria- me recibió con un frío eterno. Allí residíamos 21 presos políticos más del 50% de Eta (todos entre 19 y 20 años de edad). Estos militantes, no tenían delitos de sangre, sus condenas estaban relacionadas con destrucción con explosivos de diversas instalaciones en las provincias vascongadas (en la cárcel todo el mundo escondía las razones de su condena, alguno de ellos fue imprudente).
Y tras un mes de periodo me incorporé a la Comuna de la Cárcel de Teruel. Los vascos poseían el mito del silencio, en realidad eran personajes interesados en las técnicas del terrorismo y de nula formación política. Podíamos juntarnos en una pequeña celda, donde, quienes no éramos ETA, hablábamos de temas de historia o problemas del socialismo. Ellos se acomodaban en otra, para estudiar técnicas sobre cómo colocar banderas en centrales eléctricas o usar explosivos en instalaciones. (Cabe sospechar que serían escuchados por los servicios incipientes). Es importante señalar (en relación con el exjuez Garzón, que las comunicaciones con los abogados por parte de Eta eran respetadas escrupulosamente).
En La Comuna de Teruel, vivíamos, en parte, por los privilegios de ETA. Cada fin de semana un restaurante de Teruel nos servía, en el interior de la cárcel, platos que provocaban entre los presos comunes indignación, ante estos servicios. Nos dotaron, igualmente, de sacos de dormir de la RDA y fuimos alimentados por los organismos vascos, con los productos de la región.
Jamás me llamaron por mi nombre. Yo fui “Granada”. No eran dignos los españoles y sus nombres. Nunca consintieron tocar la guitarra o leer en la escuela los clásicos de la literatura española. Sobre los libros que entraban les eran indiferentes, ni siquiera entendían. Leímos muchos libros sin censura estricta, salvo que los títulos fuesen extremos. Si llegaba Materialismo y empiriocriticismo, pasaba, creo que nadie sabía lo que era, en caso contrario “La Revolución teórica de Marx”, no. Reglamentos
También los escasos militantes del PCE conseguían enviar en el interior de los tubos de Lecha Condesada, el periódico Mundo Obrero, rodeado de plástico.
Estábamos cerca del verano de 1968, cuando ETA decidió empezar a matar, en principio guardias civiles o policías. No insisto en la historia de la organización terrorista, puede consultarse el Libro de José María Garmendia.
Cito textualmente: “La decisión de asesinar se tomó exactamente durante las conversaciones que se produjeron en la V Asamblea de ETA, celebrada en dos sesiones diferentes que fueron acogidas por los jesuitas: la primera, en 1966, en la casa parroquial de Gástela (Guipúzcoa), y la segunda, en 1967, en la Casa de Ejercicios Espirituales que la congregación tenía en Guitaría, también en Guipúzcoa, y que se conocía como 'Villa San José'. En esta segunda fue donde se marcó el futuro ideológico y estratégico del grupo terrorista”
Viene esta incursión histórica, en los privilegios carcelarios de la llamada “cárcel concordataria de Zamora”, desde 1968 hasta 1977, se abrió en una cárcel especial para los sacerdotes y religiosos vascos. Lugar de privilegio, hoy elevados a héroes.
Todo el mundo quería ir a Soria, a Zamora y especialmente a Segovia ¿Cómo imaginar a quien conozca las cárceles del final del franquismo e inicios de la transición se produjese una fuga? La película de Uribe es una broma.
Asimismo, esperamos saber de Pertur y Miguel Salaum y Yoyes.
Ni el PCE, ni CCOO ni independientes tuvieron esos privilegios.
Ahora que gobiernan espero que reconozcan que menos heroísmo y más claridad histórica. La violencia estructural desde el Carlismo a ETA y Bildu no lo explica todo.
Además nos quedan verdades que os serán inaceptables. Es como volver a 1968. De nuevo luchas contra las tiranías.