Diez años han pasado ya de los hallazgos más atroces que se recuerden en las recientes páginas negras de la provincia de Sevilla. Nadie en Pilas podía sospechar lo que se ocultaba en una casa de la calle Beatriz Cabrera cuando, el viernes 9 de noviembre de 2012, se concentraban allí efectivos y coches patrullas de distintos cuerpos y fuerzas de seguridad. Francisco Huertas estaba casado con Sara López Hernández . Ambos no alcanzaban entonces los cuarenta años de edad. Vivían en una casa de dicha calle del pueblo de Pilas. Tenían dos niños en común. Aquella tarde de viernes el hombre localizó en el congelador del frigorífico de la cocina , mientras lo limpiaba, una bolsa extraña. Llegó a pensar que era carne de venado. Cuando la abrió se quedó en 'shock'. Era el cuerpo de un bebé. Rápidamente llamó a su hermano, que era bombero en el pueblo. Después alertaron de este atroz hallazgo al Servicio Coordinado de Emergencias 112. En un abrir y cerrar de ojos, agentes de la Policía Local y de la Guardia Civil habían ocupado la calle Beatriz Cabrera. La noticia corrió como la pólvora. Sobre las ocho de la tarde de ese viernes, llegó la esposa de Antonio acompañada de agentes del Instituto Armado. Fue detenida . Ingresó en la prisión de mujeres de Alcalá de Guadaíra de forma provisional cuatro días después. Era la madre del bebé encontrado congelado en el interior de la bolsa. Un segundo golpe para Pilas En su primera declaración judicial negó que lo matara. Aseguró que «nació muerto» , algo que dijo haber comprobado tras intentar reanimarlo y verificar que no tenía pulso. Añadió que «era un hijo deseado y querido por ella». Defendió que lo metió en el congelador donde posteriormente fue hallado por su marido «porque no quería desprenderse de él» y en todo caso «no por miedo a la Policía». Entonces se supo, según el avance de la autopsia realizada al menor, que éste nació con vida 18 meses antes de que el marido lo encontrara en el congelador mientras estaba limpiando la casa. Pasaban los días y la Guardia Civil avanzaba en la investigación de los hechos. Sin embargo, en algo menos de veinte días, un segundo hallazgo volvía a golpear a los vecinos Pilas y a los investigadores. Mientras Antonio limpiaba un arcón independiente que tenían en la casa cuando halló una bolsa de basura. La macabra escena se repetía. Había encontrado un segundo bebé congelado . Situación de la calle Beatriz Cabrera de Pilas horas después del primer hallazgo EFE La vivienda fue acordonada ante la curiosidad de los vecinos congregados en el entorno de la calle Beatriz Cabrera. Inicialmente se barajó la posibilidad de que este segundo bebé descubierto correspondiera a un mellizo del primero . Pero no fue la única sospecha que sobrevoló este caso. Un forense apuntó durante la instrucción la posibilidad que hubiera un tercer bebé. Los agentes, días después del segundo hallazgo, registraron dos inmuebles más propiedad de la familia. No encontraron nada. Como confirmaron los forenses del Instituto de Medicina Legal de Sevilla en el juicio con jurado que se celebró en septiembre de 2014 en la Audiencia Provincial, los niños nacieron con vida , no eran fetos, y murieron asfixiados por sumersión en agua. Noticias Relacionadas estandar Si LA CRÓNICA DE SEVILLA EN NEGRO El crimen de Paquito: el niño de Torreblanca al que la Justicia le debe un culpable Jesús Díaz estandar No El viaje esquizofrénico del parricida de Dos Hermanas: aniquiló a su familia y se fue a un burdel Silvia Tubio El juicio con jurado sirvió para conocer el relato de los hechos de boca de la principal protagonista, la madre de los bebés. Dijo que sólo recordaba haber tenido uno en la bañera en junio de 2011, negando que lo ahogara, pues según aseguró nació muerto. Pesó 3,3 kilos y medía 51 centímetros . Lo introdujo en el congelador de la cocina. Explicó que no comunicó su embarazo a nadie porque su marido no quería tener más hijos. No se sintió culpable de los hechos porque no lo mató. Prefirió congelarlo que enterrarlo . Un parto en la cárcel La relación entre marido y mujer fue protagonista del juicio. Ella y sus familiares apuntaron que era una relación complicada. Lo acusaron de conflictivo y alcohólico. Hermanos de Sara dijeron que ella tenía miedo de que su marido se enterase de que estaba embarazada porque la obligaba a abortar. Sara estaba embarazada cuando fue detenida en noviembre de 2012 y tuvo una hija en la cárcel. Nadie lo supo. Mientras tanto, la familia de Antonio señalaron que era una relación normal. «Es verdad que yo bromeé alguna vez con dejarla si se quedaba embarazada pero era una broma», insistió el exesposo en su declaración en el juicio. Aunque el abogado de la procesada aseguró que Sara padece trastorno disociativo y personalidad múltiple, Francisco repitió que su mujer «era una mujer inteligente y estudiada». Sobre el segundo bebé, Sara manifestó no recordar haber dado a luz. « Al principio pensé que podía haber tenido gemelos , pero me explico cómo llegó ese bebé allí», en referencia al arcón de su casa. Sara tuvo tres hijos (el último en la cárcel) y dos abortos voluntarios, además de los dos bebés que mató. «El monstruo que soy» En la vista oral, donde el jurado la declaró culpable de dos delitos de asesinatos con alevosía , declaró la supervisora de la residencia de ancianos donde trabajaba la acusada. «Mañana os vais a enterar del monstruo que soy yo» . Fueron las palabras que Sara le dijo antes de marcharse a su casa cuando su marido la llamó para alertarle del primer hallazgo. La fiscal del caso, Gracia García, defendió que Sara «no estaba loca» ni es «una enferma mental» , ya que «para cometer delitos no hace falta estar loco», sino que se trata de una persona «mala» que mató a sus hijos «porque quiso». Sara, para quien las acusaciones pedían 40 años de cárcel, fue condenada a 35 años de cárcel (17 años y medio por cada asesinato) y al pago de casi 300.000 euros a su exmarido y a sus dos hijos mayores. El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía y el Tribunal Supremo ratificaron el fallo: «La acusada disimuló con eficacia sus embarazos; los niños (uno entre 2002 y 2008 y otro en 2010) nacieron vivos y, precisamente, alumbrados por ella, que dio a luz en soledad por propia decisión; llegaron a respirar; su muerte no fue natural y aconteció en este contexto; y fue ocultada, del mismo modo que el nacimiento, por el procedimiento de encerrar los cadáveres en un congelador, donde tiempo después serían descubiertos», dice la sentencia.
