La política puede ayudar a consolidar una mejor evolución en la economía
La voz del diputado Máximo Kirchner es la más gravitante del sector mayoritario el Frente de Todos después, claro está, de la de la vicepresidenta Cristina Kirchner. Su llamamiento a una instancia política de discusión multipartidaria de las metas con el FMI tributa a la oposición del kirchnerismo al Acuerdo de Facilidades Extendidas firmado en su momento por el Gobierno. El diputado del FdT apunta a los voluminosos vencimientos de deuda que se producirán en 2024 y 2025, con una economía que llegará carente de divisas.
Entre el segundo y tercer trimestre, vencen $ 3,6 billones de deuda, y la política no hace disponible una certeza de qué pasará con esos vencimientos de bonos.
La apelación a un diálogo, una alternativa que no fluye en la escena actual, según Kirchner debería incluir a la oposición, que actualmente cuenta con potencial para disputar la sucesión de Alberto Fernández en la presidencia en octubre próximo.
Pero una convocatoria de ese tipo no debería extenderse a preocupaciones tan "remotas" como las de dentro de un año. No hay que ir tan lejos para encontrar una situación gravitante: en el 2° y 3° trimestre próximos, el Tesoro deberá afrontar vencimientos de deuda en pesos de aproximadamente $ 1,8 billones en cada período. El escenario financiero en esos seis meses estará signado por la inclemencia de la campaña electoral.
Si por un lado el equipo del ministro de Economía, Sergio Massa, viene logrando milagros conquistando al mercado doméstico de renovar los vencimientos y dejar las cuentas del Tesoro con saldo a favor, no logran atravesar la barrera de desconfianza de los inversores institucionales privados más allá del primer semestre. Nadie sabe qué haría el oficialismo con la "pared de vencimientos" en lo que resta de este año, y sobre todo después de las elecciones. Tampoco mucho se conoce de la intención de la oposición en caso de ganar los comicios. Es todo incertidumbre.
Mientras tanto, los elementos positivos del ordenamiento macro chocan con dificultades que escapan a la voluntad política de los actores. Si bien se percibe un control del déficit del Estado, primera señal para apuntalar otras políticas macroeconómicas, el tipo de cambio sigue inmune a medidas como la recompra de deuda al mercado.
A pesar de la contracción fiscal, con el esfuerzo y costo político que significa el relativo congelamiento de los haberes previsionales, tampoco la inflación da muchas señales de quedar bajo control, a pesar del ajustado Precios Justos.
En un contexto sensible en lo social, en poco tiempo más, a partir de marzo, se empiezan a rediscutir las pautas salariales en las paritarias. Y si maduran ciertas condiciones para atraer inversiones, cada vez más conflictos políticos ahuyentan posibilidades muy concretas. Son focos críticos para una economía que, en lugar de encontrar soluciones en la política, se topa allí con peligrosos obstáculos y dilaciones.