«Estamos en una crisis educativa sin precedentes». Esta es la alerta que lanzan las organizadoras de la Campaña Mundial por la Educación (CME) en España. «Necesitamos señalar el derecho a la educación básica, porque sin cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 4, no se cumplirán el resto», explica Kasia Tusiewicz, coordinadora de la CME en España. La tasa de fracaso estudiantil en España entre jóvenes de 18 a 24 años se sitúa en el 16%, casi seis puntos porcentuales por encima de la media europea y sólo superado por Rumanía. Además, la inversión se queda lejos de lo aportado por los vecinos comunitarios: «estamos un 65,8% del gasto medio europeo por alumno», destacan varios informes especializados en la materia. Si los datos nacionales son preocupantes, «mirar en África, Asia y algunas zonas de Latinoamérica es más preocupante», asegura Macarena Romero, responsable de incidencia política de la CME. Sin embargo, en estas áreas geográficas a esta problemática se añaden otras. «Hay un dato que es brutal», explica Romero. «118 millones de niñas entre 6 y 18 años no están escolarizadas», apunta. Este es el pilar de las actividades de la Semana de Acción Mundial por la Educación (SAME) de este 2022. En los diferentes países, según datos de Naciones Unidas, el acceso a la escuela está ligado, entre otras cosas, al bienestar general de los alumnos, a su origen social y cultural, a la lengua que hablan sus familias, a si trabajan o no fuera de casa y, en otros, a su sexo. «El objetivo es reclamar que la igualdad de género se sitúe en el centro de los planes y políticas del sector educativo, y dotarla de presupuesto suficiente», detalla Kasia Tusiewicz, coordinadora de la coalición española de la CME. Una brecha que se abre de diferentes formas en cada uno de los lugares del planeta. «No son los mismos problemas en España que en África o en Asia», asegura Miriam Torán Bedmar, miembro del equipo de movilización de la SEMA. Mientras que en los países no desarrollados el acceso de las mujeres al sistema educativo es la gran barrera, en los países 'ricos' el problema está en el acceso a profesiones científicas, tecnológicas, de ingeniería y matemáticas (STEM) y también a la falta de referentes femeninos. «Es importante recalcar las desigualdades», advierte Torán. Diferencias que se plasman en la estructura de los patios, en la participación de las decisiones por parte de los padres, el contenido de los libros de texto, cómo interactúan los jóvenes en clase o «las pocas referentes femeninas en la educación», advierten desde la CME. «Es relevante esto, porque el profesorado es una profesión con muchas mujeres, pero a medida que se avanza en el sistema educativo van desapareciendo», destaca Mirian Torán. «Esto se trabaja con una educación transformadora de género», puntualiza. Este tipo de enseñanza «tiene sentido para niñas, niños y jóvenes en toda su diversidad, así como para las comunidades y economías», revela la CME. Educar a las niñas al mismo nivel que los niños podría beneficiar a los países en desarrollo por una suma de al menos 112.000 millones de euros al año, según datos de Unicef. «Los enfoques actuales de la igualdad de género por parte de la comunidad educativa nos han hecho avanzar», señala el organismo dependiente de Naciones Unidas. «Pero hay que ir más allá», apostillan. Este tipo de educación «responde a necesidades reales de las niñas con el fin de propiciar entornos favorables para la igualdad de género», detalla Torán. «Por ejemplo, pedimos que propongan referentes femeninos, aunque les cuesta cada vez salen más nombres. Uno de ellos es Alexia Putellas, porque se habla mucho». Este tipo de acciones está encuadrada en las unidades didácticas que una decena de centros españoles ha aplicado durante esta semana de abril. «Supone supone garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, reconocer y responder a las desigualdades de género dentro y fuera del sistema educativo, eliminar las barreras a la educación e impulsar la reducción de la violencia de género y el matrimonio infantil, el aumento de la participación de las mujeres en el mercado laboral y el liderazgo de las mujeres y niñas en roles de toma de decisiones», señalan las responsables de la iniciativa. Mayor cooperación Luchar contra esta lacra es una cuestión global, y en este sentido España también debe contribuir. Un instrumento clave para hacerlo es el financiero. Por ello la CME exige al gobierno que aumente la financiación de la cooperación española en materia educativa con enfoque de género y seguir trabajando para destinar el 0,7% de la Renta Nacional Bruta a la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), del que un 20% debe estar destinado a la educación; y un 10% de la AOD para Ayuda Humanitaria, del que el 10% debe dedicarse a educación en emergencias. «La actual ayuda es un desastre», advierte Romero. La educación es clave para afrontar las violaciones de derechos de las niñas como el matrimonio infantil (una de cada cinco mujeres jóvenes se casa antes de los 18 años, y se estima que en esta década 150 millones de niñas serán obligadas a casarse), la violencia de género (15 millones de niñas de 15 a 19 años han sido víctimas de relaciones sexuales forzadas), los embarazos precoces y no deseados (en todo el mundo en desarrollo casi 1 de cada 3 mujeres jóvenes dio a luz antes de los 19 años), y el trabajo infantil (1 de cada 10 niños y niñas en todo el mundo trabaja, de los cuales 63 millones son niñas). «Estamos estancados en el cumplimiento del ODS 4 y en muchos países ha habido un retroceso tras la pandemia», alerta la miembro de incidencia política de la Campaña Mundial por la Educación.