Con motivo de la elección del cabeza de lista de EH Bildu al Gobierno vasco, se publicó el pasado 12 de diciembre un artículo sobre el pueblo de Pello Otxandiano respecto al que un lector de la edición digital indicaba que las localidades mencionadas de «Legutio, Elgeta y Durango» deberían aparecer como Villarreal de Álava, Elgueta y Durango. En sentido contrario, y unas semanas antes, el lector Elías Camiña hacía notar, en una noticia que incluía una referencia a Sangenjo , que esta denominación «no existe. La traducción al español sería San Ginés, el santo patrón de la villa junto con santa Rosalía. La Ley de Normalización Lingüística aprobada por el Parlamento gallego en 1983 cambió su denominación oficial al gallego Sanxenxo». Y aunque no se refiere a un topónimo, el lector José Manuel Balbuena me hacía partícipe de su «profundo disgusto» por encontrar una referencia al posible traspaso de «Rodalies» al Gobierno catalán, en lugar de utilizar el castellano 'Cercanías'. Sebastián Basco, jefe de Cierre y responsable de edición del periódico, confirma que «la defensa del castellano» es una de las banderas de ABC y reconoce que, efectivamente, se trata de un error cuando en alguna ocasión aparece una denominación en lengua vernácula. La única excepción posible a esta regla es cuando no existe un nombre documentado en castellano, lo que sucede en contadas ocasiones. El principio que se aplica, tanto para designar lugares geográficos españoles como de cualquier otra parte del mundo, es utilizar su nombre castellano, lo que obedece «por un lado a la tradición mantenida por el periódico, y por otro a las recomendaciones de los expertos». De hecho, cuenta cómo «la Fundéu anima a utilizar las denominaciones castellanas también de lugares distantes como Míchigan, incluyendo la tilde». También reconoce que en muchas ocasiones el equipo de edición se enfrenta a «un mar de dudas que buscamos solventar con la opinión de quienes saben más que nosotros». En la búsqueda de la opinión de un experto, me atendió muy cordialmente Pedro Álvarez de Miranda, catedrático de Lengua Española de la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de número de la Real Academia Española. Con gran amabilidad me explica que el debate entre los nombres geográficos en castellano y los exónimos, su denominación en otra lengua oficial o vernácula, «produce muchísimo apasionamiento». A su juicio, es conveniente respetar los nombres sobre los que hay una documentación histórica rica y firme en lugar de buscar «contemporizar» para evitar así «el menoscabo de la lengua castellana» ya que «los nombres geográficos también son palabras». «Nadie cuestiona que hablemos de Florencia, por ejemplo, en lugar de Firenze», me cuenta don Pedro, y «tampoco pasa nada si debemos usar voces de otra lengua si las ponemos en cursiva» para indicar su excepcionalidad. Al mismo tiempo reconoce que no es fácil mantener este discurso en una sociedad tan polarizada, lo que suele exigir una elevada dosis de paciencia y de voluntad pedagógica de la que él mismo hace gala. También Basco tiene claro que no hay debate desde un punto de vista lingüístico, aunque sin duda puede haber en ocasiones errores. Para el jefe de Cierre de ABC, la línea del diario es suficientemente clara y coherente en la defensa del castellano, y reconoce que sería «impensable una doble edición en dos o más lenguas». Tienen razón, por tanto, los lectores cuando reclaman el uso de los términos en castellano . Este compromiso del periódico con el buen uso de lenguaje podría también ir más allá, no solo reforzando las tareas de edición a todos los niveles para evitar errores que empañan un esfuerzo histórico y colectivo que se ha convertido en un distintivo de la cabecera. También convendría repasar otras expresiones, quizás excesivamente coloquiales, como palabras malsonantes o tacos, que se pueden colar en los textos y que también en ocasiones han provocado el enfado de los lectores. Si bien el género informativo y el de opinión tienen sus diferencias, y el articulista puede tomarse algunas licencias, sería bueno que quienes enriquecen la cabecera con sus opiniones diversas conocieran bien el esfuerzo que el periódico hace por la defensa de la lengua común. Y hoy me despido con el deseo de que pasen una muy feliz Navidad.