Nos despertamos con el sonido de una alarma, que nos invita a iniciar un nuevo día, la grifería monomando nos permite ajustar la temperatura con una precisión suiza, el cepillo de dientes nos facilita la higiene bucal, y salimos de casa con zapatos de suela antideslizantes, resultado de años de investigación y desarrollo. Pequeños inventos que nos hacen, sin duda, la vida mucho más fácil. Uno de esos inventos es el celo, esa cinta adhesiva y transparente que parece simple e insignificante, pero que esconde un sinfín de posibilidades, hijas de la necesidad, la creatividad y la búsqueda de soluciones. Fruto de la tacañería El 31 de enero de 1930 se puso a la venta la primera cinta adhesiva transparente en Estados Unidos, lo que en nuestro país rebautizamos con el nombre de 'celo'. Fue ideada por el ingeniero estadounidense Richard Gurley Drew, aunque su historia había comenzados unos años antes. En la década de los veinte del siglo XX se puso de moda pintar los coches con dos colores, algo que era verdaderamente difícil conseguir. Por este motivo, Richard Gurley ideó en 1925 una cinta adhesiva que, pegada a lo largo del coche, permitía motear las dos zonas por separado sin miedo a que se entremezclaran los colores. En aquellos momentos Gurley trabajaba para la multinacional americana 3M, abreviatura de Minnesota Mining and Manufacturing Company, una empresa dedicada a la investigación, fabricación y comercialización de productos innovadores. De esta forma se alumbró la primera cinta que conocemos como 'de carrocero' o de 'enmarcar' y que, a diferencia de la cinta actual, tan solo tenía la sustancia adhesiva en los bordes, para que fuera más fácil quitarla. Los pintores de los coches se quejaron a los fabricantes de su tacañería, ya que en ocasiones la cinta se desprendía. Como en aquellos momentos los mayores productores de estas cintas eran escoceses (Scotch, en inglés) se empezó a utilizar ese término para referirse tanto a la cinta adhesiva como para usarlo como sinónimo de tacaño. Tal fue la popularidad que, con el paso del tiempo, Scotch se acabó convirtiendo en una marca y dio nombre a la cinta transparente creada por Richard Drew. Un aliado multiuso en el día a día El crack de la bolsa de Nueva York de 1929 trajo consigo una década marcada por la depresión económica, una época en la que reemplazar objetos viejos por otros nuevos era verdaderamente complicado, por lo que la cinta Scotch se convirtió en una tabla salvavidas. Una herramienta con la que era posible prolongar la vida media de muchos objetos sin que apenas se notara. Desde entonces el producto no ha dejado de comercializarse y en estos momentos se calcula que si pusiéramos todos los rollos que se venden anualmente en el mundo juntos ascenderían a más de seis millones de kilómetros, una cifra que equivale a unas 150 veces la circunferencia terrestre. MÁS INFORMACIÓN noticia Si Las empresas españolas que miran a las estrellas noticia No Resuelto el origen de Fobos y Deimos, las misteriosas lunas de Marte En nuestro país las cintas adhesivas fueron comercializadas por la empresa 'Celulosa española' con el nombre de 'Cello-Tape', un nombre que fue acortado a 'celo'. Este vocablo sería reconocido tiempo después por la Real Academia de la Lengua e incluido a su Diccionario.
Прохождение элитного подземелья «Лесной алтарь» в Tarisland
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