Si, como dijo recientemente el presidente del Gobierno, «la verdad es la realidad», no hay más que observar los movimientos y escuchar los anuncios de los beneficiarios de su ley de amnistía para comprobar que la realidad lo desmiente y desautoriza. Mientras Pedro Sánchez repetía este domingo en Barcelona que tanto los indultos de la anterior legislatura como la amnistía aprobada ya por el Congreso son «herramientas con un objetivo claro, que es el de la normalización política y el de la convivencia», el separatismo anunciaba que volverá a repetir la intentona golpista del 1 de octubre de 2017. No es la Comisión de Venecia la que cuestiona las medidas de gracia del Gobierno, ni la Unión Europea la que repasa el articulado de esta proposición de ley, ni los jueces los que le ponen objeciones. Son los propios independentistas, llamados por Sánchez a la 'normalización' y la 'convivencia', quienes se encargan de desenmascararlo con su desinhibida y recurrente apuesta por la anomalía y la discordia.