La derrota en Portugal certifica la crisis de la izquierda a las puertas de las elecciones europeas
De una arrolladora mayoría absoluta con 120 diputados, los socialistas portugueses se han dejado 40 en el camino lastrados por un caso de corrupción que llevó a la dimisión al primer ministro, Antònio Costa, y se han quedado sin opciones de gobernar. No es un caso aislado, es la tónica habitual en toda la UE, donde comicio a comicio la derecha y la extrema derecha se han ido imponiendo, con la excepción de España, donde a pesar de la victoria del PP, la suma con las fuerzas independentistas permitió a la izquierda conservar el Gobierno.
Además de España, los socialdemócratas sólo gobiernan en Alemania –donde la coalición de Olaf Scholz con liberales y verdes está en mínimos históricos de popularidad–, Dinamarca, Malta y Rumanía –que tiene un primer ministro socialista y el presidente de la familia del Partido Popular Europeo–.
Y el viraje a la derecha en el continente se ha producido en prácticamente todos los procesos electorales gracias en buena medida al ascenso de la extrema derecha –a excepción de Polonia, donde la candidatura de Donald Tusk con otras fuerzas de la oposición logró apartar del poder a Ley y Justicia–. Mientras que el Partido Popular Europeo celebró con alfombra roja la vuelta de Tusk a Bruselas por echar del Gobierno a los ultranacionalistas que tantos dolores de cabeza habían dado a la UE, el cordón sanitario lo habían roto tiempo atrás formando parte del Ejecutivo de Giorgia Meloni en Italia, apoyándose en la fuerza ultra de derechas en Suecia o constituyendo el gobierno más conservador de la historia de Finlandia, donde la ex primera ministra socialdemócrata Sanna Marin cayó por detrás de la ultraderecha.
Después llegaron las victorias ultras de Robert Fico (Eslovaquia) y Geert Wilders (Holanda). Y ahora el centro derecha gobernará en Portugal, aunque parece que los socialistas permitirán que gobierne para sacar de la ecuación a Chega, que, bajo el lema ‘Limpiar Portugal’, fue el gran vencedor de los comicios del pasado domingo con 48 escaños (36 más de los que obtuvo en 2022).
“Esta crisis puede ser de la izquierda, pero también del centro derecha. A pesar de ganar las elecciones, han tenido los peores resultados de su historia en Portugal; en Reino Unido van a perder; en Italia el centro derecha ha desaparecido”, señala a elDiario.es Pedro Riera, director del departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Carlos III, que considera que uno de los problemas que han tenido los socialistas en Portugal es que no han acompasado la buena marcha de la economía con “políticas sociales atractivas para su electorado clásico”.
El otro ‘pecado’ de las fuerzas progresistas es la disyuntiva entre ese “electorado clásico de clase trabajadora al que es más difícil llegar con discursos de derechos socioculturales o para los colectivos tradicionalmente marginados, como las mujeres o los inmigrantes” y la presión de una parte progresista a la que también tiene que seducir para gobernar y que reclama ese tipo de ampliación de derechos, según Riera, que sitúa a los socialdemócratas “entre la espada y la pared”.
En el caso de Los Verdes, que tuvieron sus mejores resultados en las elecciones europeas de 2019 y que han logrado estar en el poder en países como Alemania pero que ahora se enfrentan a perder un buen puñado de eurodiputados, el profesor de Ciencias Políticas señala que “estar en el poder siempre pasa factura” y más cuando es compartido y obliga a “transigir”. “También les pasa factura la falta de experiencia y muchas veces el salto entre lo que dicen en la oposición y lo que pueden hacer en el Gobierno”, explica.
Con ese panorama, el futuro inmediato no es muy alentador para las fuerzas progresistas en los próximos comicios de Alemania –donde la ultraderecha de Alternativa por Alemania está en segunda posición según los sondeos–, o Francia –donde Marine Le Pen puede ganar–. Un sondeo pronostica la victoria de la ultraderecha en nueve países en las próximas elecciones europeas y la superación a los liberales como tercera fuerza.
“Un resultado del 30% de los votos en estas elecciones en Portugal por parte de nuestros compañeros se traduciría en un buen resultado en las elecciones europeas. No es cuestión de hacer o no autocrítica. No podemos estar satisfechos cuando no vamos a seguir gobernando para transformar porque es lo que ha hecho el Gobierno estos ocho años. Portugal ha sido el faro en el que se miraba la socialdemocracia para demostrar que la austeridad no era la única salida y que es posible crecer con las garantías del bienestar social”, fue el diagnóstico de la jefa de los socialdemócratas en la Eurocámara, Iratxe García, tras la derrota.
“De lo que estamos más preocupados es de que el resultado electoral en las europeas se traduzca en las alianzas que últimamente el Partido Popular Europeo está haciendo con la extrema derecha. Eso va en contra del proyecto europeo, de los valores europeos y sobre eso vamos a trabajar para las próximas elecciones europeas”, agregó García.
Nadie duda ya del aumento del conservadurismo en el futuro Parlamento Europeo. De hecho, el Partido Popular Europeo ha impregnado un giro a la derecha en el programa que defenderá la actual presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a la que apoyan socialistas y liberales.
Pero más allá de la composición del próximo hemiciclo de Estrasburgo, el gran problema de los socialdemócratas es la situación de debilidad a la hora de negociar el reparto de poder de la UE –donde precisamente António Costa era el favorito para presidir el Consejo Europeo– y la designación de los comisarios del gobierno comunitario, que corresponde a los ejecutivos nacionales, que un buen puñado han cambiado hacia la derecha respecto a hace cinco años.