Bart Ouvry, director del Museo de África: “No creo que exista ningún museo en el mundo que no se plantee la procedencia de sus colecciones”
“Se trata de establecer espacios de diálogo e intercambio que nos permitan superar este marco colonial”. El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, planteó una revisión de las colecciones de los museos estatales para avanzar en su descolonización. En la retina, tiene el Museo de África de Bélgica, que en el tiempo que Urtasun fue eurodiputado vivió un proceso de transformación para dejar atrás el 'museo de los horrores' que ideó el rey Léopold II al establecer una sección colonial durante la Exposición Universal de 1897. Situada en el Palacio de África de Tervuren, una zona a las afueras de Bruselas, la acompañó con la recreación de un poblado africano en el parque que lo rodea. Siete personas murieron en esa aldea. La exhibición se convirtió posteriormente en un museo que se inauguró en 1910 en un imponente edificio y que Urtasun definió como "terrorífico, una cosa racista, colonialista, espantosa".
Bart Ouvry es el actual director del Museo de África y se ha hecho con las riendas de la institución en la segunda fase de su transformación: cuando sus puertas ya están abiertas y se ha comenzado el proceso de análisis de las obras para su posible devolución a Congo, Burundi y Ruanda en el caso de que fueran robadas o expoliadas. Su bagaje no es el habitual de un director de museo. Diplomático de profesión (embajador en países como Mali, la República Democrática del Congo o Kenia) apuesta por "compartir" el patrimonio artístico y se muestra convencido de que la revisión de las colecciones no es un caso aislado.
¿Cómo nació la idea de reformular el Museo de África de Bélgica?
El punto de inflexión se produjo en torno al año 2000, cuando mi predecesor llegó al museo. Esta institución no había cambiado prácticamente desde 1960, siendo un museo que nació con un espíritu de propaganda de la acción colonial. Fue creado por Leopoldo II, que entendía que era necesario construir triunfos para ganar credibilidad y legitimidad para su proyecto entre la población belga. Otro de los puntos de inflexión fue el hecho de que cada vez más gente de África emigrara a Bélgica.
Y luego, objetivamente, creo que también hay un cambio a nivel geopolítico. Las relaciones entre los distintos continentes están cambiando: ha emergido Asia, ha emergido América Latina y, cada vez más, hay también países africanos que están empezando a emerger y a cambiar. Las relaciones están cambiando y nosotros queremos, como museo, contribuir a una asociación que es completamente diferente de la antigua forma en la que dominábamos África. Nunca fuimos invitados a África, nos impusimos como potencia colonial.
¿Cómo ha sido el proceso para reformular el museo?
Fue bastante normal. Trabajamos mucho con los científicos del museo, pero la originalidad de nuestro proceso fue que consultamos mucho también con afrodescendientes en Bélgica. Había una estructura de consulta. Tengo que admitir que, al final de la renovación, hubo disfunciones, hubo conflictos, hubo tensiones. Pero no creo que hoy uno pueda visitar el museo sin ver a afrodescendientes visitándolo. No podemos dirigir este museo sin el apoyo y el pensamiento de personas con una cierta sensibilidad con África. No es nuestro único público, somos un museo para el gran público, pero trabajamos más sobre África, trabajamos con africanos, y eso es la idea decolonial. Es sobre todo un cambio de mentalidad y un deseo real de trabajar en colaboración con África.
¿Y cuáles son las diferencias si lo comparamos con la etapa anterior?
Hay dos elementos que son nuevos. En una de las salas principales, la Sala de Rituales y Ceremonias, mostramos las funciones sociales, espirituales y culturales de los objetos de la colección. No somos un museo de arte. Somos un museo que ayuda a los visitantes a comprender ciertos rituales africanos. Los objetos son a menudo muy bellos y fascinantes, pero intentamos explicar su función. Sobre todo, hay un mensaje de universalidad. Muchos de estos objetos acompañaban el nacimiento, la educación, el matrimonio y la muerte, así que tenían una función. Y observando estos objetos, intentamos comprender cuáles eran los símbolos y las formas en que los africanos funcionaban social y culturalmente.
Antes se presentaban los objetos sin explicar suficientemente. El museo también contenía muchos objetos en torno a África, por ejemplo, estatuas que habían sido creados por artistas europeos, y muchos de estos objetos, incluso estas estatuas, mostraban al hombre africano de una manera estereotipada. También intentamos deconstruir esta forma de mostrar al hombre africano como un ser humano primitivo.
¿Esos objetos han desaparecido de la colección actual?
Estos objetos siguen ahí. Se pueden ver las estatuas, por ejemplo, pero hemos trabajado con un artista congoleño para contextualizarlas. También tenemos un depósito de estatuas que ahora se puede visitar con guías que interpretan los estereotipos coloniales y representaciones racistas. Hay una estatua muy famosa del denominado el hombre leopardo, que antes estaba a la entrada del museo, pero ahora no queremos mostrarla sin explicación. Tenemos que explicar el porqué de esta estatua y dejar claro que no muestra ni la realidad de hoy, ni la realidad de la época.
La realidad de un museo es que nunca podemos mostrar toda nuestra colección. Exponemos apenas el 1% de nuestras colecciones. Así que cualquier exposición permanente o temporal es una elección. No contamos una sola historia, cada sala cuenta su propia historia. Nuestro objetivo es quizás centrarnos menos en los objetos para contar una historia, pero contar historias que permiten que la gente comprenda mejor el pasado y también la realidad del Congo y de la África de hoy. África tiene una larga historia, y nosotros también intentamos contarla. Pero también quiero que contemos la historia de la África de hoy, que es una África dinámica, una África donde la gente tiene ambiciones, donde algo está ocurriendo. En los próximos años, por ejemplo, haremos una exposición sobre la música electrónica en África y las influencias e intercambios entre músicos africanos y europeos.
¿Hubo en Bélgica oposición a la reformulación del museo? En España hay quien dice que no es una prioridad…
No existe una opinión única sobre estas cuestiones sino una multiplicidad de opiniones. Nuestro objetivo como museo es ser un foro, donde la gente viene a intercambiar ideas. Por ejemplo, facilitamos la presencia de activistas y asociaciones en el museo. Están presentes y hacen visitas guiadas. No siempre estoy de acuerdo con lo que dicen, pero es importante que estén presentes en el museo y que dialoguemos con ellos. También hay una asociación de antiguos colonos que sigue reuniéndose en el museo. Es bueno que vengan aquí y que haya un diálogo con ellos y que poco a poco se abran mucho más a los puntos de visto de las comunidades africanas. Veo que esto está ocurriendo. Nuestro objetivo es ser un foro para diferentes visiones y permitir que la gente se reúna y llegue a una visión más compartida que en el pasado. No lo conseguiremos en un día ni en un año, pero tenemos que desempeñar nuestro papel.
¿Y para el futuro? Hay una ley que prevé un mecanismo de restitución y devolución de las obras. ¿Qué pasa con ese proceso?
Esta ley está en vigor. Es importante porque nos permite entablar un diálogo con nuestros colegas del Congo, Burundi y Ruanda, ya que la ley se centra en estas tres antiguas colonias. Dos tercios de la colección de objetos culturales proceden del Congo. Así que ese es nuestro primer objetivo. Y luego hay una estructura que se está poniendo en marcha, según la cual habrá un acuerdo bilateral negociado entre los dos países, con un comité científico mixto Congo-Bélgica que examinará los objetos. Y el principio es muy claro: lo que ha sido robado, lo que se ha obtenido mediante manipulación, robo o violencia, debe pasar a ser propiedad del Estado congoleño, ruandés o burundés.
¿Y ha comenzado ya?
Se han creado las estructuras en el Congo y estamos esperando a que se concluya el acuerdo bilateral. No somos nosotros los que vamos a imponer nuestro ritmo, son los congoleños los que van a marcarlo y a decidir el calendario.
Hemos intensificado nuestras investigaciones sobre la procedencia u origen de los objetos. Y lo importante es que no lo hacemos sólo como instituciones belgas, también lo hacemos en colaboración con nuestros socios congoleños. La investigación sobre la procedencia es algo que tenemos que hacer constantemente. El siguiente paso es concluir este acuerdo. Y después una opinión concertada entre científicos belgas y congoleños sobre la restitución de ciertos objetos.
¿O sea que no ha habido devolución de objetos aún?
Por el momento, no. En 2022, hubo una visita de Estado a la República Democrática del Congo en la que, de manera simbólica, el Rey Felipe ofreció un objeto, una máscara al Estado congoleño. Un préstamo a largo plazo, porque todavía no es una restitución formal, pero es un gesto importante y simbólico para mostrar nuestro deseo de avanzar.
Imagínese que el estudio científico concluye que todo debe devolverse. ¿Es una posibilidad?
Ese no es el punto de vista belga. Queremos que la restitución se haga sobre la base de un criterio de robo, violencia y manipulación. Esto no se aplica a todas nuestras colecciones. En este museo tenemos la mayor colección de objetos culturales africanos del mundo, ¿qué hay de malo en compartirlos? Hoy también hacemos préstamos a largo plazo en todo el mundo. Por desgracia, muy pocos de ellos están en África. Ahí está el reto, en compartir nuestras colecciones y, sobre todo, nuestra comprensión de estas culturas antiguas con nuestros homólogos y colegas africanos.
¿Piensa que es posible hacer lo mismo en otros museos, como en Reino Unido, o verdaderamente hay un problema con las obras de arte robadas?
No creo que exista hoy en día ningún museo en el mundo que no se plantee esta cuestión sobre la procedencia de sus colecciones. Hubo un episodio en torno a las obras de arte robadas durante la Segunda Guerra Mundial, sobre todo a judíos expoliados. Creo que es un problema que afecta a los museos de todo el mundo. En nuestro caso, se plantea de manera particular porque gran parte de nuestras colecciones se obtuvieron durante el periodo colonial. Pero en última instancia se aplica a todos los museos.
En cada país hay sensibilidades diferentes. Pero he observado que en ninguno se cierran las puertas de los museos. Se necesita voluntad de diálogo y, sobre todo, de compartir.
¿Piensa que será posible hacer un movimiento mundial o europeo con su visión?
A nivel europeo, podemos cooperar con nuestros socios africanos para apoyar este movimiento. Por ejemplo, reforzando los museos en África, compartiendo conocimientos y trabajando juntos. Hay exposiciones que viajan, pero generalmente viajan en Europa o viajan entre Europa y Estados Unidos, pero no viajan entre África y Europa. No veo por qué no podemos hacerlo. Veo muchas más oportunidades que obstáculos. Los obstáculos son técnicos, son culturales, son políticos, a veces están relacionados con la seguridad. Pero también veo un enorme número de oportunidades.