A Pedro Mayorgas, el anciano de 83 años despaarecido el pasado 29 de febrero en Lucena , parece que se lo ha tragado la tierra. Su casa en el barrio de la Calzada estaba intacta. Ordenada, aunque algún detalle era revelador, como los pájaros que cuidaba y por costumbre sacaba al patio cada mañana. Nada de signos de violencia o indicios de la entrada de otra persona ajena a su asistenta y visita de su hijo a diario. Pedro era una persona autónoma en sus movimientos, conocido en el barrio que siempre, como indican sus familiares, estaba poblado de personas pidiendo ayuda. Ese era el paisaje urbano. Al principio se pensaba en una desaparición como tantas en el perfil de...
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