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Март
2024

Dos edificios del arquitecto Ezequiel Martín en Zocodover y Barrio Rey (1897 y 1911)

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Abc.es 
Ezequiel Martín Martín (Las Ventas con Peña Aguilera, 1850 - Toledo, 1932) se formó en la Escuela de Arquitectura de Madrid y ejerció como arquitecto de la Diputación algo más de cuatro décadas (1882-1926). Afrontó un sinfín de obras en la provincia, incluida la finalización del propio palacio, iniciado en 1882 por Agustín Ortiz de Villajos. Entre ellas, diseñó escuelas en Torrijos, Escalonilla, Talavera de la Reina, Illescas, Sonseca, La Puebla de Montalbán, Añover, Chozas de Canales, Arcicóllar, Alcaudete de la Jara, Los Navalucillos, Nambroca, Toledo y la de su pueblo natal, declarada Bien de Interés Cultural en 2023. Trazó los ayuntamientos de Sonseca, Torralba de Oropesa y Mora, mataderos en Escalonilla y Fuensalida, la cárcel de partido en Illescas (actual Ayuntamiento) y replanteos urbanos en Consuegra, Fuensalida y Valmojado. La mayoría fueron sencillos y funcionales edificios a base de ladrillo y mampostería. Noticia Relacionada vertical No Los edificios del arquitecto Ezequiel Martín, en imágenes Rafael del Cerro Malagón Realizó algunos encargos privados en la ciudad de Toledo a finales del siglo XIX y principios del XX en donde rescató el lenguaje plateresco Trabajó como técnico diocesano en las cubiertas de la Primada. Participó en la conservación del patrimonio de Toledo, fue vicepresidente de la Comisión de Monumentos y uno de los fundadores de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo (1916). Atendió numerosos encargos particulares: panteones en el estrenado Cementerio (1893), viviendas y alguna industria en los terrenos sujetos a un canon municipal en los barrios de San Antón, San Martín, San Blas y en el paseo de la Rosa. Entre estos trabajos privados elegimos dos edificios, en pleno centro de Toledo, destinados a usos comerciales promovidos por inversores locales atentos a los nuevos usos vigentes y a los edificios que surgían con el siglo XX en las grandes ciudades. Comercio 74, esquina a Zocodover Epifanio de la Azuela López del Valle (1862-1935) fue de los más acaudalados vecinos de Toledo, censado como joyero, industrial o propietario, poseedor de diversas fincas urbanas y rústicas. Concejal adscrito a los liberales, ejerció el cargo en varias etapas desde 1902, perteneció a la Junta Municipal de Asociados y, en 1928, al Comité Local de la Unión Patriótica. Desplegó gran actividad en iniciativas sociales, religiosas, benéficas o recreativas. En 1904 estrenó su flamante vivienda y un amplio comercio de tejidos y paquetería en Zocodover, 1, 2 y 3 que, en 1911, traspasó a Talavera y Gómez . En 1906, enfrente, al otro lado de la calle, el Ayuntamiento autorizaba una nueva alineación de tres fincas con soportales ubicadas entre las calles de Barrio Rey y Comercio, propiedad, respectivamente, de Telesforo de la Fuente, García Matamoros y el citado Azuela, reforma que ya hemos referido en otros artículos. En abril de 1907, este último derribó su parte para levantar un nuevo edificio al que agregaría otra casa contigua. Encargó el proyecto a Ezequiel Martín formado por un sótano y cinco niveles abiertos a la calle del Comercio y sobre los soportales de Zocodover. El bajo y la primera planta se destinarían a usos comerciales, entre ellos el recordado Café Español y el Casino de Toledo , las tres restantes para viviendas, convertidas pronto en negocios varios. Los machones de carga fueron de ladrillo con mortero de cal y arena, los muros verticales de las plantas entramados de madera y ladrillo. El hierro se empleó en viguetas de «doble T», en los pies de fundición repartidos en la planta baja y en la crujía de la fachada. En la calle del Comercio se abrieron cinco huecos por planta y en el alzado hacia la plaza Zocodover, solamente dos. En cada piso se incluyó un mirador de hierro y cristal abarcando tres huecos, lográndose un liviano conjunto de matices modernistas. La última planta se decoró «con adornos del Renacimiento», mientras que los balcones acogieron yeserías platerescas debidas a Sebastián Aguado con figuras de putti , caballos y cartelas mostrando las iniciales AL (Azuela López). En 1981 se produjo la reforma interior al adaptarse el antiguo café y demás plantas a usos bancarios. En 1994 se efectuó una completa rehabilitación de las fachadas. Barrio Rey 4 y 6. Hotel Granullaque En agosto de 1911, el militar, escritor y académico Adolfo Aragonés de la Encarnación (1871-1967) solicitaba al Ayuntamiento reformar dos casas contiguas en este céntrico lugar que acogían un centenario figón abierto en 1807. La esposa del peticionario era la tataranieta del fundador Andrés Granullaque, distinguido después como «repostero de cámara» por Fernando VII. En el XIX, la fonda aparece en una novela de Galdós y a ella acudiría una profusa clientela para degustar sus castizos guisos. En la memoria, Ezequiel Martín recogía que el negocio seguía en «la misma casa» en la que ahora se añadirían veintidós habitaciones, baños, water closet , teléfono, etc. El técnico ideó dos fachadas con una planta baja y tres pisos superiores. En la plazoleta habría dos entradas: la del restaurante y la del hotel. Mantuvo el sótano con dos antiguos aljibes y creó un semisótano para la cocina con cinco tragaluces a la calle de Barrio Rey. Para instalar el gran comedor de la planta baja, se derribaron los viejos muros supliéndose por cuatro pies metálicos de fundición. Las dos plantas siguientes se ordenaron en torno a un patio para repartir las habitaciones y servicios de la clientela. Se desmontó el tejado para crear una planta más hasta la altura de las fincas contiguas. La estructura vertical fue de madera con viguetas de hierro para soportar los pavimentos de cada piso. El arquitecto estimó la duración de las obras en 70 días laborables. El aspecto del edificio parece un cubo que hace esquina a la plaza y a la calle de Barrio Rey. Organizó una alineación vertical de todos los miradores y balcones existentes. En el exterior recurrió de nuevo al plateresco, situando falsas pilastras en las esquinas, en la fachada principal y en las historiadas molduras de los balcones del primer piso. Destaca el protagonismo de los ondulados y salientes antepechos metálicos en todos los huecos, especialmente en los de la primera planta. Se puede decir que Ezequiel Martín conformó un singular inmueble en las inmediaciones de Zocodover como también hicieron, desde finales del XIX, sus colegas García Ramírez, Jose Ramón Ortiz o Luis Moraleda. Todos ellos dejaron un breve repertorio de fórmulas ya alejadas del neomedievalismo del Ochocientos para ensayar el «neoplateresco» que se aplicaba a los pabellones oficiales de España alzados en las exposiciones universales. El edificio tuvo varias obras. Tras la guerra civil, el restaurante pervivió hasta los años setenta como Casa Juanito. Después del cierre, aumentó el deterioro del inmueble. En 1987 el Banco de Fomento lo varió todo para abrir una sucursal. También llegaron a los pisos despachos profesionales y la redacción de El Día de Toledo que cerró en 2012. Ahora, una diferente hostelería llena lo que fue el antiguo comedor del Granullaque. SOBRE EL AUTOR RAFAEL DEL CERRO MALAGÓN Maestro, profesor de Secundaria e inspector de Educación. Doctor en Historia del Arte. Investigador especializado en la fotohistoria e imagen de la ciudad Toledo



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