La fundación titular de los Goya usados para saldar una deuda fiscal en Álava no aclara cómo se produjo la operación
La Fundación Juan Celaya, que lleva el nombre del fallecido empresario y coleccionista de arte, ha participado como mecenas en una exposición con discos de vinilo de artistas vascos de 1963 a 1993 inaugurada este viernes en Vitoria. Es su primera aparición pública desde que trascendiera que esta entidad se ha despojado de su valiosa colección de cuadros, que incluía las cuatro series completas de grabados de Francisco de Goya y también el tríptico de la Guerra Civil de Aurelio Arteta. Ese patrimonio de 4,3 millones de euros fue transferido a un tercero para que, a su vez, saldara una deuda millonaria con la Hacienda de Álava, que se ha hecho con la propiedad plena de las piezas.
Arturo Azpeitia, el presidente de la fundación, iba a participar en el acto de presentación de la exposición junto con la edil de Cultura de Vitoria, Sonia Díaz de Corcuera, pero finalmente ha delegado en el asesor cultural de la entidad, Gorka Basterretxea. Basterretxea ha admitido que no conocía los detalles del asunto pero ha puesto en valor la calidad artística de las obras que fue adquiriendo el difunto Celaya y que ahora han pasado a manos de la Diputación. Ha considerado “muy hermosa” la colección y ha incidido en que una parte, en concreto el tríptico de Arteta (1,2 millones), llegó a estar expuesta en el Guggenheim de Bilbao. Ha comparado este trabajo con el 'Guernica' de Pablo Picasso, hecho a la vez y con la misma temática.
Celaya, dueño de negocios muy conocidos en Vitoria y Euskadi como Cegasa o Tuboplast, falleció en 2016. Su patrimonio artístico pasó a una fundación con su nombre. En 2018, fruto de un convenio, parte de los cuadros fueron cedidos al Museo de Bellas Artes de Vitoria, de titularidad foral. En la lista estaban ya los grabados de Goya ('Los desastres de la guerra', 'Tauromaquia', 'Caprichos' y 'Los proverbios' o 'Los disparates', 1,5 millones) y las piezas más relevantes, también de Ignacio Díaz de Olano, aunque valorados en mucho menos del coste real que ahora se dado por razonable con base en peritaciones profesionales.
Sin embargo, un contribuyente particular cuya identidad no ha trascendido usó esas mismas obras de arte y otras más -4,3 millones en total por 80 cuadros y 200 grabados- para saldar en especie un pago del Impuesto de Patrimonio. De hecho, supuso el 20% de la recaudación total de ese ejercicio en ese concepto y la dación en pago equivaldría a lo que se tendría que tributar por un patrimonio de unos 250 millones, una verdadera fortuna. Esta fórmula es perfectamente legal pero también es muy excepcional, aunque en el Artium -el museo alavés de arte contemporáneo- hay también otras piezas logradas por esta vía.
Basterretxea no ha sabido explicar cómo la fundación perdió la propiedad de la colección y en quién recayó. Hasta el momento ése es el gran punto oscuro de toda la operación. Se ha limitado a señalar a preguntas de los periodistas que “hay unos patronos” en la entidad y que “supone” que uno de ellos lo emplearía para “solucionar” un problema fiscal. “Estoy hablando por hablar. Mejor no decir nada”, ha manifestado el asesor de la entidad, quien en todo caso ha recalcado que el asunto “está ya resuelto” a efectos tributarios. La Fundación Celaya, como tal, no tenía ninguna deuda.
Sin embargo, sigue coleando en el plano político. La oposición ha exigido más explicaciones a Hacienda y a Cultura de la Diputación de Álava, las dos carteras implicadas. Esta misma semana se ha suspendido una intervención de la diputada de Cultura, Ana del Val, de la parte socialista de la coalición que dirige el Ejecutivo provincial. Está pendiente que comparezca ella en las Juntas Generales, pero también lo tendrá que hacer la responsable de Hacienda, Itziar Gonzalo, del PNV. La principal fuerza de la oposición, EH Bildu, ha considerado que ha habido “oscurantismo”. “Parece una operación 'ad hoc' para condonar una deuda significativa a un gran capital”, entienden.
En el proceso se ha puesto de manifiesto también el cambio de valoración de las piezas desde que se cedieron por vez primera hasta que, finalmente, pasaron a ser de titularidad pública. Por ejemplo, inicialmente se fijó un precio de 191.000 euros para las cuatro series completas de grabados de Goya. Ahora se ha sabido que valían casi diez veces más. El tríptico de Arteta también subió en 0,2 millones. La Hacienda de Álava indicó a este periódico en su momento que el primer informe era únicamente una “estimación” y que solamente el segundo y el tercero fueron “tasaciones” periciales pensadas para la enajenación de unos bienes.