¡Que siga el vacilón!
Vamos a ver. Estábamos ante una grave crisis del servicio eléctrico. O, al menos, eso había entendido yo. Las autoridades del ICE salieron a anunciarla y, en el mismo acto, rápidos como un rayo, dijeron que la culpa no era de ellos. Aplicaron el “yo no fui, fue Teté”. Teté, para más claridad, era cualquier cosa desde el fenómeno de El Niño hasta las administraciones anteriores. Ninguna responsabilidad propia.
Lo esperable, pues. Días después, el presidente ejecutivo del Instituto salió a decir que lo dejaron solo a la hora de dar las malas noticias. Recordé aquella película de vaqueros Solo ante el peligro, en la que nadie en un pueblo apoya al bueno a la hora de enfrentarse con el pistolero más malo y cruel del mundo.
Luego nos dijeron que empezábamos racionamientos un lunes, solo para, poco después, anunciar que no, que empezábamos el martes; después la cosa se corrió para un viernes y, al final, que siempre no, que borren todo lo anterior y aquí nada ha pasado. En el ínterin, proliferaron comunicados donde señalaban los lugares que no iban a tener corriente entre tales y tales horas, seguidos de otros que decían que no, que la cosa no era así, que la falta de luz en esos lugares sería a otras horas. Eso, sin contar con la pifia de haber anunciado cortes sin seguir el protocolo de la Aresep.
¿Saben qué? Me alegro de que a estas jerarquías no les tocara el manejo de una crisis compleja como la pandemia del 2020 y el 2021, en la que estuvieron en juego no solo vidas humanas, sino también la gestión de un triple shock: el sanitario, el económico y el social. ¿Imaginan el aquelarre? Puras excusas seguidas de acciones y anuncios contradictorios. Y es que, con toda la franqueza que el caso amerita, hay que decirle al ICE que su manejo de la (no) crisis eléctrica ha sido realmente malo, lo adornen con los tiktoks que quieran. Tocaron de oído: “Hoy llovió, qué dicha; mañana vemos”. Así no se hace política pública.
La próxima vez me ofrezco a gestionar una crisis eléctrica: no sé nada de su generación, distribución y consumo, y tampoco tengo idea sobre su planificación estratégica. Total, ¿desde cuándo Varguitas sabe nada de nada? Pero es que, viendo el manejo de esta (no) crisis, ¿cuál diferencia habría hecho que yo atendiera una situación así? Presumo, a juzgar por las cabriolas del ICE, que muy poquito. Prometería, desde ya, no echarle la culpa a Teté y que siga el vacilón.
El autor es sociólogo, director del Programa Estado de la Nación.