Magalí Etchebarne, la última gran apuesta de la narrativa breve: "Los relatos inconclusos terminan como la vida"
Una de las escenas más memorables de la película El gran Lebowski, dirigida por los hermanos Coen en 1998, es en la que El Nota y Walter tiran las cenizas de Donny al océano desde un acantilado. Lo que podría ser un momento emotivo se convierte en comedia porque el viento sopla en contra, así que los protagonistas acaban llenos del polvo que pretendían lanzar al mar. Ya se puede decir que es un filme de culto, así que es posible que muchas personas que se hayan visto en una tesitura similar a la de esos colegas habrán pensado en él. Así lo hace Nadia, la coprotagonista de Temporada de cenizas, uno de los cuatro relatos que componen el libro La vida por delante (Páginas de Espuma) con el que Magalí Etchebarne ganó el prestigioso VIII premio Ribera del Duero de Narrativa Breve el pasado mes de marzo, entre un plantel de obras finalistas donde solo había mujeres, entre ellas Dahlia de la Cerda y Fernanda Trías.
El humor es constante en estas historias que narran momentos poco agradables pero inevitables de la vida: la enfermedad, la muerte, la incertidumbre, los socavones del amor. Aparece de forma natural, como también sucede en la realidad, porque una carcajada puede escaparse en los momentos más inoportunos. “La imagen más perfecta para definirlo es que una puede reírse en un velorio. Estás llorando pero terminas sentada con tu prima riendo de algo. Ya sea de algo que te acuerdes sobre la persona que murió, como de cualquier cosa. Yo creo que muchas veces el humor es lo que nos permite seguir adelante”, explica Etchebarne a elDiario.es. Aunque este es ya su tercer libro después del volumen de cuentos Los mejores días (Las Afueras, 2017) y el poemario Cómo cocinar un lobo (Tenemos Las Máquinas, 2023) el galardón que recibió el pasado mes de marzo la ha catapultado a la fama definitivamente y está sumida en una vorágine de entrevistas.
Argentina es el país que más veces ha ganado este premio –ella es la tercera, después de Samanta Schweblin y Marcelo Luján– un dato que encaja con la idea de que allí “el relato es el género rey, como dice Rodrigo Fresán”, declara la escritora. “Nuestros escritores más reconocidos, como Borges o Cortázar, son cuentistas. Quizá no en Argentina, pero creo que hay una percepción de que el cuento es un género de despegue, no de llegada. Como que se escriben relatos para algún día escribir una novela, pero a mí me gusta pensar que soy una cuentista”, afirma.
La vida no es un moño perfecto
Precisamente, lo que más le gusta de los relatos es poder dejarlos inconclusos, algo que no siempre se permite en las novelas: “Creo que en general terminan como termina la vida, no todo se cierra como un moño perfecto, ni las cosas se arreglan siempre”. De hecho dos de los cuatro cuentos que componen La vida por delante comparten personajes, lo que podría dar pie a una historia más larga y ramificada, pero su objetivo siempre fue mantener el formato breve. Estaban bastante unidos en el origen, por eso decidió separarlos y que cada uno pueda leerse con total independencia aunque a la vez dialoguen.
Sin embargo, aunque las cuatro historias funcionen por separado, todas están alojadas bajo ese paraguas común de la paradoja: el humor en los momentos difíciles o las palabras de ánimo que hunden. “Cuando yo estaba triste o sufría por algún asunto, mi mamá solía decirme mucho eso de: ”Bueno, tienes la vida por delante, no te preocupes“. Y me parecía como una suerte de falsa calma, me dejaba muy sola porque no quiere decir nada. La vida que te queda por delante puede ser infernal”, explica la autora. “En el libro, el personaje que dice eso es la madre de un chico muerto y se la dice a su nuera que está postrada en la cama. Y es algo amargo, un falso aliento”, apostilla.
En el cuarto cuento, titulado Casi siempre desesperados, Etchebarne escribe una frase definitoria de la época que le ha tocado vivir: “Tenían treinta años, la juventud de este siglo”. Con los 40 llega de golpe la edad adulta, con obligaciones que son casi siempre ineludibles como los cuidados de los padres o el replanteamiento de las expectativas vitales. Para la escritora, ese estirar el chicle de la adolescencia se explica por las dificultades de los jóvenes para encontrar un trabajo que les permita emanciparse de sus padres. Como consecuencia, todas las decisiones importantes se han aplazado en relación con las generaciones anteriores, que adquirieron responsabilidades como tener hijos a una edad más temprana. “Yo pienso que mi mamá a mi edad [40 años] era una señora para mí y seguramente yo lo soy para los chicos del café de abajo de mi casa porque tienen 20 años. Pero yo no me siento una señora, me siento joven y creo que esa percepción de la edad va mutando”, afirma.
Cuando yo estaba triste o sufría por algún asunto, mi mamá solía decirme mucho eso de: ”Bueno, tienes la vida por delante, no te preocupes“. Y me parecía como una suerte de falsa calma, me dejaba muy sola porque no quiere decir nada. La vida que te queda por delante puede ser infernal
Todos sus relatos están protagonizados por mujeres: la madre, la hija, la hermana, las dos amigas, la que no sabe qué hacer con su pareja. Los hombres pululan alrededor y completan las tramas, pero nada sucedería si no fuese por ellas. Es un acto premeditado, porque el universo femenino le permite trabajar con sentimientos o dolores que le interesa explorar en la literatura. También remarca que a los escritores nunca se les pregunta por qué sus personajes son masculinos, como si al hablar un hombre la experiencia se convirtiese en universal. “Cuando aparecen las mujeres siempre implica como un llamado de atención, somos como una rareza”, completa.
Melei, escandalosamente evidente
Magalí Etchebarne conoce bien el sector literario porque, además de escritora, también es editora en la editorial Penguin Random House en su país. El premio que acaba de ganar tiene una dotación de 25.000 euros, una cifra que a la autora le permite “comprar tiempo para escribir”, dice. Aún no ve factible el ganarse la vida como literata sin ningún otro apoyo económico pero cada vez le gusta más la posibilidad. Hasta ahora no se lo había planteado porque apenas conoce a escritores en Argentina que se lo puedan permitir aunque tengan más recorrido que ella. Pero, por lo menos, ella puede afirmar que disfruta con su trabajo ‘alimenticio’: “Me gusta editar libros, me gusta trabajar con el texto de otros, acompañarlos, porque en definitiva es trabajar de lector”, explica.
Aunque envió sus cuentos al concurso con ilusión, cuando supo que también lo habían hecho más de mil personas –este año la convocatoria ha batido su récord de participación– sus expectativas se desinflaron inevitablemente. “Hay un momento en el que una se imagina ganando, pero cuando me enteré de que se habían presentado mil manuscritos, me pareció que sería como encontrar una aguja en un pajar”, comenta. El jurado estuvo presidido por Mariana Enríquez y junto a ella deliberaron los escritores Brenda Navarro y Carlos Castán además del editor de Páginas de Espuma Juan Casamayor y el presidente del Consejo Regulador de la D. O. Ribera de Duero Enrique Pascual. Cuando la ganadora conoció la noticia no dio crédito. “El premio es muy generoso y con la situación que estamos viviendo ahora en Argentina, me viene más que bien”, afirma.
Las ideas de Milei sobre la vida y sobre el mundo son muy destructivas. Es un un Gobierno negacionista que tira abajo una cantidad de cosas conseguidas en nuestro país y es como que estamos de nuevo explicándonos cosas que pensamos que ya no había que explicar
Precisamente, esta entrevista tuvo lugar un día después de que el actual presidente de su país, Javier Milei, provocase una crisis diplomática con España por sus declaraciones en un mitin organizado por Vox en Madrid. La pregunta acerca de lo que opina sobre el mandatario es prácticamente obligatoria. “Cuando lo vi [el mitin] no me lo podía creer, todos mis amigos de Buenos Aires me lo enviaron. Yo creo que no hace falta decir nada más acerca de él porque el perfil de sujeto que es y lo que está dispuesto a hacer y decir es escandalosamente evidente. Él mismo es su propia crítica”, comenta.
Asimismo, también cree que Milei es representante de algo más grande que no solo pasa en su país. “Cristina Fallarás escribió que la ultraderecha avanza y a veces lo hace silenciosamente y acá tienen que estar despiertos también porque en Argentina una parte de la sociedad no la vio venir”. “Sus ideas sobre la vida y sobre el mundo son muy destructivas. Es un un Gobierno negacionista que tira abajo una cantidad de cosas conseguidas en nuestro país y es como que estamos de nuevo explicándonos cosas que pensamos que ya no había que explicar”, concluye.