Manuel Jabois escribió en 2010, en Frontera D, un admirable post autolesivo que iniciaba así: « A ver cómo cuento esto sin que se me caiga el alma a los pies ». ¿Hay algo mejor que una buena anécdota para alivianar este mundo cruel? Sí, una anécdota que incluya un botón de enviar. Ahí, el escritor gallego recordaba cómo estuvo unas semanas mandando por error emilios procaces al director financiero de 'El Diario de Pontevedra' con confesiones tipo «le estuve dando por el culo como un enfermo hasta las siete de la mañana». Y con la llegada de un nuevo fotógrafo y potencial rival 'sesuarl' en la redacción, le hizo esta propuesta pensando, reitero, que iba para otro compañero: «Me gusta ese chaval nuevo. Tiene un culo flipante. ¿Nos lo follamos?». Todo esto para recordar dos fantásticas liadas modo Dios a nivel gubernamental, a nivel de sembrar el pánico entre la población incluso, por errar al presionar el diabólico botón de enviar. De hecho, si no existe, debería crearse una doctrina espiritual sobre el no-envío de whatsapps, mensajes privados ni correos electrónicos, igual que se teoriza sobre la no-acción: «Esperar, observar y no darle al botón de enviar es un arte a dominar. El que domina a los demás es fuerte; el que se domina a sí mismo al enviar un whatsapp a un ex de madrugada de fiesta... nada es más poderoso». Enero de 2021. Texas. Allí hay un servicio que se llama Amber Alert en donde vía sms enviaron hasta tres mensajes al pueblo llano en donde se informaba que un niño había desaparecido y que el principal sospechoso era el muñeco asesino Chucky , descrito como un hombre de 28 años pelirrojo y una estatura de 90 centímetros. El aviso añadía que iba vestido con un peto vaquero y blandía un cuchillo de cocina. Por supuesto, no era real, fue una prueba que no debería haberse enviado pero que alguien sin querer pulsó 'enviar'. Ups . Sin embargo, Hawái llevó a Jabois un pasó más allá, entre Austin Powers y 'Melancolía' de Lars Von Trier con una piña colada. En Honolulu alguien activó sin querer en 2018 una alerta de emergencia que fue enviada a los móviles de toda su población y televisiones en la que les advertía de que les iba a caer un misil. El mensaje añadía el siempre tranquilizador apunte: «ESTO NO ES UN SIMULACRO». Además, conminaban a buscar «UN REFUGIO DE MANERA INMEDIATA». El gobernador David Ige se disculpó más tarde con la ciudadanía hawaiana e indicó que un empleado de la Agencia de Manejo de Emergencias «presionó el botón equivocado» al efectuar una prueba. Al menos, sabemos que no existe el mítico botón nuclear, que es una leyenda urbana. Si no, ¡nos aniquilaríamos sin querer!