Mustapha Kasmi, de la patera a ingeniero en 9 años: «No hay que discriminar a nadie. Mañana el emigrante puede ser cualquiera»
Nueve años han transcurrido de aquel lejano 2015. Por aquel entonces, en fechas cercanas a las que nos encontramos, un marroquí de 15 años dio el paso que cambió su destino. Con miedo pero también con esperanza, decidió subirse a una patera, con otros cuantos compatriotas, que les llevaría, como siempre había soñado, a una vida mejor. Mustapha Kasmi se crio feliz junto a su padre agricultor y su madre ama de casa en un pueblo cercano a la ciudad portuaria de Tánger (Marruecos) , próximo al estrecho de Gibraltar y desde donde podía divisar las costas españolas. Esas en las que ya estamos malacostumbrados a ver, casi a diario, la llegada de una nueva patera de inmigrantes, como la que trajo a ese, por aquel entonces, adolescente lleno de vitalidad y con muchos retos en su cabeza. Como cualquier joven de su edad, Mustapha estudió en el colegio y luego en el instituto, pero veía que en su país no iba a poder desarrollar su futuro. Así es cómo decidió montarse en una barcaza llena de personas que dejan atrás a su familia, no sin el riesgo de ser devueltos a su país o incluso perder la vida en el intento de llegar a España o a cualquier otro lugar de Europa. Noticia Relacionada estandar No Ofensiva parlamentaria de Vox para intentar frenar la regularización de inmigrantes que aprobó el Congreso Pilar De la Cuesta Pide que se suspendan todas las ayudas a inmigrantes ilegales, el cierre de los centro de menas y repatriaciones urgentes «Llegué a Algeciras (Cádiz) con la intención de poder reunirme con mi hermano en Cuenca, donde él vivía», relata a ABC este joven de origen marroquí, que tras buscarse la vida para poder llegar a la ciudad castellanomanchega, entró como menor extranjero no acompañado en un centro de acogida de la Asociación Comisión Católica Española de Migraciones (Accem) , colectivo que trabaja con refugiados y migrantes. Su hermano, que ya era mayor de edad por aquel entonces, y otros dos conocidos le habían dado muy buenas referencias de este recurso, algo que pudo comprobar en su propia piel: «Nos cuidaban muy bien y nos ayudaban mucho en todo, ya que muchos no sabíamos nada de castellano. Nos enseñaron el idioma y nos daban clases de todo». Aun así, reconoce que la adaptación, al principio, fue un poco difícil. Pero, como él dice: «Todavía quedan muchas buenas personas en el mundo». A su llegada, tanto los profesores como los técnicos de bienestar social se preocuparon siempre de él y de los demás, ayudándoles para que se valieran por sí mismos. Estudió en el IES Fernando Zóbel de Cuenca y, al cumplir los 18 años, accedió al Programa de Autonomía Personal y Preparación para la Vida Independiente en Castilla-La Mancha , financiado por el Gobierno autonómico y que es gestionado por Accem. Mustapha Kasmi, junto al presidente García-Page, en un acto con universitarios en el Palacio de Fuensalida de Toledo Piedad López (JCCM) Una oportunidad que Mustapha no dejó pasar y, gracias al trabajo de muchos años de duro estudio, ahora, con 24 años, puede presumir con orgullo de que está a punto de convertirse en ingeniero. Ayuda de la Junta y de la UCLM Una meta a la que ha llegado con esfuerzo y con tesón, pero ello no habría sido posible sin la ayuda pública fruto de un protocolo firmado entre el Gobierno autonómico y la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) que favorece el acceso a los estudios universitarios de jóvenes bajo protección administrativa, guarda o tutela, o que se encuentren cumpliendo medidas judiciales o extrajudiciales por haber cometido algún tipo de delito durante su minoría de edad. El acuerdo, que involucra a las consejerías de Educación, Cultura y Deportes, y de Bienestar Social, incluye ayudas económicas, tutorización y soporte psicopedagógico, entre otras acciones. «Sin la ayuda de la Administración, hubiera sido totalmente imposible llegar a la universidad», asegura el joven que reside en la actualidad en Ciudad Real, donde cursa sus estudios superiores, tras comenzar en Albacete el Grado en Ingeniería Electrónica Industrial y Automática , que está a punto de terminar para lanzarse al mundo laboral. «Estoy como loco por comenzar a trabajar en lo que he estudiado, que además es un sector con muchas salidas. Pero si me tengo que buscar la vida en otra cosa o desplazarme a otro lugar, no será un problema para mí», afirma este casi ingeniero, que cree que «tantos momentos tristes y tanto esfuerzo han merecido la pena». En este sentido, aconseja a los jóvenes marroquíes que, como él en su momento, duden si salir de su país o quedarse: «Lo primero es formarse y ser buena persona, y saber lo que quieres en tu vida». Eso sí, les recuerda que tienen que trabajar mucho y esforzarse: «Si quieres ir a otro lugar, tienes que tener clara tu meta y dedicarle tiempo; no todo es tan fácil como parece o como nos lo pintan». Un mensaje que se contrapone a la xenofobia y al racismo que destilan ciertos partidos políticos y ciudadanos que reniegan de la inmigración y de otras culturas con mensajes, cuanto menos, tendenciosos. «A mí nadie me ha regalado nada y, afortunadamente, no he tenido ningún problema de discriminación», manifiesta Mustapha, que defiende que «toda persona, independientemente de sus orígenes, de su religión o de su color de piel, tienen derecho a una vida digna, ayudándonos los unos a los otros». Una afirmación que concluye con un colofón para enmarcar: «No hay que discriminar a nadie. Mañana el emigrante puede ser cualquiera. Nos lo ha demostrado la historia a lo largo de los siglos».