Intensamente 2: Aceptarnos seres complejos
Desde hace casi treinta años, con el estreno de la primera “Toy Story” (1995) el estudio de animación Pixar puso en cuestión lo que, hasta entonces, entendíamos como “cine familiar”. De ahí en adelante, una película tras otra, los talentos de esta productora han logrado mantenernos atentos a cada uno de sus estrenos. Esta larga relación entre audiencia y equipos creativos se ha sostenido en la consistente calidad de su producción cinematográfica y también en su delicada manera de adentrarse en las complejidades del ser humano. Las películas Pixar pueden ser vistas por públicos de todas las edades, pero es evidente que niños y adultos vamos a valorar de manera distinta la propuesta que nos presentan.
Como entusiasta del cine y también como alguien que ha hecho un largo y trabajado camino de autoconocimiento a través de los libros y la terapia, debo reconocer que -en mi proceso- hay películas Pixar que han sido fundamentales para lograr aquello que lxs profesionales de salud mental llaman Insight. Ese momento de revelación en que -como diríamos coloquialmente- “nos pegamos el alcachofazo” o “nos cae la ficha”. La adquisición de un conocimiento nuevo respecto a la propia interioridad suele ir acompañada de imágenes que, en muchos casos, las películas Pixar han sido generosas en compartir. Cintas como “Ratatoille”, “Up” o “Soul” han sido profundamente significativas para entender procesos personales, pero guardo un especial lugar para “Intensamente” que, en su estreno en 2015, me regaló algunas claves precisas para comprender el rol de las emociones en nuestro comportamiento y entender mi propia resistencia a la tristeza. Para la realización de esa película el equipo de realizadores contó con la asesoría del profesor de psicología Dacher Keltner -de la Universidad de California, experto en el estudio de las emociones- y aunque no todos los detalles de la manera en que se presenta la construcción de la memoria y los vínculos actitudinales son completamente precisos, la película fue celebrada por acercar de manera gráfica y amable algunos conceptos centrales de la neurociencia y la psicología positiva.
Por lo mismo, tenía muchas expectativas al enfrentarme a esta segunda parte de la historia de Riley y ver como las y los artistas de Pixar iban a enfrentar la entrada de la protagonista a la adolescencia con todo el desbarajuste emocional que esa etapa suele implicar. En “Intensamente 2”, Riley ya tiene 13 años y el peso de las expectativas de entrar a la secundaria y ser todo lo que ella cree que se espera de ella. En el centro de operaciones interno, las cinco emociones que ya conocemos -Alegría, Tristeza, Miedo, Desagrado e Ira- se mueven con comodidad ante estos desafíos hasta que, de un momento a otro, se activa la alarma de la pubertad y ven como su espacio se ve invadido por nuevas emociones. Ansiedad, Envidia, Ennui (aburrimiento) y Vergüenza llegan para complejizar el mundo emocional de Riley en, lo que se entiende, como un momento clave de su vida: un fin de semana en que debe despedirse de sus antiguas amigas y tratar de entrar al equipo de jockey de la secundaria.
La tensión entre dejar la niñez y construir identidad adolescente se grafica en la película con una especie de árbol que se instala en medio del centro de operaciones y que encarna el “Sentido del yo” de Riley, construido a partir de las creencias que la protagonista va adquiriendo en cada experiencia significativa. Las antiguas y nuevas emociones van a debatir sobre cuales de esas creencias son más eficientes a la hora de acompañar a la protagonista en este nuevo escenario y allí comienza el caos.
Como en la película anterior acá entendemos que cada emoción es necesaria para atravesar los desafíos del habitar, pero también como la perdida de equilibrio entre ellas puede generar daño. El protagonismo de Ansiedad – una emoción especialmente relevante en un mundo incierto que, al mismo tiempo, nos hace creer que todo es instantáneo y controlable- da cuenta de cómo nuestra obsesión por planificar y prepararnos para lo peor puede impedirnos abrazar las posibilidades del presente. Los cuentos que nos contamos respecto a los otros y nosotros mismos son definitorios en la manera en que ocupamos – o no- un lugar en el mundo.
Además de regalarnos una hora y media de un gran relato visual, poniendo -como suele hacer Pixar- lo más avanzado de la tecnología en animación y el talento de algunos de los más talentosos artistas del área al servicio de una historia humana trascendente, “Intensamente 2” nos invita a abrazar el enredo que somos, a ser compasivos con nosotros mismos y quienes nos rodean, recordándonos que el caos interno es algo con lo que luchamos siempre y en todo momento. A veces logramos la armonía, a veces no, y ahí seguimos dando una pelea que tiene en cada momento de la vida sus propios desafíos. Que lindo sentirse acompañado por este relato y salir del cine conmovidos y conmocionados de nuestra propia complejidad.