La pandemia fue una mina para los depredadores sexuales virtuales. Con los menores encerrados en sus casas y conectados a las redes y a la pantallas, los riesgos, los casos y las víctimas se multiplicaron. Pero el fin del confinamiento tampoco corrigió esa tendencia. Ni en España, ni en el resto del mundo. Es un fenómeno global. «Este es uno de los temas más serios que tenemos sobre la mesa» , reconoce Elvira Tejada de la Fuente, fiscal de Sala Coordinadora de Criminalidad Informática del Tribunal Supremo. En los últimos cinco años se ha multiplicado por dos el trasiego de pornografía infantil que se detecta a través de internet en todo el mundo. Todas las estadísticas y memorias anuales policiales, de los jueces y de los fiscales confirman el crecimiento año a año de los delitos relacionados con las nuevas tecnologías. Y entre ellos también los más graves, los delitos contra la libertad sexual cometidos a través de la red . Sobre estos hay una estadística que no se suele tener en cuenta. Y sus datos abruman: los que recoge el National Center for Missing & Exploited Children, más conocido como NCMEC, una entidad no gubernamental norteamericana dedicada a la protección de los niños. «Los menores no tienen conciencia de que volcar información de ellos en las redes les hace vulnerables» Elvira Tejada de la Fuente Fiscal de Criminalidad Informática Las grandes empresas multinacionales propietarias de las redes sociales son estadounidenses. Entre todas destaca Meta, empresa matriz de Facebook, Instagram y Whatsapp , las plataformas de redes sociales más potentes a nivel mundial. Y por ley, en Estados Unidos los proveedores de estos servicios de comunicación están obligados a informar de la aparición de pornografía infantil en sus sistemas. Toda esa información se canaliza a través del NCMEC. Este organismo, una vez recibidas las alertas de esas plataformas de casos de pornografía infantil , las remite a las autoridades de los países correspondientes a través de las embajadas americanas en los respectivos países en los que se detecta que se ha cometido el delito. Lo que reciben las embajadas americanas de cada país son un conjunto de direcciones IP –que identifican un dispositivo o punto de conexión a internet–, que luego la policía se encarga de escudriñar para localizar a los usuarios. En base a eso, los agentes elaboran informes que llegan a la mesa de la Fiscalía, que puede solicitar al juez órdenes de entradas y registros . «Hay imágenes escalofriantes de agresiones sexuales a bebés o a niños en edades muy tempranas» Diego Arceo Jefe de Investigación Tecnológica Pues bien. En los últimos años se ha multiplicado el número de alertas que la NCMEC ha recibido sobre intercambios de pornografía infantil en todo el mundo: de 18,4 millones en 2018 a 36,2 en 2023. Casi el doble en cinco años. La escalada había sido más pronunciada todavía en los años anteriores: de solo 3.000 comunicaciones en 1998 al millón de 2014, y de ahí hasta esos 18,4 millones , ya comentados, cuatro años después. Hay una explicación a esa multiplicación de intercambios de pornografía infantil: «Las redes sociales marcan un antes y un después, es lo que ha explosionado el uso de las TIC» –las Tecnologías de la Información y la Comunicación–, decía Elvira Tejada de la Fuente en la escuela de verano de la Fiscalía General del Estado que estos días acogió el pazo de Mariñán, en Bergondo (La Coruña). «Las redes sociales suponen un cambio de paradigma, se pasa de consumidores a creadores de contenidos», explica esta fiscal especialista en ciberdelincuencia. Y en este contexto, hay más riesgo para los menores: «La redes sociales forman parte de su vida, y no tienen conciencia de que volcar información sobre ellos les hace más vulnerables» . La última memoria de la FGE ya avisaba que las nuevas tecnologías favorecen tanto «el acercamiento de los delincuentes sexuales a los menores», como la «elaboración y difusión de material pornográfico». Y ese «repunte», recalca este balance anual de la Fiscalía, fue todavía más pronunciado con el confinamiento. MÁS INFORMACIÓN estandar No Detenido un vigilante de seguridad del COE por eyacular en botellas de agua de dos compañeras ABC España, por supuesto, no es ajena a este fenómeno global. En ese mismo periodo analizado, de 2018 a 2023, en la embajada americana de España se pasó de recibir 77.275 a 104.748 alertas del NCMEC de casos detectados de pornografía infantil. Es decir, un 34,7% más. Y los reportes de esta entidad son la semilla de casi la mitad –groso modo– de las investigaciones que se abren por pornografía infantil. « En los últimos años hemos detectado un incremento de cibercriminalidad en general , pero en concreto también de pornografía infantil», corrobora en una conversación con ABC el jefe de grupo de investigación tecnológica de la Policía Nacional de La Coruña, Diego Arceo. Y el material es muy diverso, tanto en formato –vídeos o imágenes– como en contenido: «Hay contenidos escalofriantes, de agresiones sexuales a bebés o a niños en edades muy tempranas» , recalca Arceo. Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado intentan encontrar a quienes poseen el material pornográfico infantil, a quienes lo distribuyen, y, sobre todo, a quienes lo producen. Pero su objetivo es también proteger al menor, velar por las víctimas. Sin embargo, identificar a los menores es una de las mayores dificultades para los investigadores de casos de pornografía infantil. Y ahora empieza a asomar un obstáculo más, la Inteligencia Artificial (IA). Para los investigadores, es una gran herramienta de trabajo, pero los pedófilos también puedan echar mano de ella para, por ejemplo, dificultar el reconocimiento de las personas que salen en fotos o vídeos agrediendo a los menores, o para modificar los rasgos físicos de los niños, explica el jefe de investigación tecnológica de la Policía Nacional en La Coruña.