«Síbaris»: El testamento literario y teatral de Domingo Villa
Con solo tres novelas escritas, a las que luego seguiría un volumen de relatos, Domingo Villar (Vigo, 1971) logró convertirse, antes de que la muerte le sorprendiera con solo 51 años, en uno de los autores españoles de novela negra más pulcros, originales y aplaudidos del presente siglo. Pero encontrar esa voz propia y mantener con ella el interés de los lectores durante más de una década no fue fácil para él, como probablemente no lo sea para ningún escritor. Por eso espaciaba tanto sus trabajos, consciente de que no podía, ni debía, dar gato por liebre.
«Ojos de agua» supuso la presentación en sociedad, allá por 2006, de sus dos grandes personajes: el taciturno inspector Leo Caldas y su ayudante, el taxativo y lenguaraz agente Rafael Estévez. Editada por Siruela, aquella novela no solo concitó el interés de los incondicionales del «noir» en todas sus manifestaciones, sino que atrajo también, por sus cualidades más puramente literarias, a esos otros lectores menos próximos al género que buscan algo más que la resolución de un crimen en las páginas de un libro.
Los tres años que tardaría Villar en sacar de nuevo a la calle a su pareja de investigadores no sirvieron para apaciguar las expectativas que él mismo, sin proponérselo, había generado con su debut. Más bien al contrario: el éxito de «La playa de los ahogados» fue sencillamente arrollador. La novela, por si fuera poco, dio el salto al cine de la mano de Gerardo Herrero, con Carmelo Gómez y Antonio Garrido en los papeles principales. Los personajes de Villar empezaban así a buscar su propio hueco en la inmortalidad, mientras las miradas se volvían inquisitivas hacia el autor. ¿Qué vendría después? ¿Cuál sería el nuevo caso de Caldas y Estévez? ¿Tenían algo más que ofrecer los dos policías? ¿No empezaría a resultar cansino, asimismo, aquel paisaje brumoso de viñedos y acantilados para urdir en él una nueva historia? ¿Y cuál sería el tema de fondo que convenía abordar en esa historia? Tal vez fueran estas las preguntas que entonces rondaban la cabeza del novelista, como rondan siempre, esas u otras similares, la cabeza de cualquier creador que empieza a sentir el peso del reconocimiento en sus espaldas.
Sea como fuere, la siguiente entrega de Caldas y Estévez, titulada «El último barco», tardaría una década en aparecer. Fue el tiempo que necesitó el escritor para conjurar la crisis creativa que él mismo, a modo de distracción, dejó plasmada en «Síbaris», una obra de teatro que no pudo ver estrenada y que ahora llega a la cartelera madrileña. «A él le gustaba mucho el teatro; siempre había querido escribir teatro; pero no se atrevía a ponerse con ello. Esta obra se la planteó casi como un juego, para salir de ese atoramiento en el que se encontraba en un momento en el que tenía que entregar un libro y no encontraba la forma de escribirlo». Son palabras de Belén Constenla, protagonista de Síbaris junto a Carlos Blanco, Oswaldo Digón y el músico Pablo Novoa.
Curiosamente, fue el propio Villar quien se puso en contacto con Carlos Blanco, actor muy conocido en Galicia, para sacar adelante un proyecto en el que estuvo muy involucrado, según Constenla, y al que se fue sumando luego el resto del equipo artístico, con Lois Blanco como director. «Él no dominaba el lenguaje teatral, así que aceptó de muy buen grado las sugerencias que le fuimos haciendo después de una primera lectura y fue introduciendo modificaciones en el texto –explica la actriz–. Mi personaje, por ejemplo, estaba menos desarrollado al principio, pero luego lo corrigió y le dio muchísimo peso».
Un autor bloqueado
Cuando ya había hecho tres correcciones importantes y el proyecto estaba a punto de arrancar, un infarto cerebral acabó tristemente con su vida. Fue la familia del escritor la que animó al equipo, dice Constenla, «a seguir adelante con lo planificado». «Hay algunos monólogos que ahora te ponen los pelos de punta –añade la intérprete–, porque en ellos, aunque sea en tono de comedia, habla precisamente de la muerte y de la revalorización que esta provoca en la obra de un escritor».
Pero no es lo luctuoso lo fundamental. «Síbaris» pasa por ser ante todo, en palabras del director Lois Blanco, «una comedia burguesa a la antigua usanza», en la que hay, eso sí, un trasfondo de realidad evidente. La obra cuenta la historia de un escritor bloqueado, llamado Víctor Morel (a quien da vida Carlos Blanco), que no encuentra la inspiración para su nueva novela. Mientras lidia consigo mismo, el protagonista recibe una invitación de la Universidad de la Sorbona para dar una clase magistral muy bien pagada. En la que sería su reaparición pública después de años, el autor sufre un ataque de pánico que lo coloca frente a sus lectores y editores en una posición ya insostenible. Será entonces cuando su mujer (interpretada por Belén Constenla) encuentre una solución. «La obra –resume la actriz–habla de la soledad del creador, de las expectativas a las que se puede ver sometida una persona y de la obligación de estar a la altura con los demás después de un éxito». En cuanto al protagonista, dice Constenla que «es un personaje sofisticado y pintoresco; pero tiene algo de Domingo Villar en sus momentos íntimos y lúdicos, porque él era una persona muy original y divertida cuando estaba en confianza».
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Dónde: Teatros del Canal. Madrid.
Cuándo: del 21 al 27 de junio.
Cuánto: desde 20 euros.
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