Viene guerrero Henry Kamen (Rangún, Birmania). A sus 87 primaveras, el hispanista británico insiste en defender máximas que sabe impopulares y entiende molestas. Y lo hace con toda la fuerza que le da haber dedicado más de medio siglo al estudio de la historia en general y de la península en particular. En su último ensayo, ' España y la creación de la Europa moderna ' (Espasa, 2024), este británico afincado en Barcelona arremete contra el mito del 'Spain is different'. «Los españoles han sido siempre europeos», repite. Sobre este pilar, Kamen sostiene que los españoles compartían con el viejo continente una serie de valores comunes que ayudaron a formar los Estados modernos primero, y Europa después. Aunque de ideas polémicas anda sobrado. Sin rubor, afirma también que se ha mitificado el papel de los Reyes Católicos en la creación de nuestra nación y dice conocer a los culpables de la proliferación de esta y otras tantas exageraciones: «Los profesores no inciden en temas como el contexto social del país o su relación con otros pueblos». -Acabamos de tener unas elecciones europeas. ¿Sabemos qué es Europa? -No. Durante estas elecciones todo el mundo ha hablado de Europa sin tener ni idea de lo que es. Aunque es cierto que la ignorancia varía en mayor o menor medida según el país. -¿La de España es muy acuciante? -El problema es que los españoles siempre han estado convencidos de que su país es un mundo aparte. -¿Y no lo es? -No, esa idea es defectuosa. Los españoles han sido siempre europeos y han tenido los mismos contextos, las mismas creencias y las mismas características que los ciudadanos del resto del continente. Por eso este libro. En él analizo los aspectos sociales de los europeos, qué tenían en común y cómo todo eso influyó en la formación de los Estados modernos y, a la larga, de Europa. -En su libro cita múltiples factores que influyeron en la formación del Estado moderno: familia, comunidad urbana... ¿Qué opina del lenguaje y del idioma? -Es un tema muy polémico, pero la gente exagera y habla sin datos. Una lengua no crea una nación y hay una distinción clara entre Estado e idioma. Ahora los separatistas, sobre todo los catalanes, afirman que la lengua es esencial, pero fue el factor menos importante para unificar un territorio durante la época que analizo. En el libro cito el ejemplo de Italia; cuando se formó, muy pocos de sus ciudadanos hablaban italiano. Y otro tanto sucedió con Francia: casi la mitad de los galos no sabían francés en el siglo XIX. -Otro factor común para la creación de los Estados modernos, y de Europa, fue la religión. -Otro tema delicado. Primero hay que definir qué abarca un concepto tan amplio como el de religión. Para mucha gente, y es algo que se repite hoy, ser creyente no era una cuestión de valores espirituales, sino de ritos sociales compartidos. Un ejemplo claro eran las procesiones. Para todos ellos, eso valía más que la idea de la fe o del dogma. Pero, cuando en el siglo XX estas bases se deshicieron, la misma religión empezó a desaparecer. -Afirma en su libro que el protestantismo tuvo un papel insignificante en la creación de nuevos Estados. -Los famosos cambios de la época de la Reforma tuvieron poquísima importancia en este sentido. Cien años después, la mayor parte de los ingleses no eran todavía protestantes. Y lo mismo pasó con los Países Bajos, un estado que todo el mundo asocia al calvinismo : hasta el siglo XVII, el grueso de la sociedad holandesa era católica. Es algo que, por cierto, sucede en la actualidad. La conclusión es que hay una confusión entre el papel de la religión y el papel del Estado; fueron dos cosas diferentes. -¿Ayudó la religión a unificar la nación española? -Bueno, en España se daban unas condiciones sociales diferentes porque había tres religiones entre sus fronteras: el islam -que fue fuerte hasta el siglo XVII-, el judaísmo -que desapareció con la expulsión- y el cristianismo. Este factor único hizo que no fuera tan importante. -¿Qué factores influyeron en la creación de la nación española? -Esta pregunta plantea un problema, y es que España no ha tenido nunca una monarquía estable. El ejemplo más claro se dio en las guerras napoleónicas. A partir de entonces se agravó la inestabilidad de la institución, y esa inestabilidad supuso un lastre para crear el Estado moderno. Pero otros países han tenido el mismo problema. Mira el caso de Italia que, aún hoy, a pesar de todos los siglos que han pasado, no está unificada a nivel político. -¿No ayudaron, entonces, los Reyes Católicos a dar un primer paso hacia la unidad de España? -Es un tema tan complejo que he decidido evitarlo en el libro. [Ríe] No se puede hablar de una unificación en sentido político hasta los siglos XIX y XX. Además, en España siempre se ha exagerado el mito de Isabel y Fernando. Los libros que se han escrito desde la península han impulsado esa idea de que forjaron un Estado moderno, pero la realidad es que la Monarquía española no ha sido capaz de tener nunca el éxito popular de otras como la británica. -¿Influyó España en la formación de Europa? -Los movimientos sociales de los españoles en la época anterior a la que describo en mi libro fueron importantes gracias al Imperio. Por entonces millones de peninsulares viajaron por Europa, América y Asia. Pero, tras el colapso, se produjo un gran cambio: perdieron importancia en la economía de Occidente, dejaron de desplazarse con velocidad y tuvieron un papel menor. -¿Cree que los historiadores han estudiado mal la historia de España? -La culpa no es solo de ellos, sino de la falta de cultura y de los defectos del sistema educativo. Los profesores no inciden lo suficiente en temas como el contexto social del país o su relación con Europa. La consecuencia principal es que aspectos determinantes de la historia de España han pasado a ser estudiados por extranjeros. -¿Y qué se debería enseñar en los colegios y universidades españolas? -Es algo que va más allá de asignaturas y temas. Sería cuestión de reformar, por ejemplo, la selección de profesores; que dejen de primar la ideología y la pertenencia a tal o cual institución y valgan los méritos. -La última pregunta. Hemos hablado de una serie de valores que ayudaron a forjar Europa. Muchos de los citados están asociados a lo que el espectro político de izquierdas denomina 'ultraderecha'. ¿Qué le parece? -Algunos quieren etiquetar con términos estúpidos como derecha o ultraderecha a los grupos que los proponen. Al final, como estamos en una época en la que han decaído las creencias, no me sorprende que la sociedad las busque en el pasado. Otra cosa es que lo entienda, pero es lo que pasa en el mundo de hoy.