Cómo ablandar sandalias y zapatos rígidos para evitar rozaduras
¿Quién no ha tenido alguna vez ese zapato precioso a la par que doloroso? Esa sandalia que recién estrenado el verano nos molesta con sus tiras delanteras, la bota que nos hace rozaduras en la parte del talón, esa zapatilla que nos aprieta por todos lados o el zapato de tacón que nos oprime los dedos.
Ya sea porque son demasiado duros, nuevos, estrechos o porque nos quedan un poco pequeños, acaban por resultar imposibles de llevar y nos destrozan los pies a base de rozaduras y ampollas.
Antes de darlos por perdidos o acudir al zapatero en busca de una solución a nuestro problema, existen unos cuantos trucos caseros que van más allá de las hormas o el espray dilatador para zapatos.
Por ejemplo, una buena opción es caminar con ellos por casa con unos calcetines gruesos puestos para conseguir que cedan o meter calcetines a presión dentro de ellos y dejarlos ahí durante uno o varios días para que se ensanchen.
Pero además de estos sencillos trucos, existen muchos otros que nos resultarán muy efectivos para conseguir ablandar y ensanchar ese par de zapatos rígidos que nos aprietan y así poder disfrutar de ellos.
Crema hidratante
Este es uno de los trucos más comunes para ablandar zapatos rígidos, sobre todo en el caso de zapatos con un tacto duro a priori como los de cuero o piel, aunque también resultará útil en otros tipos de calzado.
Para ello debemos empezar por hacernos con un poco de crema Nivea u otro tipo de crema hidratante. Es importante que sea lo más densa y grasa posible, ya que necesitamos que hidrate a fondo el zapato.
Con los dedos o con la ayuda de un paño de tacto suave, aplicamos un poco de crema en las partes del interior del zapato que queramos ensanchar o ablandar, incluso en todo el zapato si vemos que el material del mismo nos molesta de una forma general.
Es importante aplicar la crema sobre todo en aquellas partes más propensas a hacer rozaduras: el talón, la parte delantera del zapato o la zona del empeine como el interior de las tiras en el caso de las sandalias.
Dejamos reposar la crema durante unas horas para que el material la absorba bien y comience a ceder y, pasado el tiempo, estarán listos para usarse, ya que el material se habrá vuelto más flexible.
Agua
Este truco es simple pero eficaz, sobre todo si queremos ablandarlos un poco justo antes de salir de casa con ellos.
Humedecemos dos o varios paños en agua (según su tamaño), escurrimos bien el exceso de la misma y los introducimos en el zapato. Podemos introducirlo simplemente en las partes que más nos aprieten o hacerlo en todo el zapato si nos molesta de manera general.
Los dejamos reposar durante cinco o diez minutos y después, con los zapatos húmedos y unos calcetines gruesos nos los ponemos un rato para ir por casa antes de salir con ellos a la calle, para que así cojan mejor la forma de nuestro pie.
Congelador
Meter los zapatos en el congelador es uno de los trucos más famosos debido a su efectividad. Para realizarlo tenemos varias opciones.
La primera consiste en lo siguiente: en primer lugar introducimos en los zapatos unos paños o calcetines haciendo presión para que estos se ensanchen. Después, metemos los zapatos en una o varias bolsas herméticas bien cerradas y los dejamos reposar en el congelador durante 24 horas.
Otra opción es introducir dentro de los zapatos una bolsa hermética con un agua dentro cubriendo toda la superficie del zapato y asegurándonos de que esté bien cerrada. Metemos a su vez los zapatos dentro de una bolsa hermética o de plástico y los introducimos en el congelador dejándolos reposar durante un día.
En este caso, al sacarlos del congelador es importante dejar que el agua de la bolsa (que se habrá convertido en hielo) se descongele bien antes de sacar las bolsas de los zapatos. Si el calzado tiene cordones, podemos abrirlos antes para tener más espacio y sacar directamente el bloque de hielo.
Secador de pelo
El calor también es un buen agente para ablandar aquellos zapatos que nos aprietan, sobre todo cuando su material es de piel, pues suele ser más flexible.
Para realizarlo debemos ponernos unos calcetines gruesos y calzarnos los zapatos. Entonces, cogemos un secador de pelo y empezamos a pasarlo por las zonas que queramos ablandar con el aire caliente.
Debemos hacerlo en tramos de 30 segundos y a una distancia del zapato cercana pero prudencial para evitar quemaduras. Una vez que creamos que hemos finalizado es importante no quitarnos los zapatos hasta que los notemos fríos, para que cojan la forma de nuestro pie lo máximo posible gracias al calor.
Cuando ya esté a temperatura ambiente, nos quitamos el zapato y nos lo ponemos de manera normal para comprobar si efectivamente ha cedido lo suficiente o, con cuidado, volvemos a realizar el proceso.
Alcohol
Este truco es uno de los más útiles en aquellos zapatos que nos resultan incómodos en la parte delantera, nos oprimen y nos hacen rozaduras en los dedos, como por ejemplo unos tacones o bailarinas acabadas en punta o unos zapatos tipo oxford.
Primero debemos asegurarnos que el material interior del zapato no se daña con el alcohol, como ocurre con el cuero o la piel.
Para realizarlo, empapamos algodón en alcohol isopropílico y lo situamos en aquella zona que nos moleste o apriete en la parte interior del zapato. Dejamos reposar el algodón durante un día y, al sacarlo, comprobaremos que está prácticamente seco y que el zapato nos resulta más ergonómico.