Arranca la negociación para desbloquear Francia
Las legislativas anticipadas en Francia han puesto solo el punto y seguido de un proceso para formar Gobierno que se antoja complejo y que supone todo un desafío cargado de terrenos inéditos para el país. Una vez despejada la primera incógnita, que no habrá cohabitación de alto voltaje entre Emmanuel Macron y la extrema derecha, falta por saber todo lo demás. La nueva Asamblea Nacional arrancará con su primera sesión el 18 de julio y reflejará una Francia tripolar sin ninguna mayoría. En un país con poca costumbre al pacto y la coalición, la situación que dejan las urnas es endiablada. Para dicha fecha, Macron ya debería haber sondeado a candidatos a primer ministro aunque la Constitución no marca un plazo fijo al presidente, que tiene libertad de asignación, pero «teniendo en cuenta» los resultados de los comicios. Ya la noche del domingo, Macron había dicho que no apresuraría los tiempos. «Conforme a la tradición republicana, esperará a la estructuración de la nueva Asamblea Nacional para tomar las decisiones necesarias», afirmó el Elíseo.
La primera opción de Gobierno es que el cordón sanitario que frenó a Le Pen cristalice ahora en una coalición republicana heterogénea. Pero las «líneas rojas» y vetos cruzados hacen difícil las negociaciones que ya han comenzado. La figura crítica para muchos vuelve a ser la del líder de la Francia Insumisa (LFI), Jean-Luc Mélenchon, que crea un notable rechazo entre los centristas y en buena parte de la opinión pública. Del otro lado, por parte del Nuevo Frente Popular, que es ya primera fuerza del hemiciclo con 182 escaños, no se tolerará un primer ministro macronista. Así las cosas, habría que buscar una figura del primer bloque político, pero que contara con el visto bueno y el aval del segundo. Alguien de izquierdas compatible con Macron, y las miradas se centran en la socialdemocracia. Sobre todo si tenemos en cuenta que el Partido Socialista es la formación que más ha crecido en diputados en estas elecciones con un aumento del 108%. El secretario general del PS, Olivier Faure, señaló ayer que la izquierda «debe presentar esta semana una candidatura a primer ministro».
El primer problema se plantea dentro de la propia coalición por su propia lucha interna contra Mélenchon. En una entrevista con France Info, Faure no quiso entrar a comentar quién podría ser primer ministro, más allá de excluir al líder de LFI y de señalar que tendrá que «ser capaz de dialogar con el exterior» porque habrá que «ampliar» la mayoría del NFP.
Pero ya desde ayer han empezado a marcarse ciertas «líneas rojas» desde el campo macronista. El ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, alertó del riesgo de «una crisis financiera y del declive económico» del país si se pone en marcha el programa del NFP. «Aplicar el programa del Nuevo Frente Popular destruiría los resultados de la política que hemos seguido durante siete años, que ha dado a Francia empleos, atractivo y fábricas», advirtió. El macronismo ha rechazado de plano demandas que venían en el programa de la izquierda como aumentar el salario mínimo a los 1.600 euros, volver a imponer altos impuestos a los más ricos o derogar la reforma de pensiones.
En caso de que el proceso se alargue, más pronto que tarde podría aparecer el fantasma de una Francia ingobernable. Si Macron no encuentra otra salida, podría designar a una figura independiente como primer ministro en un Gabinete tecnócrata con el compromiso entre partidos de una repetición electoral que tendría que ser como mínimo dentro de un año según la Constitución.
Por el momento, Macron ha pedido a su primer ministro, Gabriel Attal, que continúe al frente del Gobierno «por la estabilidad del país», sobre todo teniendo en cuenta que en poco más de dos semanas París acogerá la vitrina mundial de los Juegos Olímpicos. La petición de Macron a Attal llega después de que este anunciara en la noche electoral que iba a presentar su dimisión en el cargo.