El mercado confronta a Caputo, que hoy se siente cómodo con sus apuestas
La pulseada que libra un sector del mercado sobre los objetivos a los que apunta el programa económico encubre, en realidad, una discusión sobre los límites de la cancha en la que juega (y quiere seguir haciéndolo) el Gobierno. El tándem Luis Caputo-Santiago Bausili está siendo enjuiciado por defender un sendero gradualista, en momentos en que algunos analistas e inversores creen que es hora de aplicar una segunda ronda de ajuste cambiario y monetario. El argumento de estos últimos es que será menos dañino si se hace ahora que si se ejecuta a fin de año o en 2025. Su postura, como se ve, lo considera inevitable.
El levantamiento del cepo cambiario es el paraguas de todo este debate. Ante evidencias de que la recuperación será lenta, hay una porción de analistas que sostiene que el único camino para que levante la economía es la inversión, y que las empresas no darán ese paso si no tienen libertad para entrar y sacar dólares.
El argumento que completa esta visión, es que la escasa entrada de divisas no le alcanza al BCRA para enfrentar la segunda fase, con lo cual hace falta ajustar el tipo de cambio para corregir el atraso y generar ingresos suplementarios (entran más fondos por retenciones a cambio de reducir el impuesto PAIS).
Germán Fermo, director de la Maestría en Finanzas de San Andres, se encolumna en esta posición hoy en cronista.com con todas las letras (¿Y si sinceramos todos los precios de una vez? - El Cronista). No es el único. Su voz representa una corriente que comienza a hacerse escuchar en el sector financiero. El consejo que predomina es: "reaccionemos ahora antes de que la capacidad de reacción sea escasa o directamente nula".
La conferencia de prensa del viernes posterior a la aprobación de la Ley Bases representó el choque público de expectativas. El Palacio de Hacienda y el BCRA hicieron un anuncio técnico (el plan emisión cero) cuando lo que se esperaba era algo más contundente. Caputo quiso darle un marco a las palabras que había lanzado el presidente Javier Milei esa misma mañana, en las que anticipaba el fin de la era del déficit cero y un cercano cambio de régimen monetario.
La realidad es que Economía no tenía previsto avanzar aún por ese camino, y en parte sobrerreaccionó para evitar que el jefe de Estado quede en offside. Por eso puso sobre la mesa una medida intermedia que ni siquiera fue demasiado sorpresiva. Para los que deseen leer en las entrelíneas del último Staff Report del FMI podrán encontrar algunas pistas del nuevo enfoque para los pases pasivos en el apartado 25 del documento.
Hubo inquietud en algunos análisis por el cumplimiento de la meta de superávit fiscal, en virtud de que la emisión de una letra del Tesoro como reemplazo de los pases, puede representar un mayor esfuerzo financiero. No es un factor inexistente, pero el equipo económico le adjudica una menor ponderación, en parte porque ese viernes no puso todos los detalles sobre la mesa.
La nueva Letra Fiscal de Liquidez será parte de un canje con el Banco Central, que entregará al Tesoro títulos con CER que tiene en cartera. Ese rescate permitirá a Hacienda compensar los pagos de intereses, que hará efectivos en función de la liquidez que le quieran colocar los bancos. El monto absorbido en pases bajó en las últimas semanas, y si bien todavía es alto, en el BCRA consideran que se irá diluyendo en la medida en que crezca la demanda de dinero. En el organismo aseguran que este proceso ya comenzó, y anotan un número: 15% real en junio. También apuestan a que la tasa de interés, que bajó más rápido de lo que el mercado veía como prudente, ahora esa una palanca que permita una recuperación del crédito.
Como se ve, todos los enfoques representan visiones encontradas. La brecha de expectativas hoy es tan intensa como la cambiaria.
A las dudas fiscales, el Gobierno le contrapone el superávit alcanzado (que se volverá a obtener a nivel semestre). Las evaluaciones del presente parecen olvidar que la administración libertaria aplicó la motosierra a mansalva, y no tiene problema en seguir haciéndolo. Tiene ya liberada la restitución del impuesto a las Ganancias, y recuperará ingresos por el blanqueo, la moratoria y la reforma de Bienes Personales. La ley Bases, en paralelo, empezará a sentirse de inmediato, tanto en lo laboral como en la aplicación del RIGI y la reforma del Estado.
A los planteos para levantar el cepo, se le opone un argumento duro: todo el mercado sabe que el trimestre julio-septiembre es el momento de menos ingreso de divisas, con lo cual insistir en hacerlo ahora traduce una cierta hipocresía. Pagar deuda a bonistas, al Fondo y a importadores es lo que se esperaba para este período. Esperar que las reservas no caigan y que además alcancen para satisfacer la demanda del sector privado, suena desmesurado.
En su momento el mercado no apostó por los Bopreal, pero hoy tienen más aceptación que la esperada. Dudaba de la renovación del swap, pero se firmó su extensión. El equipo económico se siente cómodo con sus apuestas, y con sus resultados, por no mencionar las expectativas que deberían abrirse desde mañana con las reformas estructurales contenidas en el Acta de Mayo.
Los inversores creen que esa cuota de confort es riesgosa, y que tarde o temprano tendrán que el dólar, las tarifas y el resto de los precios. "No se puede ganar siempre, Toto", es el mensaje. De alguna manera, intentan que el "trader" Caputo, que siempre fue punto en el mercado, esta vez no se enamore de ser banca.