El Papa Francisco está convencido de que los cambios duraderos no se producen con decisiones unilaterales tomadas desde arriba, sino poniendo en marcha largos procesos en los que intervengan con paciencia todos los afectados . Con esa filosofía encomendó en 2021 al sínodo de obispos que iniciara una reflexión sobre la «sinodalidad» en la Iglesia, cuestión que considera la prioridad de su pontificado. En los documentos del Vaticano, la palabra «sinodalidad» hace referencia a una cultura de la «corresponsabilidad» en la Iglesia a todos los niveles, a «transformar las estructuras y los procesos para que todos puedan participar» y a «ejercer el poder y la autoridad como servicio», con procesos de «escucha y diálogo profundos». El proceso está entrando en la fase final, que incluye casi un mes de reuniones de obispos, sacerdotes y laicos en octubre en Roma. Este martes se ha presentado el «documento de trabajo» que guiará las discusiones de ese «sínodo sobre la sinodalidad». El texto plantea entre sus prioridades impulsar el papel de la mujer en la Iglesia y reforzar la transparencia en la toma de decisiones. El Vaticano se refiere al documento con su nombre en latín, 'Instrumentum Laboris' . En él recoge sin orden algunas ideas de las tres semanas de sínodo del año pasado, y los comentarios que después de éste enviaron conferencias episcopales, expertos y facultades de Teología. Asegura que muchos solicitan «una participación más amplia de las mujeres en los procesos de discernimiento de la Iglesia y en todas las etapas de la toma de decisiones»; y que las mujeres tengan «un acceso más amplio a puestos de responsabilidad en las diócesis y en las instituciones de la Iglesia», lo que incluye «en seminarios, institutos y facultades de teología». Otra propuesta es que «fieles laicos, hombres y mujeres, debidamente formados, puedan contribuir a la predicación de la Palabra de Dios también durante la celebración de la misa». El documento evita abordar la posibilidad del diaconado femenino, que está siendo estudiado por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe , con vistas a la publicación de una decisión oficial. En el marco del respeto a las mujeres, también algunos episcopados habrían pedido «que se preste atención al uso del lenguaje y de una serie de imágenes tomadas de la Escritura y de la tradición en la predicación, la enseñanza, la catequesis y la redacción de los documentos oficiales de la Iglesia», sin precisar a cuáles se refiere. Hay un capítulo específico titulado «Transparencia, responsabilidad, evaluación», que establece que la «cultura y práctica de la transparencia y rendición de cuentas», es «indispensable para fomentar la confianza mutua necesaria para caminar juntos y ejercer la corresponsabilidad en la misión común» en la Iglesia «sinodal». Se refiere tanto «al ámbito de los abusos sexuales y financieros» , como «a los planes pastorales, a los métodos de evangelización y a la manera en que la Iglesia respeta la dignidad de la persona humana, por ejemplo en lo que se refiere a las condiciones de trabajo dentro de sus instituciones». El documento apuesta por «la participación de todos (los católicos) en los procesos de toma de decisiones sobre la base de una responsabilidad diferenciada, que respeta a cada miembro de la comunidad y valora sus competencias y dones con vistas a la decisión compartida». Significa que el obispo «sigue siendo libre desde el punto de vista jurídico» de tomar la decisión final, «ya que el dictamen consultivo no es vinculante» , pero que sin una razón convincente no se apartará de la opinión del grupo de los consultados. El documento de trabajo es una base para las conversaciones, y no una lista de propuestas. Contiene en cualquier caso elementos muy interesantes, como la solicitud a los laicos de que «cuiden la propia formación para hacer fructificar los talentos recibidos y ponerlos al servicio de todos», y la constatación de que «la pertenencia a la Iglesia se expresa hoy en un número creciente de formas que no se refieren a una base geográfica definida, sino a vínculos de tipo asociativo», de forma que la parroquia no es el único lugar de agregación. Una de las instituciones que ha reformado el Papa Francisco durante su pontificado es el sínodo de obispos. En el pasado se limitaba a una reunión de eclesiásticos celebrada periódicamente en Roma para abordar alguna cuestión concreta, que concluía con un documento papal. Ahora es un proceso que dura al menos tres años, y que incluye fases locales, nacionales y continentales para implicar al mayor número de personas en la conversación. Una vez transformada su estructura, en 2020 le solicitó que abordara la cuestión de la sinodalidad en la Iglesia. Como la idea es impulsar una nueva mentalidad, en este sínodo se trata de aprender ese modo de trabajar, más que resolver cuestiones específicas. Para que no haya distracciones de esta idea en el próximo sínodo de octubre, Francisco instituyó en marzo diez grupos de trabajo que están abordando separadamente las cuestiones polémicas que surgieron en la primera fase de los debates y que no publicarán sus conclusiones antes de junio de 2025. Uno de estos grupos se refiere al diaconado femenino, otros a «cuestiones doctrinales, pastorales y éticas controvertidas» , y otro a la formación de los futuros sacerdotes. El proyecto, dice el documento de trabajo, es consolidar a la Iglesia como una institución «más cercana a las personas, menos burocrática y más relacional». Es el legado que quiere dejar el Papa Francisco.