El INAEM “adoptará medidas" ante la polémica por los cobros de Lluís Homar al frente de la Compañía Nacional de Teatro Clásico
La cita en el Festival de Almagro continuó este fin de semana a toda máquina, con sus espacios principales a pleno rendimiento con apuestas seguras y con una actividad en la calle y los museos que convocaron a un numeroso público que llenó los teatros. Pero en las terrazas y esquinas solo se hablaba de una cosa, la polémica en torno a los sobresueldos de Lluís Homar que, tal como ha sabido este periódico, llevará al INAEM a “adoptar medidas” en los próximos días.
El día después del estreno de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, El gran teatro del mundo, El periódico de España publicaba una noticia que partió el festival en dos. El director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, Lluís Homar, nombrado en 2019 por el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música dirigido entonces por Amaya de Miguel, cobró por tres ayudantías a la dirección en 2021 que no realizó: Antonio y Cleopatra, dirigido por José Carlos Plaza; Esta primavera fugitiva, de Alberto Conejero; y Caravaggio, Vermeer y Velázquez, dirigida por Xavier Alberti. Este periódico ha confirmado estas cantidades en la plataforma de contratación del sector público donde constan todos los expedientes de cada pago. En total 50.000 euros a parte de su salario de 74.655 euros. Este periódico ya informó de los sueldos desorbitantes por encima de los 120.000 euros de las direcciones artísticas de los centros de producción de este Instituto.
Todo explotó cuando la directora y actriz Marta Poveda (que estará estrenando en este mismo festival La francesa Laura el 12 de julio) pidió en redes explicaciones al propio ministro de Cultura, Ernest Urtasun, esgrimiendo los documentos del portal de transparencia que mostraban los pagos por trabajos no realizados del director de la compañía.
En declaraciones a El periódico de España, Homar explicó que administrativamente no se puede pagar a un director de la compañía por trabajos de actor. Ese año Homar protagonizó dos obras, El príncipe constante y Antonio y Cleopatra por los que no cobró. “Me hicieron una oferta de 120.000 euros, de ellos 70.000 eran por la gestión y otros 50.000 por la actividad artística (…) Pero en ningún sitio está contemplado que el director de una compañía nacional actúe, (…) En realidad, yo he actuado, pero no se puede contemplar administrativamente esa posibilidad”, declaró al Periódico de España. Para compensarlo, se emitieron unas facturas por unos trabajos nunca realizados. Unas ayudantías a la dirección que, lógicamente, nunca costaron en la ficha técnica de los espectáculos.
Este arreglo ha provocado que la nueva dirección del INAEM, que hace un mes decidió prorrogar el contrato de Homar, explique a este periódico que la situación ha cambiado tras el escándalo. El INAEM ha afirmado a elDiario.es que “para su renovación se acordó con el Sr. Homar que su rol principal debía ser el de director de la CNTC pudiendo dirigir o versionar como hicieron anteriores directores de la unidad, quedando excluida la posibilidad de actuar en los próximos tres años en el ámbito teatral a partir de la temporada 24/25”. “Esta decisión se tomó con el objetivo de limitar su actividad en las producciones de la CNTC”, puntualizan.
Pero también admiten a este medio que la nueva dirección general que tomó posesión el pasado enero encabezada por Paz Santa Cecilia no tenía “conocimiento alguno de los hechos que el Sr. Homar detalla en sus últimas declaraciones públicas”. Extremo este último que les lleva a concluir que “a la vista de sus declaraciones, el INAEM ya ha procedido a recabar la información pertinente para adoptar las medidas que en su caso correspondan”. Unas medidas que podrían afectar tanto al propio Ministerio como a la CNTC.
Esa negociación tuvo lugar entre el director catalán y el INAEM días antes de la presentación de la nueva temporada de la Compañía Nacional. Un remedio de última hora que provocó que la obra que estaba proyectada, un Rey Lear que iba a protagonizar el propio Homar y dirigir el británico Declan Donellan, se cayera de la programación en el último momento, como han confirmado a este periódico personas cercanas al proyecto.
La dirección del INAEM no se esperaba, después de prorrogar a Lluís Homar durante tres años, encontrarse con este giro que pone en el centro del huracán la figura de Homar por unos pagos que además extienden una larga sombra sobre su imparcialidad en la programación de toda su gestión en la Compañía.
Todas las miradas están puestas en su continuidad y se preguntan si la programación de la CNTC ha podido verse afectada para que esos pagos fueran posibles. Unos pagos que no forman parte de su salario, sino que son un máximo para afrontar la posible “adquisición onerosa de derechos de propiedad intelectual” que se generen. Otros directores artísticos del INAEM, como Alfredo Sanzol del Centro Dramático Nacional, no todos los años llegan a él. Lluís Homar, sin embargo, ha desplegado la actividad necesaria cada año para completar el máximo.
A la vista de sus declaraciones, el INAEM ya ha procedido a recabar la información pertinente para adoptar las medidas que en su caso correspondan
En este periódico ya se alertó de lo inexplicable de alguno de los proyectos liderados en la compañía por este director. Extrañó la inauguración hace dos años del Festival de Almagro con un homenaje en honor al primer director de la CNTC, Adolfo Marsillach, Marsillach soy yo, un semi montado que se presentó por todo lo alto. El proyecto costó 130.000 euros para tan solo dos días de función. Lluís Homar cobró 20.000 por dirigirlo, cantidad exacta para redondear los 50.000 euros que cada año tiene el director pautado como sobresueldo.
El año pasado, este periódico también narró el incomprensible estreno en este mismo festival de El templo vacío, unipersonal dirigido y actuado por el propio Homar donde el director sometía al público a un viaje tántrico con escasa relación con el objeto natural que debe abordar la Compañía Nacional, el teatro clásico español. Hoy todas esas decisiones y proyectos personalistas quedan bajo la sospecha. Homar cobró por la dirección de El templo vacío 18.000 euros, cifra exacta, otra vez, para completar la cifra de 50.000 euros comprometida para el 2023.
¿Consecuencias legales?
Este periódico ha hablado con Gerardo García-Álvarez, catedrático de derecho administrativo en la Universidad de Zaragoza, experto que afirma que antes que nada el asunto parece un “mecanismo para saltarse el límite que hay en las empresas públicas desde el real decreto 451/2012, del 5 de marzo”, norma por la cual un director como Lluís Homar no podrá ser contratado por más de 80.000 euros.
La administración tiene dos contratos firmados, como ha confirmado el Ministerio a elDiario.es: “desde 2019 hay dos contratos vigentes, uno por la dirección de la unidad de 79.586 euros y otro para la adquisición onerosa de derechos de propiedad intelectual hasta un máximo de 50.000 euros anuales”.
Al preguntarle cómo puede denominarse jurídicamente y qué consecuencias puede tener que la administración haya realizado tres pagos por conceptos inexistentes, García-Álvarez afirma que es una irregularidad pero que “al tratarse de un contrato privado y no público, en el que la administración tiene que certificar que efectivamente se ha realizado el trabajo, no parece que pueda enmarcarse dentro de la falsedad documental, lo que constituiría un delito penal”. “Es habitual que la administración utilice estos tipos de contratos para escaparse de los controles ”, añade. Aun así, afirma, “es claramente irregular y el Tribunal de Cuentas tendrá que hacer un informe”. “Además, es extraño que no se haya señalado a posteriori, porque todos los temas que son de legalidad presupuestada y donde hay manejo de fondos tienen un control específico que es el del interventor delegado del ministerio correspondiente, que puede hacer una objeción al pago de estas cantidades”, apunta.
Otra posibilidad que el catedrático señala es que el Ministerio finalmente “tenga que pedir a Lluís Homar la devolución de esos pagos”. “A posteriori, Homar podrá alegar que le corresponden, ya que el sí ha realizado un trabajo efectivo, algo que apoya buena parte de la doctrina de los tribunales contencioso-administrativo, aunque no se le paga por lo contratado, hay una prestación efectiva”, afirma.
El último aspecto sería determinar la responsabilidad de la administración al haber realizado dichos pagos. Sirva un ejemplo que se repite en los tres casos. En el expediente de la Administración General del Estado que consta con fecha del 22 de marzo de 2021 se confirma un pago de 18.000 euros a Luis Homar Toboso por “derechos de propiedad intelectual sobre codirección de escena de la obra Esta Primavera Fugitiva”. El director de esta obra, Alberto Conejero ha afirmado a este periódico que Lluís Homar no trabajó en esa obra y que además se ha enterado por “los medios” de que había cobrado por ello. Conejero además ha explicado que Lluís Homar le ha llamado y le ha dado “las mismas explicaciones que ha dado públicamente”.
Es claramente irregular y el Tribunal de Cuentas tendrá que hacer un informe. Hay claramente una responsabilidad política
La administración sabía que estaba pagando a través de un contrato de propiedad intelectual unas actuaciones que no pueden generar esos derechos y sabía además que Homar nunca fue ayudante de dirección en las tres obras por las que recibió una cantidad total de 50.000 euros. “Ante todo, hay una responsabilidad del director general que haya aprobado esa forma de contratar a Homar, porque esto no lo ha decidido ningún funcionario”, explica García-Álvarez apuntando a la antigua directora del INAEM, Amaya de Miguel. “Hay claramente una responsabilidad política. Se abre la posibilidad de que el director general haya incurrido en un delito de prevaricación administrativa”, concluye. De Miguel, hoy directora de la Fundación Montemadrid, se ha negado a atender a este periódico. Lluís Homar, por su lado, no ha aceptado responder a las preguntas de este periódico.
Se ha llegado a esta situación con una nueva dirección del INAEM, que tomó posesión a principios de año, y que está realizando una política continuista. Hasta el momento no se ha anunciado ninguna acción para solventar los problemas existentes de este organismo. Entre ellos: el Ballet Nacional de España y la Compañía Nacional de danza, dos centros de producción que se encuentran sin sede y andan ajustando calendarios en el Teatro de la Zarzuela para poder exhibir sus trabajos; el desarrollo del estatuto del artista, sobre todo en su faceta fiscal que aborde la intermitencia de los trabajadores escénicos; y el proceso de negociación con los sindicatos en torno a la formación exigida para poder ejercer y la gestión de las plazas a cubrir, conflicto que ya hace dos años originó numerosas huelgas que paralizaron las funciones en todas las sedes del INAEM.
El ministro Urtasun, en este mismo festival, afirmó un insuficiente se “está trabajando” en ello. Mientras tanto, sus políticas continúan tensando la cuerda con un sector que lleva años exigiendo una real voluntad política para cambiar el rumbo del INAEM. Los problemas de este Instituto son tantos y de tan distinta índole que el futuro próximo no parece muy esperanzador, más cuando la posición del INAEM a día de hoy es mucho más frágil que ayer al haber prorrogado una de las direcciones de sus unidades de producción más importante sin tener toda la información.
La situación del INAEM y deLluís Homar queda ahora en el aire días después de que el director dijera en la rueda de prensa inaugural de Almagro que vivía un idilio con el certamen. Un idilio que quizás se haya convertido en su propio cadalso.