La vida es un juego y estas son sus reglas, según un matemático de Oxford
¿Y si la vida fuera un juego? Se trata de una de las múltiples teorías barajadas por el ser humano para responder a la gran pregunta sobre la existencia. La idea de la realidad como un enorme escenario en el que todos representamos un papel se ha explorado en películas como "El show de Truman" o "Matrix". Decía el poeta persa Omar Jayyam que "la vida es un tablero de ajedrez, de noches y días, donde Dios con hombres como piezas juega". Ahora, el matemático de la Universidad de Oxford, Marcus Du Sautoy, ha avivado esta teoría a través de un estudio publicado por el portal NewScientist, que pretende desentrañar las grandes preguntas en torno a este juego de la vida: ¿Cuáles son las reglas? ¿Quiénes son los jugadores? ¿Quién mueve las piezas?
La investigación de Du Sautoy explora la idea de la existencia como una simulación y recopila las teorías del matemático Gottfried Wilhelm Leibniz, quien en el siglo XVII ya consideraba el universo como un juego. También expone las ideas de Richard Feynman, un físico estadounidense que aseguraba que "el mundo es algo así como un gran juego de ajedrez jugado por los dioses y nosotros somos observadores del juego". Basándose en las teorías de estos dos pensadores, Du Sautoy se planteó: ¿qué es un juego? Si, tal y como dice la RAE, un juego es un "ejercicio recreativo o de competición sometido a reglas, y en el cual se gana o se pierde", el propósito de Du Sautoy fue desentrañar cuáles son las reglas del juego o, dicho de otro modo, cuáles son las leyes que rigen el universo.
Las reglas de Roger Caillois
Du Sautoy se apoyó en la teoría del sociólogo francés Roger Caillois, para quien había cinco rasgos característicos de un juego: “incertidumbre, improductividad, separación, imaginación y libertad”. Estas reglas, expuestas en su libro "Los juegos y los hombres: la máscara y el vértigo", se pueden extrapolar a la forma de funcionar del universo.
La incertidumbre es la principal característica de cualquier juego, ya que ofrece una infinidad de posibilidades a los jugadores y los mantiene implicados. La improductividad también es otro rasgo de los juegos. Caillois no creía que el universo tuviese una razón de ser, y que, de la misma forma que los juegos se regocijan en el disfrute de la experiencia, la existencia debe seguir esta misma regla. Además, un juego es independiente; opera fuera del tiempo y espacio normales y tiene su propio comienzo y fin. Finalmente, Caillois sostiene que los juegos son una imaginación, creando una segunda realidad que discurre en paralelo a la vida real, y que exigen libertad, conectando con otro aspecto importante de la conciencia humana: nuestro libre albedrío. En este sentido, todos somos jugadores del juego infinito que se desarrolla a nuestro alrededor.
Du Sautoy concluye su reflexión sugiriendo que, si todos somos jugadores como piezas de un tablero de ajedrez, nuestro verdadero propósito reside en descubrir y entender las reglas del juego en el que vivimos para saber qué papel desempeñamos, porque, volviendo al poema de Omar Jayyam, "hay un destino para la pieza, para el jugador y para Dios".