El IPC se estabiliza en el 3,4%, casi el doble de la tasa que marcaba hace justo un año

«España es la primera gran economía de la zona euro en reducir su inflación por debajo del 2% y se mantiene como uno de los países con la inflación más baja de la UE, con la consiguiente ganancia de competitividad y cuota de mercado para las empresas españolas». Solo han transcurrido doce meses desde que el entonces Ministerio de Asuntos Económicos y Transición Digital realizara esta entusiasta valoración de los datos de IPC de junio de 2023, que en efecto mostraban una tasa del 1,9% , que a día de hoy se mantiene como la más baja del índice general en el conjunto del episodio inflacionista que se iniciara en marzo de 2021 y cuyos últimos coletazos aún azotan a la economía española. Un año después el IPC lleva meses estancado en las inmediaciones del 3,5% -prácticamente el doble que hace un año-, está alrededor de un punto por encima de la media de las economías del euro y ello a pesar de que sigue contenido de manera artificial por el mantenimiento de algunas de las medidas de alivio fiscal aprobadas por el Gobierno, y prorrogadas ya hasta final de año. En junio el índice general del IPC retrocedió ligeramente en dos décimas hasta el 3,4% como ya había anticipado el dato avanzado por Estadística hace quince días, gracias al abaratamiento de los carburantes, frente a la subida que experimentaron hace un año, y en menor medida a la desaceleración del precio de los alimentos. El principal indicador que mide la evolución de los precios lleva desde septiembre de 2023 fluctuando entre el 3% y el 3,5%, entre un punto y un punto y medio por encima del nivel de equilibrio que recomienda el BCE, el 2%, y un punto por encima de la inflación media del grupo de países con el que nos comparamos, los de la Europa del euro con los que compartimos divisa. Algo similar sucede con la inflación subyacente, la parte más estable del índice de precios que no contabiliza los elementos que más fluctúan como los alimentos frescos o los precios de la energía, que en junio se quedó en el 3%, donde parece haber encontrado su suelo tras el fuerte retroceso que experimentó durante la segunda mitad del año pasado. El comportamiento del IPC ratifica las previsiones de los analistas, que en las últimas semanas han elevado ligeramente sus expectativas de inflación media de 2024 hasta el 3,1% y han retrasado hasta entrado el 2025 el punto en que el indicador regresará al entorno del 2%. En una nota difundida este viernes el Ministerio de Economía valora que el dato de junio de inflación "sigue reflejando la capacidad de la economía española de compatibilizar el mayor crecimiento económico entre los principales países de la zona euro con una moderación de los precios y el mantenimiento de las medidas para seguir reduciendo el precio de los alimentos". El IPC armonizado español, la metodología que permite la comparación con el resto de economías del euro, se situó en junio en el 3,6%, un punto por encima del nivel medio del indicador en la media de los países del euro. Esta diferencia se amplía en el caso del precio de los alimentos, cuyo encarecimiento está por debajo del 3% en la zona euro y se sitúa en el 4,2% en España. En el último año buena parte de la cesta de la compra ha normalizado su evolución, aunque hay una serie de productos que continúan mostrando un fuerte encarecimiento respecto a hace un año: la fruta fresca es ahora un 14,4% más cara que hace un año, el chocolate, un 12,1%; la sal y las especias, un 6,7%; las legumbres y hortalizas frescas, un 6,5%; y el pescado fresco, un 4,9%. El caso más evidente es el del aceite de oliva, que según los datos del INE fue este pasado junio un 53,7% más caro que hace un año, un 9,7% más caro que cuando se inició 2024 y sigue encareciéndose mes tres mes, a la espera del efecto que tendrá la rebaja del tipo de IVA aplicable al producto al 0% hasta septiembre y al 2% de ahí a final de año. En junio, el agregado de los 199 subgrupos de bienes y servicios a partir de cuya medición se calcula el IPC experimentó un encarecimiento del 0,4%, impulsados especialmente por los servicios propios de la temporada turística, que se encarecieron un 2,3% y explicaron prácticamente la mitad de la subida de junio. El resto vino principalmente por la electricidad y las subidas de precios también en los servicios de restauración.