Guerra de poderes en la izquierda francesa para proponer un candidato a primer ministro
Aunque todos los sondeos pronosticaban lo contrario, el domingo 7 de julio el Nuevo Frente Popular, la unión de las izquierdas, llegó en primer lugar en las elecciones legislativas. Pero lejos de ser una celebración en conjunto, la victoria supone una guerra de poderes con negociaciones casi imposibles entre las distintas fuerzas. Recordemos que el Nuevo Frente Popular está conformado básicamente por el Partido Socialista, el Partido Comunista Francés, el Partido Ecologista Los Verdes y La Francia Insumisa, además de otros partidos minoritarios. En este abanico de izquierdas, los insumisos resultaron ser el partido más votado: de los 180 escaños obtenidos por la alianza, 71 pertenecen a LFI, lo cual genera una creencia de que el candidato a primer ministro debe proceder de sus filas.
No necesariamente. Y sobre todo, teniendo en cuenta que su líder principal, Jean-Luc Mélenchon, es la piedra en el zapato de todas las tendencias por su verbo radical y las acusaciones que ha recibido de ser abiertamente antisemita. El presidente Emmanuel Macron ha declarado que no gobernará junto a Mélenchon, en una cohabitación que se perfila explosiva.
La Francia Insumisa es perfectamente consciente de este rechazo, y por ello ha decidido proponer tres nombres más para suceder a Gabriel Attal en Matignon: Mathilde Panot, presidenta de LFI en la Asamblea Nacional; Manuel Bompard, coordinador nacional del partido; y Clémence Guetté, joven diputada de 33 años y aparente favorita de Mélenchon. Por el lado de los socialistas, la opción es una sola: Olivier Faure, primer secretario del PS, quien ya ha declarado que está «preparado para asumir el cargo y que lo hará en franco diálogo con sus compañeros del Nuevo Frente Popular».
Durante cinco largos días de negociaciones, estos fueron los dos polos: La Francia Insumisa y el Partido Socialista. Pero ni uno ni otro lograron poner de acuerdo al bloque de izquierdas. Este viernes, el líder del Partido Comunista Francés, Fabien Roussel, no tuvo otra opción que salir a dar algunas pistas a la prensa de lo que estaba sucediendo: «Las negociaciones están bloqueadas. No hemos podido encontrar un terreno de entendimiento entre las propuestas de LFI y el Partido Socialista, así que en las últimas horas hemos intentado encontrar una tercera vía. Una alternativa para nombrar un primer ministro que no pertenezca a esas dos formaciones».
¿Y quienes podrían encarnar esa alternativa? Se manejan varios nombres: el primero podría ser Marine Tondelier, secretaria nacional del Partido Ecologista Los Verdes. Su famosa chaqueta verde que la acompaña en todo momento como símbolo de su convicción, sus respuestas agudas y su preparación intelectual, la convierten en una opción sólida para la jefatura del Gobierno. Su nombre se fortaleció aún más cuando el líder de extrema derecha, Jordan Bardella, declinó debatir con ella. Muchos la reconocieron entonces como una rival a temer.
En las últimas horas, también se escucha el nombre de Huguette Bello, de 73 años, presidenta del Consejo Regional de la Isla de la Reunión y reconocida luchadora por los derechos de la mujer. Cuenta con 23 años de experiencia parlamentaria en las filas comunistas y es conocida por tener un don de consenso. Bello también apadrinó a Mélenchon en las dos últimas elecciones presidenciales, así que podría obtener igualmente la bendición de La Francia Insumisa.
A pesar de haber prometido que se llegaría a un acuerdo interno a finales de esta semana para presentar un candidato único de izquierda a la oficina del primer ministro, no ha sido posible. La carrera contrarreloj continúa y las presiones de los otros partidos comienza a intensificarse. «Estamos tardando demasiado, y ahora tenemos que elegir nombres. Estamos perdiendo terreno», dice alarmada la diputada ecologista Sandrine Rousseau. «Estamos preocupados porque estamos dando la imagen de que no somos capaces de formar un equipo y un Gobierno», dice Rousseau, confirmando que el Nuevo Frente Popular tuvo su origen en la necesidad de frenar a la extrema derecha pero que gobernar en conjunto es otra historia mucho más espinosa.