«Hasta aquí hemos llegado. La política de acuerdos exige hacer cesiones pero hemos dicho que suficiente es suficiente y había que actuar ya». Son palabras que el ya exvicepresidente de la Junta, Juan García-Gallardo , pronunció este viernes al filo de las once de la mañana tras presentar personalmente al presidente Alfonso Fernández Mañueco el documento de dimisión de su cargo. Una carta que encabeza un «querido presidente» y finaliza con un «fuerte abrazo» que demuestra que el divorcio entre ambos ha sido por las buenas y augura que no se lo pondrá difícil al PP en la labor de oposición que va a asumir. Muy sereno, compareció en la sala de prensa de la sede del Ejecutivo autonómico, en la que no se ha prodigado demasiado en los dos años y tres meses en los que ha sido el número dos del Gobierno autonómico y que fue escenario de algunas de las polémicas que han protagonizado su mandato. Sin embargo, costaba creer que fuera el mismo dirigente de Vox que ha mantenido agrios debates en las Cortes, donde ha sido el azote de la oposición y la diana continua de ésta. De hecho, comenzó su intervención agradeciendo a los periodistas, con los que también ha tenido sus encontronazos, «su trabajo, dedicación y profesionalidad» y resaltando que «las discrepancias» han venido motivadas «por las instrucciones de los grandes grupos mediáticos». Sin embargo, ayer era un día para las despedidas y para comunicar la decisión de su dimisión que, según dijo, «no ha sido fácil, ni poco meditada» sino el resultado de estar «cumpliendo con nuestra palabra y nuestro deber porque un hombre sin palabra es un hombre sin honor ». Se despidió con tono conciliador, aguantando estoicamente las reiteradas preguntas, y evitó los ataques, aunque se mantuvo firme en su posición de culpar al presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo , de que «naufrague» un gobierno que ha sido «vanguardia y faro». Explicó que la decisión de dimitir ya la tenía tomada desde el miércoles, cuando los consejeros del PP aceptaron la distribución de migrantes menores por las comunidades, aunque también mostró sus dudas sobre la salida de su partido de los gobiernos autonómicos: «No sé si será una decisión mala a corto plazo para Vox» . A nivel personal, demostró que, como ocurre siempre, el hecho de haber sido padre recientemente tiene mucho que ver en la forma de encajar situaciones que, a priori, son difíciles de digerir. «No me importa mucho lo que pase en el próximo año, ni en los próximos dos años, ni en la siguiente convocatoria electoral», confesó para añadir que «acabo de ser padre, tengo un niño de mes y pico y yo estoy pensando en el futuro que dejo a mi hijo, a los que estén por venir y a las próximas generaciones». En base a eso, se mostró convencido de que «las decisiones que estamos tomando hoy (las suyas) van a tener un gran impacto político y social y yo creo que estamos actuando con responsabilidad». Concluyó con la seguridad de tener «una sensación de satisfacción personal» por los casi dos años y medio de Gobierno y aunque «todos nos arrepentimos de cosas, no me voy a fustigar».
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