Reflejos perdidos
A menudo los reflejos se funden con la realidad, es un juego donde los espejos nos hacen ver lo que no es, ya que, aunque existe lo que ellos muestran eso está en otro plano físico distinto al que reflejan. Es un juego que por momentos se puede tornar tortuoso si no se mantienen los pies afincados a la tierra. Ahí es donde los creadores demuestran su habilidad, porque reflectan lo que les rodea y le dan el cariz que a ellos les interesa resaltar.
También ocurre que ciertos enfermos, con claras manifestaciones esquizoides y sociopáticas, tratan de tomar la realidad para jugar a transformarla, manipulaciones mediante, para convencernos de lo que a ellos les conviene. La mejor manifestación de tan dudosa habilidad se revela de manera particular entre los representantes de la casta política, esa fauna a la que le sobran plañideras y viudas desconsoladas, que claman por la inocencia de tan ejemplar oficio.
Se les puede ver, a tan afanosos dirigentes, diciendo que lo que apreciamos con nuestros sentidos no es lo que percibimos, sino todo lo contrario. La inflación no es producto del pésimo manejo de las finanzas públicas, si no que se debe al bloqueo de las potencias imperialistas, o quien sabe si de la irresponsabilidad de los consumidores que con sus adquisiciones improcedentes generan una presión alcista en los precios. Y por ahí sigue una letanía inacabable de justificaciones, tratan de desviar la atención de la responsabilidad absoluta de esa cofradía de incompetentes.
Debo escribir que también se conoce como reflejo a “la respuesta motriz o secretora, independiente de la voluntad, desencadenada por la aplicación de un estímulo adecuado, pudiendo ser o no consciente”. Los reflejos nos permiten patear un balón, o golpear una pelota con un bate, o una raqueta, o un bastón; también son los que hace un atleta que practica boxeo o lucha libre ante un adversario en medio de un combate.
Otra acepción en la que se emplea esta palabra es al definir la capacidad de un líder social para interpretar de manera adecuada su entorno.
En estos días, que hay mucho buscacargo y cuidapuesto en acción delirante, llama la atención el intento por parte de ciertos actores de medio pelo, de un lado y del otro, empeñados en negar lo obvio. Machado y González se han convertido en un fenómeno social del que estoy seguro se escribirá en abundancia. Este par de cristianos sin ningún apoyo mediático, con todo en contra, con persecuciones de cualquier tipo y obstáculos a granel, cada vez logran convocar más y más gente a sus actividades.
No falta más de un malintencionado que los compara con Chávez en su mejor momento. Lo que no dicen es que en aquellos días el comandante eterno tenía a todos los medios a sus pies, no había un canal de televisión, una emisora de radio, una revista o un periódico que no lo consintiera y mimara. Todos se daban codazos para entrevistarlo, ensalzarlo y glorificarlo. La señora María Corina se ha convertido en una suerte de madre protectora a la que todos acuden pidiéndole amparo y compasión. Al señor Edmundo lo tratan con las consideraciones propias de un arcángel que ha venido a anunciar la buena nueva. Todo esto sumergidos en la más paupérrima de las campañas electorales que se han hecho no en la historia comicial nacional, sino en la del mundo entero.
Y volvamos a los reflejos, en la otra acera el psiquiatra atolondrado, su hermana la del mamonazo, el ladrón de periódicos, el bigote bailarín, y toda esa fauna vociferante, se empeñan –en vano, por demás– en presentar unos espejos trucados. Ellos muestran una realidad que se asemeja a las visiones que manifestaban aquellas láminas onduladas de los circos baratos en los pueblos abandonados. También se les nota sin reflejos, incapaces de devolver los golpes de movilización, y mucho menos de interpretar de forma conveniente lo que está ocurriendo en el país.
Si les queda un mínimo de lucidez debieran entender que esta vez las cuentas no podrán ser alteradas. Llegó el momento de contarse o…
© Alfredo Cedeño
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