¿Alguien nos está provocando?, por Mirko Lauer
El cambio de palabras y luego de declaraciones con Colombia en torno a la isla peruana de Santa Rosa, Loreto, es el tipo de situación que siempre puede darse en un país tan rodeado de vecinos e historia como el nuestro. Las cancillerías han descartado el incidente de un plumazo, pero ha quedado un mal sabor en todo el tema.
Lo opinado por Diego Cadena no ha sido cualquier declaración, dado que se trata del director de Soberanía Territorial de Colombia. Su argumento es básicamente que la peruanidad de la isla no está todavía establecida. Ante la protesta de Torre Tagle, el gobierno ha desmentido a Cadena de inmediato.
Pero hay algo de daño que ya está hecho. Ya en el Perú se ha hablado de movilizar soldados y policías, y no descartemos que una supuesta filiación dudosa de Santa Rosa entre al repertorio político colombiano. Ya hay quienes dicen que se trata de una cortina de humo de Gustavo Petro, una alusión al potencial distractivo de este tipo de asuntos.
¿A qué se ha referido el funcionario Cadena? Sus palabras apuntan con claridad a un tema de soberanía no resuelto, acerca del cual no se habla, por lo menos en el Perú. Al tapar la cuestión, las cancillerías podrían estar pateándola hacia adelante, sin solución ni sentido.
Al Perú le ha costado Dios y su ayuda dejar arreglada la parte formal de todos sus temas fronterizos. Pero en la parte real todavía hay situaciones que, con el más leve de los empujoncitos, se prestarían al conflicto. El contrabando de oro de Puno a Bolivia es uno. La minería ilegal ecuatoriana en la frontera norte peruana es otro. Hay más.
Para los fans de las teorías conspirativas, quizás una dieta de sucesivos conflictos fronterizos podría desanimar al Perú de sus actuales entusiasmos pro-Beijing. Dado el descuido en que se encuentran tantos puntos de nuestras fronteras, encender ese tipo de chispa no sería tan difícil. En este caso ha bastado una declaración.
La isla de Santa Rosa es diminuta y, entendemos, geográficamente algo inestable. Pero a cambio de esos hándicaps, ella está estratégicamente situada, pegada al dinámico triángulo fronterizo de Brasil (Tabatinga), Colombia (Leticia) y Perú. En lo comercial es una ubicación óptima, y lo mismo para el transporte fluvial. Sería una gran pena perderla.