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2024

Cuando se apagaban las esperanzas, Jeannina venció a la muerte con su ‘corazón de mamá’

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Jeannina Bogantes Madriz es una mujer de propósitos, y para cumplirlos decidió aferrarse a la vida. Hace 13 años le detectaron cáncer de mama y le advirtieron que solamente le quedaba un año de vida.

Mientras le daban el diagnóstico en el 2011, uno de sus hijos lloraba y le decía que escuchara lo que el doctor decía, ella lo volvió a ver serena y le dijo que “el médico divino le daría la solución”.

“En mi familia tenemos una mutación genética: mi abuela y mamá murieron de cáncer de mama y yo lo desarrollé. Cuando me hablaron de cáncer no me preocupé, solo quería saber cómo proceder. Me diagnosticaron un carcinoma ductal infiltrado”, contó la mujer, hoy de 57 años.

Lo que vino después no fue sencillo: Jeannina luchó contra la enfermedad por más de dos años, pasó por 18 cirugías y por meses de quimioterapia y radioterapia. Había dolor físico, no lo niega. Cuando parecía que todo empeoraba, contó, “cambiaba el patrón” y buscaba formas para hacerle frente a lo que fuera.

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“Pasé seis meses sin sentir el sabor de la comida. Me decían que ya no iba a volver a tejer y yo pensaba que eso no podía ser posible porque era mi don. Cuando decían que se cerró mi ciclo de vida, yo lo abría”, recordó.

Tenía que vivir. Un niño, su hijo menor, la necesitaba y por él y toda su familia debía seguir luchando. Continuó adelante abrazando la fe y confiando “en la intercesión del padre Pío”.

“Mi hijo menor en ese momento tenía seis años. Él es mi hijo de corazón, lo crío desde que tenía dos años, su mamá murió en el parto. Es el hijo de mi esposo. Pensaba en el niño tan pequeño, si Dios lo puso en mi vida para que lo cuidara, cómo me iba a morir. Le dije a Dios que no me hiciera bromas. Cuando se me cayó el pelo, ese bebé se lo cortó para verse igual”, contó. En ese momento, sus tres hijos mayores tenían entre 15 y 20 años.

Durante su proceso, esta vecina de Acosta conoció a ocho mujeres que compartían la misma lucha. Se hicieron amigas y hoy del grupo sobreviven tres. Tras superar el cáncer, ella entendió por qué había tenido esta vivencia tan difícil.

Los propósitos de Jeannina

Además de poder cuidar a sus hijos, encontró un nuevo propósito en enseñar manualidades a adultos mayores, labor que realizó hasta el 2020, cuando empezó la pandemia. Ayudar la llena y además, siente que honra los dones que fueron puestos en sus manos.

En el 2020 asumió su misión más importante. Ese año su mamá enfrentó el cáncer de mama y ella fue su cuidadora y la única persona que podía entender lo que estaba pasando y sintiendo. Los dolores y la incertidumbre eran conocidos por Jeannina.

“Viví un proceso de sanación espiritual para poder seguir ayudando. Mi mamá murió a los 76 años y pude acompañarla en su etapa final . Cuando ella muere, le hice la promesa de que iba a cuidar a mi papá”, contó la señora.

Jeannina empezó como cuidadora de su padre y mientras lo hacía, pensó en que sería bueno aprender panadería y repostería, así honraría el legado de su papá, quien por muchos años fue panadero.

Fue así, cuando un nuevo propósito llegó a la vida de esta incansable mujer. Su hermana le había comentado de unos cursos y entonces llegó al Proyecto Educativo Surí, que desde hace 60 años ofrece educación secundaria, formación integral y diferentes programas técnicos para mujeres.

“He aprendido habilidades blandas, veo la vida de otro color. Me siento como una persona común y corriente, no como una sobreviviente de cáncer”, contó.

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El corazón de mamá

Tras adquirir nuevos conocimientos y seguir estudiando, Jeannina creó un emprendimiento que llamó “El corazón de mamá”, en el que empezará a vender cocadas, el postre que más trabajo le ha costado. Cada vez que puede y se lo solicitan, enseña a sus vecinas a preparar diferentes panes.

“El corazón de mamá” no es solo una marca, sino un proyecto: “Soy mamá, cuidé a mi mamá y sé que le voy a enseñar a muchas personas todo lo que he aprendido (en temas de panadería y de la vida). Entendí que la mujer nace en el momento que se da cuenta de que puede vivir”.

Cada día, doña Jeannina agradece por nuevas oportunidades de vida. Ella no se enfoca en el dolor físico que le provoca la artrosis que se le desarrolló después de superar el cáncer.

“Los doctores me dicen que no debería caminar, pero me levanto; tengo dolor, sí, pero puedo ponerme de pie: aprendí a vivir con él”, contó Bogantes, quien resalta su gratitud.

Hace mes y medio, el papá de esta repostera falleció y ahora se enfoca en ayudar a su hermano y en cuidar a sus hijos. Su corazón de mamá continúa dando cariño.

“Mis experiencias me han enseñado a valorarme y a encontrarme. Si no hubiera pasado todo este proceso, tal vez no valoraría levantarme cada día”, concluyó.




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