Es evidente: tan cierto es que
Hansi Flick no lo tendrá fácil para devolver al FC Barcelona a la senda de los títulos, como que
tampoco se hizo cargo del banquillo del Bayern en un momento precisamente sencillo, poco
antes de firmar en aquel infausto 2020
una de las mejores cosechas del equipo bávaro en su historia. El sextete final fue la culminación a un trabajo arduo y de rápido efecto. Lo empezó Flick siendo inicialmente un técnico-puente en noviembre de 2019 al relevar a Nico Kovac. Su influencia fue un punto de inflexión que, ya con la humanidad inmersa en la lucha contra la pandemia del Covid-19, supo enfocar a su plantilla hacia la conquista profesional, primero ganando la Bundesliga el 16 de junio de 2020 al derrotar en la jornada 32 al Werder Bremen y luego, alzando la Copa alemana (Pokal) al doblegar 4-2 al Bayer Leverkusen en una final disputada en un Olímpico de Berlín sin público el 4 de julio de 2020. Pese a que la Bundesliga había sido la primera gran Liga en reanudarse tras dos meses, el 16 de mayo de 2020,
apenas 15 días de descanso después de llevarse la Pokal le bastaron a Flick para reconvocar a sus jugadores y engrasar a una plantilla que fue decididamente a por el triplete con la sexta Champions League para el club bávaro, el 23 de agosto de 2020. Lo hizo
improvisando una pretemporada nunca vista, trabajada en la Säbener-Strase, salpicada de trabajos virtuales, individuales, en pequeños grupos y, finalmente, todos a una. Tenía
a su cargo 27 futbolistas que se reincorporaron a la Ciudad Deportiva de Munich con adrenalina para jugar en estampida tras el confinamiento.
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