Como un cohete, pero en pobreza
La economía, según Sánchez, va como un cohete. O sea, que nos salimos. Lo que no explica es que en lo que nos salimos es en deuda, y por eso crecemos, y en paro, pese al maquillaje con los fijos discontinuos y el empleo público. Tampoco dice que en lo que sí que nos salimos de verdad es en pobreza. Los españoles somos más pobres. Casi todo el mundo ha perdido poder adquisitivo por la inflación y el estancamiento salarial: compramos menos con el mismo sueldo.
Según una encuesta del INE, el porcentaje de población con carencias severas subió del 7,7% al 9%, personas que no pueden ir de vacaciones, comer carne cada dos días o mantener la vivienda a una temperatura adecuada. El 9,3 % llega a fin de mes con «mucha dificultad», el 30% no sustituye muebles viejos, el 20,7 % carece de calefacción y el 13 % no puede pagar gastos básicos.
La receta para combatir la pobreza es el trabajo, pero a la izquierda le fascina la subvención. Chávez dijo que la revolución consiste en mantener a los pobres, pobres, pero con esperanza, porque si salen de la pobreza te dejan de apoyar. Y Petro apostilló: «Cuando los pobres dejan de ser pobres y tienen, entonces se vuelven de derechas».
De ahí el énfasis que ponen en los subsidios. El Estado te da una paga por no trabajar, esperando que en agradecimiento votes al líder, generando una masa de estómagos agradecidos que les perpetúa en el poder. Le convenía a Chávez y le va bien a Sánchez. Por lo que se ve.