Decía
César Luis Menotti que la numeración de los sistemas de juego (4-3-3, 4-2-3-1, 4-4-2 o 3-4-3) se parecen más a los prefijos telefónicos que a la manera de jugar de un equipo, que viene marcada esencialmente por el perfil de sus futbolistas, que son los que acaban definiendo el estilo. En el
Barça desde poco menos cuatro décadas, con el retorno de
Cruyff como entrenador, el dibujo que se implantó fue inicialmente 3-4-3, importado de la escuela del
Ajax, pero que acabó derivando en un 4-3-3, que ha perdurado con el paso de los años. Se podía ganar o perder para la obligación bajo un mismo patrón era innegociable. Una misma mirada de observar el fútbol que venía desde abajo, empezando por la categoría más inferior de la escuela de
La Masia, hasta alcanzar el primer equipo. Es el tan recurrido ADN que se lleva en la sangre y que distingue a los talentos blaugrana por la manera tan diferente de manera de jugar.
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